Si no se toman medidas, para el 2030 Uruguay podría enfrentar un volumen de desechos de baterías tóxicas equivalente a cinco estadios llenos. Sabrina Katz propone revalorizar y reciclar las baterías de litio en el país. En entrevista con La Mañana, la ingeniera técnica prevencionista explica cómo su proyecto puede transformar el impacto ambiental de estos residuos y promover una economía circular en el sector energético.
Sabrina Katz es ingeniera técnica prevencionista y miembro de la Asociación Uruguaya de Mujeres en la Energía (AUME), organización que reúne a más de 100 profesionales del sector energético. Fue beneficiaria de un fondo no reembolsable de Validación de Ideas de Negocio (VIN) de la Agencia Nacional de Desarrollo (ANDE) por un proyecto incubado en la Universidad ORT, con el que desarrolló el primer prototipo de revalorización de baterías de litio. Además, ganó el primer premio en un evento organizado recientemente por el Centro de Investigación de la ORT y la Embajada de Estados Unidos, tras presentar su proyecto en un curso de emprendedurismo. Actualmente está trabajando en la creación de la primera fábrica para la producción de baterías 18.650 en Uruguay.
¿Cómo surgió la idea de trabajar en el reciclaje de baterías de litio?
El tema me venía dando vueltas hace años. De hecho, ya había presentado un primer proyecto en los Premios Latinoamérica Verde 2016 [un festival de sostenibilidad que cada año premia y da visibilidad a los 500 mejores proyectos sociales y ambientales de la región]. La idea fue seleccionada en el puesto 184, y aunque había que seguir desarrollándola, en ese momento no lo hice. Sin embargo, continué investigando sobre el litio y siempre me pregunté qué pasaría con los residuos. Empecé a estudiar lo que sucedía en Latinoamérica y me di cuenta de que existía un abismo, estábamos muy lejos, se hablaba sobre cómo extraer litio o cómo construir cosas con él, pero no sobre qué pasaría con los residuos tóxicos.
¿Cuáles son los riesgos ambientales y de salud asociados a los desechos del litio?
Es similar a lo que ocurrió con las baterías de plomo y su impacto ambiental. Con el litio va a pasar exactamente lo mismo. La gran diferencia es que si logramos revalorizarlas, podemos aprovecharlas para otros usos. Cuando retiras una batería, por ejemplo, de un auto eléctrico que se ha usado durante siete u ocho años, todavía conserva un 80% de vida útil. Aunque ya no sirva para impulsar el vehículo, puede utilizarse para muchos otros fines. Eso es lo positivo del litio: las baterías de autos eléctricos, al igual que las de celulares o notebooks, pueden seguir usándose en otras aplicaciones.
¿Por ejemplo?
Nosotros, por ejemplo, tomamos una batería de auto eléctrico que ya no servía para impulsarlo y armamos un banco de almacenamiento de energía capaz de iluminar un motorhome durante varias semanas sin necesidad de recarga. Además, se le pueden añadir fuentes renovables, como paneles solares o energía eólica, y, en el peor de los casos, también se puede cargar con energía eléctrica cuando la tarifa es más barata para luego utilizarla cuando el costo de la electricidad sea más alto.
¿Cuánto tiempo de durabilidad tiene una batería de litio reutilizada en estas condiciones?
Normalmente, después de la primera vida tiene cinco o seis años más y recién después se puede reciclarla. Lo bueno del reciclaje es que podemos dejar de contaminar, porque se pueden reutilizar los componentes valiosos que tiene la batería: litio, cobalto y manganeso. Esto retorna a la cadena para volver a producir baterías de litio con este mismo residuo. Hay mucho para hacer y lo bueno es que se puede generar circularidad con el litio. En el caso de las baterías de notebooks, se pueden crear pequeños paquetes combinando 3, 4 o 5 baterías, según las necesidades. Estos packs pueden proporcionar energía en lugares donde el cableado eléctrico no llega o es muy costoso, lo cual sería útil en áreas rurales, por ejemplo. Incluso en el futuro, se podría replantear el tendido eléctrico de las calles, sustituyendo el costoso cableado y luminarias y pasar todo a estos sistemas más eficientes.
¿Existen regulaciones en Uruguay respecto a la disposición final de las baterías de litio? ¿Cuál es el destino de estos desechos actualmente?
Uruguay carece de una normativa que regule el manejo de estos residuos, lo que lleva a que terminen en vertederos, donde el litio, el cobalto y el manganeso se filtran al suelo y al agua. Estos materiales, que no deberían llegar a la tierra ni al agua, acaban allí debido a una disposición incorrecta. La mayoría de las personas desecha las baterías de manera inapropiada, y aunque las intendencias están intentando recolectarlas para enterrarlas en fosas, como se hizo con las de plomo en su momento, esto no ha demostrado ser una solución a largo plazo. No está comprobado que, en 15, 20 o 50 años estos residuos no regresen al medioambiente. Por lo tanto, hay mucho trabajo por hacer, más allá de la disposición final, como la creación de una normativa adecuada para gestionar estos residuos.
¿A quién le corresponde el desarrollo de la normativa?
Debe realizarse en colaboración entre el Estado y los privados, ya que suele nutrirse de ambos sectores. El pasado 12 de octubre se promulgó el Reglamento para la Gestión Integral de Residuos de Aparatos Eléctricos y Electrónicos (Decreto 292/024 del MIEM), que prohíbe tirar residuos electrónicos a la basura. Sin embargo, este reglamento no aborda específicamente a las baterías de litio, sino que regula los residuos electrónicos en general. Aunque esta normativa recién se implementó, desde 2010 se están vendiendo celulares con baterías de litio. Además, Ceibal lleva 17 años con baterías de litio en desuso, a la espera de una solución sobre qué hacer con ellas.
¿Existen datos sobre el volumen de baterías que podrían reciclarse en el país?
Sí, hay datos de la Agencia Internacional de Energía. Prevén que para el año 2030 haya en Uruguay más de cinco estadios repletos de baterías de litio, lo que representa 7,5 millones de dólares tirados. Esa es la proyección que se tiene.
¿Qué tecnologías son necesarias para el reciclaje eficiente de baterías?
Todo lo que se pueda mecanizar seguramente va a hacer mucho más fácil el trabajo, hoy lo estamos haciendo de forma manual.
¿Cómo lo hacen?
Desarmamos una batería de auto para probar cada una de sus celdas manualmente, debido a la falta de un potenciostato en Uruguay que evalúe la carga completa. Se seleccionan las celdas en buen estado y se ensamblan en bancos de almacenamiento de energía, ajustados a la potencia requerida. Estos bancos, que se construyen celda por celda, se utilizan para aplicaciones como alimentar motorhomes, como demostramos, o instalaciones autónomas, creando una fuente de energía sustentable sin recurrir a la red eléctrica convencional.
¿Cuáles son los mayores desafíos que enfrenta Uruguay para reciclar estas baterías?
En primera instancia, la normativa es clave. Depende de ella que el proceso de reciclaje y reutilización se realice correctamente. Si no existe una normativa que regule y obligue, lamentablemente, las baterías empezarán a desarmarse de forma incorrecta. Ya lo estoy observando con las baterías 18.650, que se usan en monopatines, bicicletas eléctricas y aspiradoras robot. He visto que varios han comenzado a cambiar las baterías, pero muchos lo están haciendo de manera inapropiada. Este es un problema, porque aunque el mercado se abre y surgen nuevas oportunidades, la falta de regulación plantea un riesgo: ¿quién controla que se estén manejando correctamente las baterías y que la disposición sea adecuada?
¿Qué oportunidades de crecimiento e innovación ofrece la iniciativa que propone?
Las soluciones que ofrece el litio son infinitas, se puede iluminar desde una bombita de 50 watts con un pequeño packde baterías o potenciarlo y alimentar una bombita de 150. Y lo mismo con un generador, podemos armar un generador para un motorhome, como un generador para un edificio. Entonces, la magnitud de lo que se puede hacer es enorme. Sin embargo, por lo que tenemos que pelear es por hacer circular el proceso, recibir baterías, reciclarlas, volver a usar esos productos en otras cosas, darles una segunda vida a las baterías…
¿Cómo ha contribuido AUME con su proyecto?
Lo que he encontrado ahí es la sinergia con determinadas personas que te potencian, porque podés encontrar desde una contadora, hasta alguien que trabaja en un ministerio o gente que tiene otras profesiones… Tiene un montón de gente tirando para el mismo lado, con la misma cabeza, e invirtiendo en la energía.
¿Hace cuánto está trabajando en esta iniciativa?
Puntualmente con este de las baterías desde 2023. Comenzamos con el proyecto de revalorización de baterías, y en diciembre de ese año ganamos el premio de ANDE. Al principio, la idea enfrentó muchas resistencias, nos dijeron “esto acá no”. Fue una verdadera lucha conseguir las baterías y demostrar su viabilidad, ya que no había técnicos dispuestos a trabajar con litio de las baterías de autos, por los riesgos asociados a su manipulación. Ahora el desafío es obtener un sello o certificación para validar los productos que se fabriquen, pero ya estamos avanzando en ese proceso. Creo que este proyecto posiciona a Uruguay como líder regional en la revalorización y reciclaje de baterías de litio. Podemos transformar el pasado en la energía del futuro, y sí, Uruguay tiene todas las condiciones para lograrlo. Contamos con gente capacitada y, si bien es necesario traer maquinaria, países como Estados Unidos, Canadá y España ya están liderando en este campo. En Sudamérica, todavía no hay iniciativas similares, por eso quiero correr. Me dicen que primero tengo que aprender a caminar, pero yo quiero correr.
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