El aumento del consumo de sustancias psicoactivas y el inicio a edades cada vez más tempranas son una realidad en nuestro país. Los datos actuales establecen que la edad de inicio es de aproximadamente 13 años. Se evidencia desde diferentes estudios nacionales una relación entre los consumos problemáticos de sustancias y situaciones de violencia, siniestros de tránsito, ausentismo escolar y laboral, delincuencia, vulnerabilidad social, situación de calle y pobreza.
Como país, debemos buscar las mejores estrategias de prevención. Esto implica no solamente hablar de los riesgos que genera el consumo para la salud, sino también involucrar acciones proactivas que permitan desarrollar una cultura que estimule estilos de vida saludables.
Desde el programa adicciones del Ministerio de Salud Pública (MSP), teníamos la experiencia de traer e implementar en Uruguay un programa llamado Familias Fuertes (en acuerdo con INAU, ASSE, JND, UTE, OSE y Antel). Se trata de un programa de la Organización Panamericana de la Salud que tiene como objetivo prevenir el consumo de sustancias en adolescentes a través del fortalecimiento familiar, uno de los factores de protección más importantes. Amor, límites y comunicación son los pilares del programa. Trabaja con familias que tienen hijos entre 10 y 14 años y sus padres con excelentes resultados. Se está implementando exitosamente y se espera llegar a todo el territorio nacional a través de los equipos departamentales de prevención de adicciones recientemente formados.
Entendiendo que para realizar prevención del consumo de sustancias necesitábamos ampliar las estacas y trabajar además de con la familia, con la escuela, la comunidad y las oportunidades para adolescentes, buscamos ir a más y potenciar las acciones trayendo el Modelo Islandés de Prevención (MIP).
El MIP constituye el modelo de prevención desarrollado y aplicado en Islandia desde inicio de los años 90. Planet Youth representa la organización de asesoramiento y servicios fundada para adaptar e implementar el MIP en otros países.
Este modelo toma como base un enfoque participativo basado en evidencias científicas, con eficacia demostrada en la reducción del consumo de sustancias en Islandia durante más de 20 años. Es aplicado con muy buenos resultados comprobados en más de 30 países tanto en Europa como en América, entre los que se puede mencionar México, Estados Unidos, Canadá, Corea del Sur, entre otros y cientos de municipios de diferentes países alrededor del mundo. Asimismo, presenta una particularidad única de poder ser adaptado a las necesidades socioculturales de la región o zona en que se desee aplicar, siendo el resultado final una estrategia a la medida de las necesidades puntuales que ha demostrado poder ser aplicada en cualquier comunidad.
Estas características, sumado a sus resultados, que han permitido reducir considerablemente no solo los factores de riesgo sino también el consumo de sustancias en los jóvenes de manera paulatina a lo largo del tiempo, hacen de este un modelo único en el mundo desde una perspectiva que permite combinar el enfoque humano, organizacional, tecnológico y participativo, interviniendo los más amplios sectores de la sociedad a través de investigadores, responsables políticos, legisladores, líderes administrativos y profesionales. Esto implica que la comunidad toda es parte de la prevención de esta problemática.
La base de su diseño apunta a fortalecer los factores de protección, mitigar los factores de riesgo y crear entornos comunitarios saludables para el desarrollo positivo de los jóvenes. Si bien el centro es el adolescente, su enfoque trabaja con lo que lo rodea para que este elija no consumir. Por ello, las acciones están dirigidas no al individuo aislado, sino a todo lo que lo rodea: la familia, la escuela, el grupo de pares, la comunidad toda.
El objetivo es mejorar la vida de los jóvenes. El modelo hace hincapié en la importancia de la familia, la crianza sensible, la conquista del tiempo libre y la construcción de una comunidad de apoyo y vinculada alrededor de cada joven. Sigue un enfoque comunitario concebido para disuadir a los adolescentes de consumir sustancias y promover las oportunidades para un desarrollo positivo durante la juventud.
Al implementar este enfoque comunitario para trabajar la prevención primaria en Islandia, los factores protectores comenzaron a aumentar, los factores de riesgo a disminuir y el consumo de sustancias en los jóvenes comenzó a reducirse considerablemente de manera paulatina a lo largo del tiempo, lo que ha comenzado a ocurrir en aquellos sitios donde se aplica. Nuestro objetivo es que Uruguay sea uno de ellos y que en el proceso logremos demostrar que la prevención aquí también es posible.
La implementación se encuentra en el inicio de la primera etapa. La aplicación piloto se realiza en cuatro puntos del país: San Jacinto (Canelones), Colonia del Sacramento (Colonia), Pan de Azúcar (Maldonado) y Tranqueras (Rivera). Se espera, de igual forma que se ha logrado con Familias Fuertes, escalonar el programa a nivel nacional.
*Lorena Quintana es doctora en medicina familiar y comunitaria, especialista en políticas de drogas, en género y en ciencias políticas.
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