Habían llegado a niveles alarmantes en el anterior gobierno, habiéndose ubicado en un 7% de los hogares; actualmente se encuentra en cerca de un 2%.
La Encuesta Continua de Hogares del Instituto Nacional de Estadística reveló que la inseguridad alimentaria moderada o grave se estimó en un 13,7% de los hogares. Esto significa que de cada 1000 hogares, 137 habían reducido la cantidad de alimentos que consumían por falta de dinero u otros recursos alguna vez en los últimos 12 meses. La medición se realizó en junio durante 2022, 2023 y este año.
Respecto a otros años, se observa una disminución. Los hogares con inseguridad alimentaria moderada o grave en 2022 eran 15,3 cada 1000, y aquellos con inseguridad alimentaria grave pasaron de 2,6 cada 1000 en 2002, a 1,9.
Los resultados surgen de incorporar en la Encuesta Continua de Hogares un módulo de seguridad alimentaria que incluyó la Escala de Experiencia de Inseguridad Alimentaria (FIES, por sus siglas en inglés). Dicha escala indaga la capacidad de las personas de acceder a los alimentos y permite identificar experiencias asociadas a los diferentes grados de severidad de la inseguridad alimentaria.
La inseguridad alimentaria moderada o grave se produce cuando la capacidad de obtener alimentos se ve afectada por factores como los ingresos o el acceso a los recursos. En este caso, las personas pueden tener que reducir la cantidad o la calidad de los alimentos que consumen.
La inseguridad alimentaria grave es aquella en que alguna persona del hogar no haya comido en todo el día al menos una vez en los últimos 12 meses. Se estima que 22 personas cada mil, viven en hogares con inseguridad alimentaria grave.
El estudio muestra que existe una prevalencia de inseguridad alimentaria moderada o grave significativamente menor en Montevideo en relación con el interior. Cuando se analiza los departamentos más afectos, estos se encuentran en la zona centro y sureste y en la región noreste.
Si observamos los niveles de inseguridad alimentaria grave, en Salto, Paysandú, Río Negro, Soriano, Colonia y San José se llega al 2,3%, de los hogares y la inseguridad alimentaria moderada o grave es de 13,2%.
Para Flores, Durazno, Florida, Lavalleja, Maldonado y Rocha la inseguridad alimentaria grave se ubica en 2,3%, y la moderada o grave alcanza 16,6%. En Artigas, Tacuarembó, Rivera, Cerro Largo y Treinta y Tres, la inseguridad alimentaria grave es de 2,1% y la moderada o grave se ubicó en 15,9%. Para Montevideo y Canelones los valores son de 1,7% en grave y 12,7% en moderada o grave.
En el caso de la región compuesta por los departamentos de Flores, Durazno, Florida, Lavalleja, Maldonado y Rocha se observó un aumento de inseguridad alimentaria moderada y grave en 2024 respecto a 2022 y 2023.
Menores los más afectados
Como era de esperarse la inseguridad alimentaria se concentró principalmente en los hogares del primer quintil de ingresos, entre los que la inseguridad alimentaria moderada o grave alcanzó el 33,4% y la inseguridad alimentaria grave el 6,4%. Existe una notoria diferencia con el resto de los quintiles. En inseguridad alimentaria moderada o grave para el quintil dos fue de 18,9%, en el tres 9,6%, en el cuatro 4,8% y en el quinto 1,9%.
Otro detalle es que la inseguridad alimentaria fue mayor en aquellos hogares donde vivían menores de 6 años. A este respecto la prevalencia de inseguridad alimentaria moderada y grave alcanzó el 17,6% en los hogares con menores de 6 años, mientras que la inseguridad alimentaria grave alcanzó el 2,5%. Es decir, cada 1000 hogares con niños menores de 6 años, 176 experimentaban inseguridad alimentaria moderada o grave, y 25 tenían inseguridad alimentaria grave.
