Sin la algarabía que dominó el pasado 27 de octubre, los floridenses concurrieron a las urnas con suma tranquilidad y huyendo al calor reinante, que este domingo estuvo acompañado por un alto índice de humedad. Tanto en la capital departamental como en las diferentes localidades del interior, las primeras horas de la mañana fueron las preferidas para las personas de más edad, mientras que después de las 17 horas se formó el segundo envión importante de votantes. La Mañana estuvo presente en varias partes del departamento, conversó con los votantes y recogió algunas anécdotas. En horas del mediodía, en ese departamento había votado el 46% (26.974) de los 58.174 habilitados, según datos de la Corte Electoral. Cerca de la hora de cierre de las mesas receptoras de votos esa cifra había subido a 47.110 (81% de los habilitados para votar).
Como es costumbre en ellos, Alfonso y Gladys, de 66 y 64 años respectivamente, prepararon su ropa de salir la noche anterior y dejaron sobre la mesa del comedor ambas credenciales y las listas que contenían la fórmula presidencial por la cual optaron, porque como lo han hecho toda la vida había que votar bien tempranito. Así lo contó Gladys a La Mañana cuando salía junto a su marido de la mesa de votación en el Club de Sarandí Grande. “Hoy va a estar brava la calor”, señaló Alfonso, que además de repetir la tradición de ser uno de los primeros en votar también le quería escapar a los más de 30 grados que hizo sobre el mediodía de este domingo en el departamento de Florida. “Pensábamos que íbamos a ser los primeros”, sin embargo, al llegar a su mesa de votación comprobaron que una decena de votantes ya se les habían adelantado, por lo general vecinos que siguen las mismas reglas que ellos: ser de los primeros en acudir a las urnas.
A la salida la mujer dijo entre risas “ya cumplimos con la Patria” y se retiraron a su casa porque la jornada sería larga, con hijos y nietos alrededor que llegaban de diferentes puntos del departamento para votar y de paso pasar un domingo en familia. Mientras se retiraban, saludaron a María de los Ángeles, a la cual a pesar de vivir en la misma ciudad no veían desde hace tiempo. Mientras esperaba en la cola, la recién llegada dijo que tenía marcada la agenda, votaría y seguiría la recorrida que abarcaba la panadería, el almacén y la casa de su hermano, que le quedaba de pasada camino a la suya. “Es lindo votar, a mí me gusta”, señaló con un dejo de alegría mientras agregaba: “No cuesta nada y por lo menos te encontrás con gente conocida”, mientras explicaba que era jubilada desde hacía 10 años.
En la ciudad el mayor flujo fue de mañana
En la ciudad de Florida pasó algo similar. En las primeras horas de la mañana se produjo el primer envión importante de votantes, sobre todo en los circuitos destinados a las personas de mayor edad. Con el pasar de las horas se fueron sumando votantes más jóvenes y hubo momento que el tráfico se hizo insostenible en una ciudad que no fue pensada para el número de vehículos que actualmente recorren sus calles, muchos de ellos contratados o conducidos directamente por dirigentes de los partidos políticos que iban y venían en busca de sus votantes ya agendados con hora y dirección en los días previos. Uno de ellos fue Carlos, que a sus 52 años utiliza su auto para hacerse “una changuita para la olla”. Dijo que cada vez que puede aprovecha el día de las elecciones para hacerse unos pesos. Aclaró que tiene su “corazoncito”, pero prefirió no mencionarlo porque en las diferentes elecciones ha trabajado para varios partidos políticos levantando gente para votar. Este domingo Carlos recogía votantes de la ciudad y de algunas localidades cercanas a Florida.
Gisselle junto a su pequeño hijo de 5 años fue una de las pocas votantes que le hizo frente al calor y aprovechó las horas del mediodía para sufragar. Dijo que nunca tiene una preferencia por las horas para concurrir, pero en esta oportunidad aprovechó que a esa altura del día no había colas en el liceo Instituto Manuel Oribe de la ciudad de Florida. “Nunca había votado tan rápido”, señaló en el momento de dejar el centro educativo y recordó que siempre había esperado en colas bastante largas y lentas.
Terminó su tarea en el tambo y fue a votar
En la Escuela Rural 81, ubicada a pocos kilómetros de la ciudad de Sarandí Grande, se encontraba una de las mesas en que se podía votar observado siempre y cuando la credencial perteneciera a las localidades urbanas del departamento, menos la ciudad de Florida y Sarandí Grande. Hasta allí fue La Mañana y se encontró con Alberto, el único votante que había en ese momento en el cetro educativo. “Hay que votar”, le dijo al periodista pensando que también estaba allí con esos fines. Trabaja como empelado de tambo y aprovechó su salida del establecimiento para hacer el trámite antes de dirigirse a su casa. Su familia es de la zona de Casupá, a unos 100 kilómetros de donde vive actualmente, y como nunca hizo el traslado siempre vota observado. Dijo que le gusta estar informado de lo que pasa en la política, aunque reveló: “Yo sigo votando al mismo partido desde la primera vez”. Mientras se iba y se hacían los saludos de rigor, dijo entre risas: “Hay que guardarla de vuelta hasta la próxima”, señalando la impecable credencial y aprestándose a subir en su moto para emprender el regreso con su familia.
Como ha sucedido desde que se instauró el balotaje para definir quién es el nuevo presidente, tanto la ciudad como el resto de los centros poblados carecieron del colorido que habitualmente ocupa las calles en día de elecciones. Recién en horas de la tarde, cuando se acercaba el cierre de las mesas receptoras de votos, comenzaron a aparecer fuertemente las banderas uruguayas y del Frente Amplio.
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