Como señalé hace unos días en la ciudad de Buenos Aires, en acto que realizó la Coalición Republicana, en apoyo a la candidatura de Álvaro Delgado y Valeria Ripoll, en 1959, poco antes de morir, el doctor Luis Alberto de Herrera, pronunció un discurso que para mí en aquel momento resultó enigmático, ya que en el mismo señaló: “Adviene otro tipo de lucha distinto a este que venimos a resolver con éxito. No será más entre blancos y colorados, sino entre nacionales, quienes quieren y merecen serlo, y los que no lo son porque no lo sienten o porque no les conviene”.
Hoy estamos ante un nuevo acto eleccionario en el que las divisas partidarias no están en juego, como señalaba el doctor Herrera hace 60 años, la cuestión es alinearse con los nacionales y enfrentar a quienes no lo son porque no lo quieren o no les conviene. En tal sentido, hace cinco años hemos coadyuvado a la fundación de Cabildo Abierto, hemos propuesto el nombre del partido y lo hemos hecho con la intención de apoyar la afirmación del ser nacional, que supone un respeto por la identidad histórica de nuestro país, su enraizamiento en lo que son las bases de la sociedad occidental y cristiana y la preservación de una cultura que honra la vida y se resigna a la muerte física como un fenómeno natural.
Esta sociedad elevó a la calidad de ley positiva con fundamento natural los principios del decálogo y conformó un ente nacional con profundas raíces en esta sociedad occidental y cristiana, de la que nuestro país ha formado parte. Hoy estamos frente una disyuntiva, entre dos candidaturas y una de ellas es claro que se aparta radicalmente de los principios que hacen a nuestra identidad nacional y sostiene, como columna vertebral, desde el punto de vista moral, lo que se ha dado denominar ideología de género, que pretende enfrentar a hombres y mujeres, desconociendo que desde los orígenes de la humanidad ha sido el concierto de estos dos sexos, el que ha prolongado la vida humana sobre el planeta Tierra.
Este quizás sea uno de los aspectos más dañinos de una de las candidaturas, apoyada por sectores que unánimemente favorecen a esta ideología, que reconocemos también que ha permeado algunos otros sectores políticos de nuestra sociedad. Este planteo ideológico, alejado quizás de los intereses inmediatos de las muchedumbres, nos parece incluso más importante que la polémica que pueden originar los aspectos materiales de la contienda política, por el socavamiento silencioso de la moral social, con incuestionables resultados perversos en el largo plazo.
En los planteos materiales que trasunta la política, llevada a cabo en el pasado por los sectores que apoyan la candidatura de la oposición, se han perpetrado conductas en contradicción con los intereses proclamados de la boca para afuera, dando lugar a la mayor concentración de la historia de la propiedad rural y de la propiedad comercial, se ha favorecido la expoliación de los ingresos de los trabajadores a través de una política tributaria que castiga más al que más trabaja y una política de intereses financieros que ha permitido a las instituciones que se dedican a esta actividad a cobrar altísimas tasas de interés, que han significado un enorme sacrificio material para los trabajadores que recurren habitualmente a las instituciones de crédito para financiar sus gastos corrientes. En el mismo sentido, la oposición siendo gobierno ha llevado a cabo una política de obligatoriedad bancaria disfrazada de inclusión financiera, que ha favorecido a la banca y que bajo el pretexto de combatir el lavado de dinero impone a los habitantes una especie de dictadura bancaria, que le expropia la libertad de decidir sobre la forma de manejar su dinero.
El programa aprobado por la Coalición Republicana, titulado “Gobernar entre todos. Compromiso País”, nos genera la esperanza de poder reencarrilar al Uruguay, en un país, donde se sostengan valores que acuñaron nuestra identidad nacional, compartidos por otras naciones de Occidente, la preservación de nuestra soberanía nacional, crecientemente limitada por la injerencia de entidades supranacionales, la posibilidad de impedir la propagación de la llamada ideología de género, que destruye los valores morales tradicionales y resquebraja la institución familiar y particularmente la adopción de medidas en el campo económico, protejan a la clase media, respeten el derecho de propiedad y frustren la posibilidad de que los grandes grupos económicos y financieros ejerzan una dictadura material sobre los ciudadanos de la república. Por todo eso, entendemos que debemos acompañar a los candidatos de la fórmula Álvaro Delgado y Valeria Ripoll, que respalda la Coalición Republicana alineándonos con los intereses nacionales, desconocidos por un internacionalismo que ignora la artiguista soberanía particular de los pueblos.
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