A la vista, el ganado criollo parece un animal feo, pero es un tema puramente de conformación, porque sus características son superiores a las razas británicas y en el gancho del frigorífico no es fácil distinguir un animal de otro.
El viernes 29 de noviembre se realizó en el Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria (INIA) Treinta y Tres, la 4ª Jornada del Bovino Criollo Uruguayo. Para conocer la raza criolla y el potencial que tiene en nuestro país, La Mañana entrevistó a la bióloga y doctora en Genética Eileen Armstrong, perteneciente a la Unidad de Genética y Mejora Animal, Departamento de Producción Animal, de la Facultad de Veterinaria (Udelar), quien estudia los bovinos criollos desde hace 24 años.
Las jornadas se realizan cada dos años. La primera fue en 2018, con la característica de que esa y la siguiente fueron más bien académicas, pero luego se observó “mucho interés por parte de los productores”, por lo cual se cambó el perfil y ahora están “pensadas para productores” y con el fin dar a conocer la raza.
Armstrong recordó que el ganado criollo llegó al país en 1611 y la mayoría se conservó en el rodeo del Parque San Miguel (Rocha), que pertenece al Servicio de Parques del Ejército. Esto tuvo, por un lado, un efecto positivo, puesto que si no hubiera sido por la conservación que hizo el Ejército “el ganado ya no existiría, pero por otro lado fue demasiado restrictiva, evitando, sin que hubiera necesidad de ello, que otros pudieran poseer esos animales. La idea era que fuera un museo viviente, mostrando lo que quedó del ganado traído por Hernandarias (1611) o las Misiones Jesuíticas (1636) un poco después”.
Pero “pudimos ver que el ganado criollo tiene características que son muy buenas, sobre todo para los tiempos que corren con el tema del cambio climático y otros desafíos de la ganadería, que podrían ser muy interesantes para la ganadería nacional, tanto en puros como en cruzamiento”, expresó.
Hasta hace poco, los productores uruguayos, ignorando la presencia y el potencial del ganado criollo, buscaban en el exterior razas con el objetivo de introducir rusticidad. Esos mismos productores fueron los que llegaron al criollo y por ellos “intercedimos ante el Servicio de Parques del Ejército para que pudieran acceder e introducirlos en campos de producción. Eso fue a partir de 2019, ese fue el año en que se empezaron a vender los primeros animales para productores que buscaban criarlos”, explicó Armstrong.
Al año siguiente sufrimos la pandemia, que “frenó toda la actividad, retomándose poco después con mucho brío y de haber dos rodeos en 2019 hoy hay 15 en todo el país, con un creciente número de interesados, lo que hace que se vaya expandiendo, además de los dos rodeos experimentales, uno en la Facultad de Veterinaria y el otro en INIA Treinta y Tres”.
El número de cabezas también tuvo un “crecimiento importante, pasamos de 500 a 1300, y hubiéramos llegado a más si no hubiera sido por la pandemia, que nos puso un freno a todos los trabajos”, señaló.
Valor agregado de la raza
La Dra. Armstrong aclaró que los animales no tienen pedigrí porque los registros en la Asociación Rural del Uruguay no se han continuado, “pero lo que hacemos, que es mejor que el pedigrí, son los estudios genómicos, que garantizan la pureza en un cien por ciento; y cuando detectamos cruzas –aún en San Miguel no se han detectado cruzamientos– lo determinamos por genómica. Si alguien quisiera adquirir animales puros, no habría ningún problema de certificación”.
La presencia del bovino criollo en los establecimientos se usa básicamente para mejorar la producción, aunque alguna estancia turística los tiene como atracción. Respecto a las características del animal y lo que ofrece al ser cruzado en un rodeo comercial, la profesional dijo que “lo primero que aporta es rusticidad por el lado de la resistencia y resiliencia a parásitos, a condiciones adversas, a la falta de comida o comida de mala calidad, falta de agua y altas o bajas temperaturas. Es un animal que lleva 400 años adaptado al campo natural uruguayo, y en ese tiempo la naturaleza hace una selección mucho más fuerte que la que podemos hacer nosotros. Todo lo que está relacionado con supervivencia y reproducción, en el criollo está sumamente aumentado”.
Por ejemplo “no tienen partos distócicos, el ternero no se atraca nunca porque la vaca tiene una disposición especial de la pelvis que hace que eso no ocurra. Eso es un diferencial respecto a otras razas seleccionadas para carne. También tienen pezuñas y mucosas pigmentadas, lo que evita problemas de sol y otros agentes patógenos que afectan los ojos o las pezuñas”.
Uruguay “tiene que hacer más estudios parasitológicos, porque vimos que por lo general son animales más resistentes. Asimismo, “en el criollo argentino, que es muy parecido al nuestro, se han hechos investigaciones, pudiéndose ver que su resistencia a la garrapata es similar a las razas cebuinas; o sea que para una raza taurina es una resistencia elevada”, y eso da “otro valor agregado”, pero “faltan estudios que confirmen” esa posibilidad, aclaró.
