El Politólogo y analista Daniel Chasquetti dijo a La Mañana que Uruguay cambiará su política exterior, se alineará a Brasil y “va a votar distinto a como lo hace en la actualidad en la ONU y otros organismos respecto al conflicto Israel-Palestina”.
¿Qué comentario puede realizar respecto a los primeros días del presidente electo Yamandú Orsi?
Hay que destacar que ayudó mucho el resultado. Nos fuimos a dormir el domingo de noche con la certeza de que había un presidente. Los siguientes pasos de Orsi son como de manual. Visitó a Mujica, que es su mentor, luego al presidente Lacalle Pou y después comenzó a hacer movimientos que son un poco los esperables. Se montó una oficina para la transición y se empezó con los nombramientos. Creo que todo es correcto. También es correcta la actitud del actual gobierno, en el sentido de brindar toda la información. Es auspicioso el inicio de esta alternancia, tomando en cuenta que nada de esto es arreglado por la ley. En Estados Unidos sí lo está y en algunos países han pasado leyes de este tipo, para obligar al que sale y al que entra a ajustarse a ciertos protocolos. En Uruguay es un acuerdo de palabra, lo que muestra que tenemos una cultura política de cooperación y eso es muy destacable. A veces no nos damos cuenta, pero sí funciona.
¿Cuál es su opinión sobre la reunión que tuvo Pedro Bordaberry y dirigentes de la lista 10 con Orsi, considerando que dejaron de lado a Andrés Ojeda para ese encuentro?
Me llamó un poco la atención. Parece una picardía de Bordaberry. Yamandú Orsi tiene el problema de la Cámara de Diputados. Le faltan dos votos. Entonces, en la medida en que los partidos de la Coalición comienzan a relacionarse con el presidente electo en forma unilateral (en este caso una fracción de un partido), eso mejora las chances de Orsi, ya que se observan “problemas de información”. En el Partido Nacional y en el sector de Ojeda no saben lo que habló Bordaberry con Yamandú Orsi. Y va a ocurrir lo mismo en la medida que se sucedan estas reuniones. Esta reunión la pidió Bordaberry y supongo que Orsi rápidamente se dio cuenta de que cuanto más fragmentados estén mejores chances va a tener para conseguir los votos que le faltan. Va a tener una información privilegiada de cuáles son los intereses y las prioridades de cada grupo y poder establecer un marco de negociación distinto. En la teoría de juego se llama dilema del prisionero. Es decir, dos prisioneros cometen un delito y los ponen en cárceles separadas. Le toman declaraciones a cada uno por su lado y les dicen: “Bueno, si confesás te damos 10 años, pero si no confesás te vamos a dar 20”. Si los dos se mantienen unidos y no confiesan, pierden los dos. Y si los dos traicionan, ganan los dos. Pero como no tienen comunicación, ya que están aislados, no comparten información. Lo que ocurre naturalmente es que uno puede traicionar y otro puede no hacerlo, por lo tanto, pierde el que no lo hace. Entonces acá aparecen esos típicos dilemas de información, al no tener claro lo que habló cada uno con el presidente electo. Esto es permanente en política. Pasaba todo el tiempo con Lacalle Pou, que no reunía al gabinete y trataba unilateralmente a los ministros y a los líderes de la Coalición. Entonces, ese era un problema, genera suspicacia, dudas y puede ser una fuente de problemas complicados.
Se había insistido por algunos socios de la Coalición en mantener la unidad. ¿Esta actitud de Bordaberry no rompe un poco con ese esquema?
Hay que ver cómo lo toman. Me parece que es una movida un poco riesgosa, pero la Coalición no es un partido, es un acuerdo y no sé en qué está basado ese acuerdo. Es obvio que el acuerdo es muy claro en el caso de ganar, en el caso de perder no sé si hay un acuerdo. Entonces, lo actuado por Bordaberry me parece que puede traer problemas hacia la interna de la Coalición. Hay que ver cómo se lo toman. Hay que entender que una coalición de diferentes partidos lo que persigue, estrictamente, es resolver los problemas de un presidente que no tiene los votos suficientes en el Parlamento. Eso es una coalición en cualquier país. Coordinar como coalición en el Parlamento, fuera del gobierno, es un paso grande para ir transformándose en un partido que nuclee a todos los que la integran. Eso merece una discusión profunda que los partidos van a tener que dar, porque no alcanza con la voluntad o las declaraciones de los dirigentes.
¿Bordaberry puede haber estado negociando con Orsi cargos en los directorios, por ejemplo, de las empresas públicas?
No lo sabemos. Puede haber solicitado muchas cosas, como medidas legislativas, tratar de introducir prioridades en la agenda del gobierno. En general y como sucede, va a ocurrir al revés. Como la iniciativa para la asignación de cargos en los entes autónomos y en los consejos descentralizados es privativa del Poder Ejecutivo, este establece un criterio. Lacalle Pou estableció el criterio de contar cuántos cargos hay y en función de la votación que tuvo el Frente Amplio, le asignó 44. De hecho, hay algún lugar donde el Frente Amplio no estuvo porque la respuesta desde el Ejecutivo fue “no tuvieron suficientes votos”. Hay que ver cuál es el criterio que toma Orsi. Pienso que va a ser parecido al de Mujica, quien garantizó en cada directorio un lugar a la oposición. Yamandú Orsi va a tener menos problemas que Lacalle Pou, que debía otorgar cargos a cinco partidos y cuanto más le sacará al Frente Amplio más tenía para repartir en la Coalición, pero Orsi lo puede manejar de otro modo.
“Uruguay va a empezar a votar distinto”
¿Qué opina de qué el presidente electo haya realizado su primer viaje al exterior para visitar a Lula da Silva, presidente de Brasil?
Creo que es un cambio en la política exterior. Es decir, vamos a pasar de una política exterior que era autónoma de la región y de Brasil, muy pegada a Estados Unidos, a otra que va a tomar muy en cuenta al vecino país. Esto tiene que ver con afinidades ideológicas y tendrá repercusiones en problemas concretos. Por ejemplo, Uruguay va a votar distinto a como lo hace en la actualidad en la ONU y otros organismos respecto al conflicto Israel-Palestina y va a buscar no dejar aislados a Venezuela y Nicaragua. Viajar a ver a Lula es como dar una señal.
¿Orsi se aleja del presidente argentino, Javier Milei?
Milei está pegado, más ahora tras el triunfo de Trump, a Estados Unidos. Uruguay va a posicionarse junto a Brasil. Eso no es solo ideológico. También hay un componente de potenciar el mercado brasileño. Nuestros productos industrializados y algunos primarios también van a Brasil. Ahí hay una búsqueda de ampliar ese mercado.
Brasil está pasando por una situación financiera difícil, sobre la cual aún no se sabe las consecuencias finales. ¿Esta situación puede estar afectando este nuevo relacionamiento?
Puede complicar el segundo objetivo, que es el de aumentar el comercio y lograr abrir algún tipo de apoyo especial. Pero el alineamiento es más político. Brasil es un “jugador global”. El único momento en que dejó de serlo fue con Bolsonaro, que no tenía ningún interés en jugar en ese terreno, y me parece que el ser un “jugador global” está más allá de sí la economía brasileña funciona más o menos.
¿Usted considera que es positivo, negativo o neutral que Orsi esté invitando a su asunción a los presidentes de Venezuela, Cuba o Nicaragua, considerando que desde la ahora oposición se le solicitó que no se los invitara?
A mí me sorprende un poco que el perdedor le marque la cancha al ganador. Señalé que va a haber un movimiento en la política exterior. Invitar a estos presidentes es el resultado de ese movimiento. Cuando dicen desde el Frente Amplio que no quieren aislarlos porque desean buscar soluciones, salidas, mantener el diálogo, la consecuencia natural es que en un evento de esta naturaleza se les invite, por más que se tengan discrepancias con cosas que ellos hacen en sus países. Recuerdo que en 1984 Sanguinetti invitó a Fidel Castro y cuando le preguntaron por qué lo hacía, respondió: “Lo que no tenemos que hacer es aislarlo si queremos encontrar soluciones para el pueblo cubano”. Es obvio que va a haber una discusión por estas presencias en la asunción el 1º de marzo, pero tampoco es ilegítimo que la oposición le diga a Orsi que no los invite. Eso es parte de la política. Para mí estas invitaciones no son un capricho de Yamandú Orsi, sino que desde el Frente Amplio están viendo todos estos conflictos de un modo distinto a cómo los veía el gobierno que sale.
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