Milton Friedman decía que la libertad era una sola, económica y política. Pronosticaba la caída de los regímenes totalitarios de Chile y de China. En el caso de Chile, Friedman fue testigo de que la libertad económica trajo la libertad política en 1990. De la misma forma, un país no puede ser próspero si sus instituciones no son sólidas, y eso pasaba en el Uruguay de 1904.
Luego del Pacto de la Cruz, en setiembre de 1897, en Uruguay se había establecido una realidad política de “doble gobierno” de ambos partidos fundacionales, Blanco y Colorado. De esta forma, 13 departamentos acataban las órdenes del presidente de la República, mientras que los restantes seis –Cerro Largo, Flores, Maldonado, Rivera, San José y Treinta y Tres– respondían al caudillo blanco Aparicio Saravia. Uruguay venía de muchos años de guerra civil, la novela La tierra purpúrea, de Guillermo Hudson, hace referencia a los brutales enfrentamientos entre blancos y colorados. El título hace alusión al color de la sangre en la tierra.
En 1903, la Asamblea General eligió a José Batlle y Ordóñez como presidente de la República. Batlle decidió terminar con la situación del país dividido en dos gobiernos. Al momento de distribuir las jefaturas políticas, Batlle otorgó dos de las que les correspondían a los blancos al sector de Acevedo Díaz (que lo había apoyado en la Asamblea General para llegar a la Presidencia). La mayoría del Partido Nacional lo tomó como una violación del Pacto de la Cruz. Esto trajo un primer levantamiento en 1903 por parte de Aparicio Saravia y el 4 de enero de 1904 se proclamó la revolución contra el gobierno central. Fueron nueve meses que terminaron con la muerte del caudillo blanco. A partir de ese momento el país dejó de estar cogobernado y encaró el fortalecimiento de sus instituciones. Nacía el batllismo, una corriente política colorada, liberal en varios aspectos, no en lo económico.
Entre 1852 y 1875 se daba una expansión económica en nuestro país, el PBI crecía ininterrumpidamente colocando el PBI per cápita del Uruguay por encima del de la Argentina y similar al de los países más ricos de Europa. A partir de 1875 se empezaron a aplicar políticas dirigistas o mercantilistas. Estas medidas eran proteccionistas, especialmente en cuanto al comercio exterior. Se creía que cerrándose a la importación de productos industrializados, especialmente del Reino Unido, florecería una industria local. Un error que Uruguay y toda América Latina repetirían en el futuro, por ejemplo, con el plan de sustitución de importaciones de la Cepal.
Llegamos a 1904 con un país que ya no crecía al mismo ritmo que Europa y que venía de tener dos gobiernos simultáneos. Las guerras civiles habían generado un desajuste fiscal que afortunadamente no impactaría de forma importante en el crecimiento del PBI. El motor de la economía era la exportación de productos agropecuarios.
Batlle dedicó sus dos presidencias (1903-1907 y 1911-1915) a crear instituciones nacionales y a nacionalizar empresas extranjeras, creando monopolios estatales. Se compró el ferrocarril a los ingleses, se nacionalizan bancos y empresas que brindaron servicios básicos a la población, como la UTE. De esta forma se creía que el Estado se quedaría con las ganancias que antes eran de accionistas. No se tuvo en cuenta que el Estado no es tan eficiente a la hora de administrar una empresa y que al no existir competencia los servicios se vuelven caros y malos.
Se creó un pequeño país modelo, basado en el Estado de bienestar financiado por la exportación de productos agropecuarios, especialmente lana y carne congelada. El batllismo aumentaba los impuestos a la tierra, buscando redistribuir, y con esos impuestos financiaba el Estado. El crecimiento del PBI per cápita era de un 3% anual hasta 1913.
En 1911 se estatizó el Banco de la República Oriental del Uruguay (BROU) y en 1913 el Banco Hipotecario. En ese año el BROU experimentó su primera crisis, lo que llevó al país a tener una crisis financiera que luego contagiaría todas las áreas de la economía. Todo comenzó con la negativa del Banco Glyns Mills & Co. de renovar un préstamo al BROU debido al entender que este no era tan sólido una vez nacionalizado. Finalmente, ese préstamo se renovó hipotecando parte del oro de las reservas de Uruguay, que se depositaron en el Banco de Londres. De esta forma, el encaje que poseía el banco no llegaba al 40% de la moneda emitida, y el BROU en esos años era el emisor de la moneda local. Al conocerse esto se produjo una corrida bancaria, lo que hizo que el banco presionara a sus deudores y no diera más prestamos a productores. Los depósitos del BROU cayeron a menos de la mitad, la tasa de interés subió y entraríamos en una recesión, con contracción del PBI, de la que solo saldríamos gracias al aumento de las exportaciones de alimentos en conflictos bélicos venideros.
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