Para quienes viven fuera de nuestro país, votar es una razón más que valedera para viajar a Uruguay, en especial para quienes vienen de países vecinos, particularmente Argentina. Cada cinco años, el acto electoral constituye una fiesta democrática de gran valor en sí misma por lo que significa poder elegir el Gobierno de los próximos cinco años.
Desde temprano en la madrugada del domingo 24, cuando la ciudad aún está en silencio y los primeros rayos de luz no han comenzado a insinuarse, miles de funcionarios de la Corte Electoral, policiales y militares comienzan a movilizarse para asegurar el traslado de las urnas y los materiales necesarios para que cada mesa pueda funcionar adecuadamente. En cada rincón del país hay un lugar de recepción de votos para que todos los ciudadanos puedan elegir al candidato de su preferencia.
Mucho antes de abrir las puertas a los votantes, los locales ya están prontos para la tarea. El esfuerzo humano e institucional es enorme, para que los documentos y el material de trabajo estén preparados y ordenados cuando comience el día que será largo y de horas lentas.
En algún momento, el primer rayo de luz aparece por el este. Las ciudades muestran un movimiento, ritmo y colorido mayor al que estamos acostumbrados, y en algún lugar alguien emite el primer voto.
Mientras tanto, a través de las fronteras, en los aeropuertos, y en los puertos de Colonia y Montevideo, comienzan a llegar los primeros viajes de compatriotas.
Vienen con bolsos pequeños, porque la mayoría regresará pronto a su lugar de residencia. Llegan en varios cientos, o miles. Desde 1984 ha sido así, pero en los últimos años la tecnología da la posibilidad de una mejor la organización con un esfuerzo más controlado. Hace semanas o meses que se crearon grupos de WhatsApp para reunir a los que quieran viajar para ejercer el derecho al voto. Lo único que no cambia, lo que permanece y se repite a pesar del cambio de generaciones, es la esperanza con la que se viene a votar.
El grueso viene de Buenos Aires, pero no solo de ciudad capital o provincia, también de Córdoba, Entre Ríos, Salta, incluso Neuquén, allá contra la cordillera, y por supuesto, tampoco faltan uruguayos que viven en Chile y sin dudar atraviesan la cordillera.
Según supo La Mañana, sus destinos son tan variados como sus procedencias. Viajan a ciudades como Montevideo, Maldonado, Florida, Carmelo, Tala, Young, Mariscala, Trinidad, Rivera Tacuarembó, Piriápolis, Mercedes, Atlántida, Cardal, Canelones, entre otras.
El motivo es votar pero sin limitar su viaje a eso, también es una jornada de encuentro familiar y de amigos.
Hay quienes solo pasarán el día porque deben regresar temprano para trabajar o llevar sus hijos a la escuela; otros pueden permanecer algún tiempo más y aprovecharán a quedarse con sus afectos. Son historias de vida, sueños e ilusiones que se unifican en cada votante; es el lado humano de una jornada en la que el tema del que más se hablará, será la política.
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