Otra característica es que “son animales muy precoces y reproductivamente son muy longevos, tenemos vacas de 18 años que ya van pariendo su 16º ternero y están con el ternero al pie mamando, y preñadas del siguiente, y lo hacen mientras comen cualquier cosa, a veces en campos muy malos”. Esa característica puede hacer pensar que la carne es dura, sin embargo, Armstrong fue enfática al señalar que “la carne es excelente” y no debemos tener prejuicio porque la Facultad de Veterinaria e INIA Tacuarembó hicieron “estudios y ensayo de cría de novillos Hereford y criollos de la misma edad e igual condiciones, y dieron resultados muy buenos. El criollo tiene una calidad de carne igual a la del Hereford e incluso es mejor en algunos aspectos: mayor porcentaje de grasa intramuscular que lo que la gente busca por la terneza y jugosidad, mayor área de ojo de bife y mayor porcentaje de músculo y menor porcentaje de hueso”.
Un fenómeno mundial
Las primeras jornadas de ganado criollo se hicieron en 2018; en 2022 se fundó la Asociación de Productores y en mayo de este año se creó la Fundación Bovino Criollo Uruguayo, que reúne a técnicos de diferentes áreas, investigadores científicos de diferentes instituciones, al Ejército e investigadores históricos.
Consultada Armstrong sobre el motivo por el cual comienza a trabajarse sobre la raza tan intensamente a partir de 2018, dijo que en los últimos años hay un cambio general sobre el calentamiento global, el cambio climático, la conservación de las pasturas naturales, y todo eso hizo “repensar algunas formas de producir y sobre las razas locales, que no solo en Uruguay sino en todo el mundo, están cobrando una importancia muy grande”.
“En todo el mundo pasa lo mismo, las razas autóctonas o criollas tiene un aspecto que no entusiasma, pero los estudios muestran lo contrario y que son animales que se adaptan mucho mejor a condiciones que otras razas no son capaces. Hay una movida mundial de volver un poco a lo de antes. Es como una herramienta antigua para atender problemas modernos de la ganadería, son centenares de años de selección natural que no pueden perderse porque si quisiéramos volver a eso nos llevaría muchísimo tiempo lograrlo”, enfatizó.
En enero comienzan los estudios sobre la huella de carbono
En 2025 comenzarán los ensayos sobre las emisiones de gases de efecto invernadero. “Tenemos todo pronto para empezar el 27 de enero” en un programa que “va a llevar todo el año, pero quizá a mitad de 2025 tengamos información, porque la idea es hacer una medición estacional comparando al criollo con las razas comerciales”, informó Armstrong.
“Creemos que la huella de carbono va a ser menor porque el criollo es capaz de digerir plantas que otros no pueden y, por tanto, sobrevive en campos con un estrato vegetal mayor, y cuanto mayor es ese estrato capta más carbono de la atmósfera. Si el criollo produce carne en ambientes que captan más carbono y no necesita ambientes que capten menos, creemos que la huella es menor”, y eso es otro valor agregado de importancia creciente.
Otro dato no menor es que “son animales que usan menos insumos veterinarios, porque se enferman menos”, por lo que todo confluye en que se trata de una raza de muy buenas características productivas, de conversión a carne, de menor costo para el productor por lo que consume y por su rusticidad.
La acción de Arredondo salvó la pureza de la raza
La Dra. Eileen Armstrong destacó el papel que desempeño Horacio Arredondo en la conservación del ganado criollo. “Las primeras razas no criollas ingresaron al país en 1870, hasta esa época toda la ganadería del país, que era entre ocho y doce millones de cabezas, era criollo. Cuando comenzaron a llegar las razas británicas, estas se cruzaron con el criollo, pero un número cada vez menor quedó refugiado en lugares marginales o malos para la cría. Esos ejemplares fueron los que mantuvieron la pureza”.
En 1930 Horacio Arredondo restauró las fortalezas de Santa Teresa y el San Miguel con la ayuda del gobierno de Baltasar Brum. “Cuando estaba restaurando esos parques planteó llevar allí animales criollos, de los que casi no quedaban. Tomó algunos animales puros de diferentes zonas del país y los trasladó a San Miguel, generándose una población pequeña, pero con genética proveniente de diversos puntos del país, lo que hizo que se conservara una gran diversidad genética a nivel de raza”.
“Hoy, gracias a una comisión de los parques creada en 1930 y posteriormente al Ejército, se conservó sin ninguna afectación externa” de las razas comerciales que están en el país.
“Tenemos que agradecer a Arredondo todo que hizo, era un visionario que no sé hasta qué punto pensó que años después la raza tendría el potencial que hoy le vemos, pero sin duda era muy inteligente”, concluyó.
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