La diferencia con los hogares que no tienen menores de 6 años es bastante grande y llega a más de 4 puntos. Por otra parte, la inseguridad alimentaria moderada y grave alcanzó el 17,7% en los hogares con menores de 18 años, mientras que la inseguridad alimentaria grave alcanzó el 2,5%.
Anterior gobierno desoyó las alarmas de la FAO
La Mañana dialogó con el director del Instituto Nacional de Alimentación (INDA), Ignacio Elgue. Este señaló que la inseguridad alimentaria grave es un fenómeno multicausal, ya que se trata de personas con dificultades de trabajo y en materia habitacional. Este grupo de personas es aquella que está en los niveles de indigencia y pobreza.
“Es el núcleo más duro de la población y el que es más difícil poder sacarlos de su situación”, acotó el jerarca. Sobre la situación de los menores de seis años, explicó: “Cuando vemos que las personas con más pobreza en el Uruguay son los hogares que tienen más menores de 6 años, esto es un reflejo de eso. O sea, la inseguridad alimentaria y sobre todo la grave, los que pasan hambre, están directamente relacionados con la pobreza infantil. Los hogares que tienen niños menores de 6 años son los más pobres del Uruguay”.
Otro punto que Elgue destacó fue que el INDA puso el foco en Montevideo y Canelones, donde la inseguridad alimentaria grave bajó un 40%, pasando de 3% a 1,6%.
Por eso considera que los planes de alimentación dieron resultado. INDA abrió en Montevideo dos comedores y el Plan de Alimentación Territorial (PAT) con 22 puntos de distribución de una comida especial. “Creemos que estas acciones tuvieron consecuencia directa en la baja de la inseguridad alimentaria grave”, dijo Elgue. Actualmente, se entregan unas 6500 viandas, que se suman a las 4000 que se brindan en los comedores. Según un relevamiento realizado por el INDA, más del 90% de los usuarios manifestaron conformidad respecto al programa. El PAT se implementa en Montevideo y Canelones. Funcionan siete puntos de distribución fijos y cinco móviles que recorren distintos trayectos. “Allí se brindan viandas que siguen el plan nutricional elaborado por profesionales del instituto, prontas para calentar en su propio envase”, explicó. El servicio funciona los siete días de la semana.
En el norte del país también bajó la inseguridad alimentaria moderada y grave, ya que se reforzaron los comedores y el Plan Invierno. Elgue señaló que la asistencia alimentaria tiene que ser por un período de tiempo. “Después tienen que cambiar las condiciones socioeconómicas de la población y la salida laboral. Hay que darle la mano a los que precisan en el momento, pero no puede ser permanente o que siga creciendo la asistencia alimentaria porque tiene un techo”, agregó.
Sobre la evaluación efectuada en esta gestión, sostuvo: “Llegamos a un INDA desmantelado, que estaba cerrando comedores. Los números de inseguridad alimentaria entre 2016 y 2018 eran una alerta y gravísimos. Las autoridades anteriores cerraron en 2016 dos comedores y desoyeron las alarmas de la FAO. En 2020, con la pandemia se vio la realidad y por eso surgieron las ollas y desde INDA reforzamos la atención con más personal y un mayor presupuesto para poder desarrollar programas de asistencia alimentaria”.
Las encuestas en el Uruguay por parte de la FAO marcaban desde 2014 una cifra superior al 2% en inseguridad alimentaria grave y llegó al 7% en 2016. Desde hace tres años la encuesta la lleva adelante el INE y cubre más personas. Elgue indica al respecto: “Nosotros, saliendo de la pandemia, tuvimos el coraje de medir cuánta era la inseguridad alimentaria del Uruguay con números propios. Los números no sabíamos cómo nos iban a dar. Capaz que nos daban peores que los de la FAO. Pero igual lo hicimos porque queríamos tener una herramienta científica para poder basar nuestro programa. Esto no es un relato, es un trabajo científico”.
En cuanto al crecimiento de la inseguridad alimentaria moderada en la región central, se estima que existió un incremento en Rocha y Maldonado por una baja en el empleo.
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