Pasado el domingo 27 de octubre, los uruguayos nos encontramos ante una nueva votación. Dos candidatos que representan dos bloques. Yamandu Orsi – Carolina Cosse del Frente Amplio y por otro lado Álvaro Delgado – Valeria Ripoll por la Coalición Republicana.
El Frente Amplio es una coalición de izquierda liderada por el MPP, un grupo político fundado por exguerrilleros del Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros, su líder es José Mujica. Está compuesta por el Partido Comunista, Partidos Socialista y un bloque “moderado” liderado por el Ec. Mario Bergara, expresidente del BCU y exministro de Economía. El Frente ha tenido en el gobierno “dos equipos económicos”, uno dirigido por los radicales y otro “oficial” por los moderados. En estos últimos años, si bien su candidato a la Presidencia se muestra como moderado, en la interna esta coalición se ha volcado a los radicales. El hecho de haber sido censurados Orsi y Oddone (su candidato a ministro de Economía) en la campaña de primera vuelta es buen ejemplo de esto. Todo indicaría que mandarían los radicales.
Por otro lado, la Coalición Republicana es un acuerdo entre los partidos Nacional, Colorado, Independiente, Cabildo Abierto y se suma el diputado Eduardo Lust. Llegaron juntos al gobierno bajo el liderazgo del actual presidente de la República, Dr. Luis Lacalle Pou, quien tiene hoy una aprobación cercana al 50%. Esta coalición tiene un arco más amplio, va desde la llamada “derecha” hasta el “centroizquierda”. Tiene la experiencia de este gobierno y en filas blancas y coloradas de gobiernos anteriores. El presidente del BCU, Diego Labat y el presidente de la OPP de este gobierno, quienes, entre otros, como la ministra de Economía Azucena Arbeleche, han logrado combatir la inflación, aumentar el empleo y posicionar al Uruguay como el país con mayor PBI per cápita de América Latina. Todo esto bajo uno de los escenarios más adversos a nivel internacional, recordemos la pandemia del covid-19, la guerra en Ucrania y ahora en Medio Oriente. En el debe: el atraso cambiario y seguir por la senda de la baja de homicidios y lucha contra el narcotráfico.
Si comparamos las experiencias de los dos bloques en los que han sido sus gobiernos, el Frente Amplio (2005-2020) comenzó su gobierno con un país que salía de su peor crisis económica, pero crecía a tazas del 3% anual, que tenía los precios de sus principales productos de exportación altos y el petróleo bajo. Un país ordenado en el que se aprobaron leyes que traerían grandes inversiones materializadas en su gobierno. Ejemplos como UPM o el nuevo aeropuerto de Carrasco.
La Coalición Republicana recibe un país en recesión, que en su momento utilizó la bonanza internacional para gastar en planes sociales que no combatieron la pobreza y que no previó políticas contra cíclicas. Recibieron un país con el empleo en caída y un déficit fiscal muy grande sostenido básicamente por endeudamiento internacional.
A los días de asumir el gobierno de la Coalición Republicana se declara la pandemia de covid-19, nada menos que en China, lo que hizo que el planeta entero se empobreciera, que la actividad económica y especialmente el empleo cayera de manera estrepitosa en el mundo. Apostando a la “libertad responsable”, fomentando la inversión tanto nacional como internacional, marcando las reglas claras, el gobierno de Lacalle Pou logró salir temprano y creciendo de esta crisis mundial. Ministros como Mieres, Arbeleche, Larrañaga y Daniel Salinas, directores como Labat y Alfie fueron claves en el Ejecutivo. Desde el Parlamento se destacaron Guido Manini Ríos, poniendo en agenda la inseguridad personal y económica, Sebastián da Silva en la defensa del campo y los logros del gobierno, Conrado Rodríguez y Gustavo Zubía (reforma jubilatoria y seguridad) entre otros.
Una primera experiencia de esta coalición mostró grietas, quizás por no tener organismos formados por integrantes de cada partido que pudieran dar mayor celeridad en tratar algunos temas. Pero la aprobación y los resultados son buenos. El déficit fiscal es el mismo, a tazas menores pero causado por los sucesos internacionales que ya mencionamos.
En definitiva, los uruguayos el último domingo de noviembre deberemos de elegir entre dos modelos de gobierno probados. Un modelo que gobernó en condiciones favorables con alta aprobación hasta que los precios internacionales cambiaron.
Por otro lado, un gobierno que con una coyuntura adversa logró sus principales metas, bajar la inflación, crear empleo y plantear las reformas necesarias sin medir rédito político: reforma jubilatoria y reforma de la educación.
Queda todavía mucho por hacer, bajar el déficit fiscal, más acuerdos internacionales para vender mejor nuestros productos y mejorar la seguridad. La cuestión es ¿cuál de los dos modelos es el mejor preparado?
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