Se podría decir que Bélgica y Uruguay comparten a un actor principal de sus independencias. Lord John Brabazon Ponsonby, nacido en Irlanda, fue un diplomático del Reino Unido enviado al Río de la Plata, en 1828, para crear un estado tapón entre el Imperio de Brasil y las Provincias Unidas del Río de la Plata, y dos años después a Bélgica para promover el ascenso de Leopoldo I al trono. En ese contexto, lord Ponsomby propuso la creación de un nuevo país para resolver un conflicto en las provincias neerlandesas de Flandes y Valonia. Nacía otro Estado tapón entre dos potencias, Francia y Alemania.
Bélgica es casi cuatro veces más pequeño que Uruguay en extensión y tiene una población de más de once millones de personas. El país europeo no basa su economía en recursos naturales, es un país importador de materias primas que procesa y exporta dentro de Europa, básicamente. Sus principales exportaciones son maquinaria pequeña, como ser partes de automóviles o derivados de petróleo. Últimamente ha agregado alimentos saludables a sus exportaciones, incluso a países productores de alimentos.
En Uruguay se producen aproximadamente 25.000 toneladas de zanahorias, la producción está en manos de granjeros que heredan la tierra y el oficio generación tras generación. La producción se vende en Uruguay. Las granjas uruguayas colocan en ferias, mercados y en establecimientos industriales toda su producción. Al igual que en otros rubros granjeros, hoy tenemos una generación de productores que estudió y que pudo viajar y conocer colegas en el Primer Mundo. Son profesionales que han visto a sus padres luchar toda su vida arriba de un tractor para poder darles de comer. Estos profesionales hoy se preguntan: ¿vale la pena quedarme en el campo familiar o es mejor vender todo y dedicarme a mi profesión?
La emigración de jóvenes del campo a las ciudades del interior, a Montevideo y luego al exterior es un tema de muchísimas décadas. Aquí está en juego, entre otras cosas, la soberanía alimenticia. Sin tambos, sin granjas y sin pesca nos iremos acostumbrando a comprar en supermercados papas holandesas congeladas o zanahorias belgas deshidratadas.
En Europa una misma granja que produce y/o compra zanahorias puede procesarlas y no paga impuestos como industria. Esto quiere decir que un productor puede deshidratar, envasar al vacío, hacer alimentos a partir de zanahorias y seguir siendo una granja sin pagar más impuestos por darle valor agregado a sus alimentos. En Uruguay si un productor quiere hacer lo mismo, debe de pasarse a Industria y Comercio, esto implica mayores impuestos y ya no sería sostenible.
El campo tiene una muy baja rentabilidad, depende de factores externos, como ser precios fijados en el exterior, demanda cambiante y clima. Nuestro país, como ya hemos visto en otras columnas, tuvo índices desarrollados en lo económico y social cuando apostó a la producción y venta de alimentos. Una suiza de América subvencionada por el motor agroindustrial.
También hemos visto en otras columnas, que los países desarrollados hoy son los que apostaron a la educación y que la riqueza está justamente en la preparación e inteligencia de sus ciudadanos.
Aquello que vio Ricardo Pascale en Finlandia, la “economía del conocimiento”, o cuando los irlandeses decidieron dar un cambio brusco en su matriz económica liderada por primeros ministros sub-50 y sub-40 años. Apostar a la formación y la profesionalización. Copiar lo que funciona en el mundo.
¿Por qué no habilitar a las granjas para que den valor agregado a sus productos? A diferencia de Bélgica tenemos praderas naturales, tierras con índices de producción mayores a los de la media de Europa. Productos naturales con valor agregado, inteligencia, sería para mí la fórmula ganadora y, de darse, la granja también les gana.
¿Seguiremos despoblando el campo para que grandes multinacionales compren la tierra y planten eucaliptus? ¿Seguiremos exportando profesionales? ¿No será mejor que estos profesionales ayuden a dar valor a los pequeños y medianos productores de alimentos y que sean estos los productos que exportemos? Tengo la impresión de que solo falta apoyo estatal a la hora de bajar impuestos y quitar regulaciones.
La tierra, los alimentos y los profesionales los tenemos. El mercado es el mundo y cada vez demanda más alimentos de origen natural. Será cuestión de golpear algunas puertas.
TE PUEDE INTERESAR: