Jairo Larrarte es oriundo de Tacuarembó, de una familia humilde, trabajadora del ámbito rural. Tanto él como su padre no poseen campo propio. Una vez instalado en Montevideo, Jairo crea una inmobiliaria en la calle Brandsen. Luego vendría el Grupo Larrarte, empresa que ofrecía un bono ganadero con una rentabilidad mayor al 10% anual. A través de ese bono uno adquiría ganado vacuno que se engordaba en los “campos propios del grupo”. Su explosión mediática se da a partir del año 2022, cuando podía verse publicidad en las rutas, televisión y en las exposiciones rurales. La rentabilidad ofrecida era mayor a la que ofrecían empresas del rubro que estaban hacía más tiempo, por ejemplo, Conexión Ganadera, el fideicomiso ganadero más grande del país, dueño entre otros de la marca y carnes Stradivarius.
Grupo Larrarte se expande; de hecho, son tres empresas: Grupo Larrarte, Jairo Larrarte y un laboratorio genético. Al mismo tiempo tiene demoras en entregar las rentas. Varios acreedores comenzaron a averiguar cuál era el patrimonio del grupo.
En Uruguay hay dos tipos de concursos de acreedores, el voluntario y el necesario. El primero lo solicita el deudor, que en este caso sería Grupo Larrarte, el segundo lo pide uno o varios acreedores en caso de evidenciar insolvencia.
Grupo Larrarte entró en concurso necesario. En octubre de este año, el fiscal de delitos económicos y complejos Alejandro Machado investiga a Larrarte por los delitos de apropiación indebida, asociación para delinquir, estafa y lavado de activos. El fiscal tiene en su poder contratos incumplidos presentados por los denunciantes y la información del Ministerio de Ganadería que indica que los inversionistas no tienen ganado a su nombre. Jairo Larrarte declaró que parte del dinero recibido para comprar ganado se utilizó en otras unidades de negocios de su grupo económico. El activo de la empresa consiste en 400 cabeza de ganado propias, maquinaria de trabajo en el campo, el adelanto del arrendamiento de uno de los dos campos en los que se engordaba el ganado y el seguro por un siniestro de un vehículo de la empresa. Hay 2000 cabezas de ganado más que serían de los acreedores. El síndico (persona designada por el juez para buscar la información de activos, pasivos y trazabilidad del dinero perdido) está intentando conseguir liquidez para pagar parte de lo que los acreedores reclaman.
Tuve una charla muy corta con Jairo Larrarte y con Alejandro Espina para saber cuáles habían sido los motivos por los que hoy se encuentran en un concurso. La respuesta es que ellos no han dejado de trabajar, que hicieron un Zoom proponiendo rebajas pero que todos cobraran parte de lo que entregaron, y que otras empresas del rubro “los dejaron solos”. En marzo se sabrá aproximadamente a cuánto asciende el pasivo del grupo y qué pasará con Jairo Larrarte y sus colaboradores.
Nicolás Jasidakis tiene un MBA, y está vinculado al campo familiarmente desde muy chico, su tío era productor rural. Crea en el año 2010 República Ganadera junto a un socio y cuatro inversores arrendando un campo de 350 hectáreas. La empresa administra cabezas de ganado que son adquiridas por sus clientes y que luego reciben una renta anual en dólares por medio de contratos a dos y tres años. La renta anual ofrecida va de 8% al 9%, dependiendo del bono que contraten.
La seca del 2022 y 2023 trajo pérdidas de U$S 440 millones en toda la cadena cárnica del país. República Ganadera no fue ajena a este golpe, la caída de nacimientos de terneros trajo que la empresa debiera comprar animales a escritorios rurales y costos operativos más altos. Jasidakis colocó sus dos propiedades en garantía y con el flujo de la empresa se pudo sostener el negocio y pagar las rentas al tiempo que crecía la cantidad de clientes pero bajaba la rentabilidad de la empresa.
En abril de este año se empieza a hablar de Grupo Larrarte, de un esquema Ponzi, de una desviación de fondos y finalmente esta empresa, de la que hablamos al principio, termina en un concurso de acreedores. Esto provocó una corrida de clientes de empresas del rubro -–gente que quizás nunca vio un vacuno e invertía en bonos ganaderos por la rentabilidad– que optó por retirarse e invertir en otro sector.
En el caso de República Ganadera, muchos de los contratos de dos y tres años no se renovaron. Cayó una de las tres patas de ingresos de la compañía, que son los nuevos clientes, quienes con sus inversiones inyectaban liquidez. Esto hizo que la empresa no pudiera responder en tiempo y forma frente a los contratos. Nicolás Jasidakis buscó una alianza con empresas del rubro para que se asociaran o adquirieran Republica Ganadera para hacer un APR (acuerdo privado de reorganización) con los clientes y que estos cobraran lo invertido a un plazo mayor. Se avanzó con Conexión Ganadera, pero lamentablemente falleció en un accidente su accionista principal y CEO, Gustavo Basso, el viernes pasado.
República Ganadera se presentó a concurso de acreedores voluntario. De esta forma la empresa no solo reconoce las deudas, si no que pone frente al síndico y sus acreedores sus balances, activos y pasivos. En estos momentos están teniendo reuniones con todos sus acreedores, cerca de un 65% estaría dispuesto a dejar su inversión y cobrar a un plazo mayor si se dan ciertas garantías. Terminadas las reuniones con acreedores, comienza la búsqueda del socio que ayude a pasar este momento de falta de liquidez, que quiera mantener el negocio activo y quiera hacerlo crecer.
Los negocios rurales tienen varios factores que inciden a favor o en contra y que son externos. El primero es el clima: sequías, inundaciones, jornadas de altas o bajas temperaturas a contrapelo de las estaciones. Los precios de la carne no se fijan localmente; por ejemplo, una caída de los precios internacionales inmediatamente incide a la baja del valor los vacunos. Si bien se cree que es un negocio “conservador” o de bajo riesgo, lo cierto es que tiene una rentabilidad baja, especialmente si se trabaja con campos propios, y tiene que ser pensado a mediano y largo plazo.
El entorno de Jairo Larrarte culpa a sus colegas de “haberle soltado la mano cuando aparecieron los problemas”. Nicolás Jasidakis culpa al Grupo Larrarte por provocar una corrida en el rubro a partir de las denuncias de estafa y apropiación indebida. Rumores en las redes de ganado que no existe, de guías falsificadas están empujando a este rubro a una especie de efecto dominó, donde una ficha hace caer a la de al lado. Debemos esperar a marzo del año que viene, luego de la feria judicial, para saber cuánto de esto es cierto.
Quiero aprovechar a desmentir comentarios desafortunados que se pueden leer en internet de que Gustavo Basso se habría suicidado por problemas financieros o por los problemas de República Ganadera. Basso, de 66 años, era un empresario industrial, ganadero y rematador muy exitoso. Conexión Ganadera, la cual dirigía y de la que era su socio principal, tiene una vigencia de 25 años ininterrumpidos con más de 1000 clientes satisfechos. No conozco a nadie que lo tratara y no hablara bien de él.
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