En 2022, Carlos Weiske se jubiló después de una distinguida carrera de 43 años como primer contrabajo solista de la Orquesta Sinfónica del Sodre y de la Orquesta Filarmónica de Montevideo. Actualmente, desempeña un papel fundamental como educador en el ámbito musical, ocupando la Cátedra de Contrabajo en la Facultad de Artes, Instituto de Música, y la Cátedra de Música de Cámara en la Escuela Municipal de Música de Montevideo Vicente Ascone. Con una trayectoria de excelencia como músico profesional y una vasta experiencia en el escenario internacional, Weiske comparte su profundo conocimiento y pasión por la música con las nuevas generaciones de músicos en formación. Su labor como docente va más allá de la transmisión de técnicas y habilidades musicales, ya que inspira a sus estudiantes a alcanzar la excelencia artística y a desarrollar una comprensión profunda de la música.
A los 25 años egresaste de la Escuela Municipal de Música como profesor de contrabajo. ¿Cómo fue ese proceso? ¿Por qué esa elección? ¿Había músicos en la familia? ¿A qué edad comenzaste con la música?
Provengo de una familia con una rica tradición musical. Mi abuelo tocaba el violín y mi padre el piano, era un músico profesional, dirigía una orquesta bailable. Crecí inmerso en un ambiente musical, rodeado de ensayos en casa y participando en diversas actividades. A los 10 años comencé a estudiar piano y a los 15 me adentré en el mundo del bajo eléctrico, siempre con el anhelo de formar parte de una orquesta de música popular, un sueño que logré realizar. Posteriormente, decidí enriquecer mis conocimientos y comencé a estudiar contrabajo con Pino Battesini en la Escuela de Música, siguiendo el consejo de mi padre para obtener una formación musical más sólida.
Actualmente tienes la Cátedra de Contrabajo en la Facultad de las Artes y la Cátedra de Música de Cámara en la Escuela de Música Vicente Ascone. Has formado a varias generaciones de músicos que andan por el mundo. ¿Qué aspiras como docente? ¿Qué cambios has implementado en tu método? ¿Mantienes algo de tus referentes?
Estoy completamente dedicado a la docencia y valoro profundamente las diversas escuelas, pautas y consejos que han enriquecido mi formación a lo largo de los años, desde mis inicios hasta los cursos que he realizado en el extranjero. Todas estas experiencias han influido en el profesor que soy hoy, y me esfuerzo por compartir ese conocimiento con mis estudiantes. No soy un docente que se queda estancado; la música es un arte vivo que evoluciona constantemente, y creo que los educadores deben adaptarse a esos cambios. Por eso, regularmente incorporo nuevos métodos, ejercicios y obras en mis clases. Siento que siempre estoy en un proceso de evolución. Lo que más deseo para mis alumnos es haberles transmitido el amor por la música y la pasión que siento por el contrabajo. Quiero que se sientan siempre motivados y en constante desarrollo en su forma de tocar y de pensar.
Como intérprete tienes una amplísima y muy variada experiencia con giras y conciertos junto a las más reconocidas personalidades tanto en clásico como popular, ¿cómo congeniaste el jazz, con el tango y lo lírico?
Soy una persona afortunada por haber compartido escenarios con músicos increíbles de diversas corrientes y estilos. Cada uno de ellos me ha dejado un valioso legado cultural y emocional que atesoro para toda la vida. He tenido la oportunidad de tocar jazz y tango, así como de dirigir óperas. Aunque disfruto del jazz, no me considero un músico de este género, ya que solo he tenido breves incursiones en él. Sin embargo, me siento profundamente conectado con el tango, donde he podido expresar mis emociones y estoy agradecido por haber compartido escenario con grandes artistas, tanto a nivel nacional como internacional.
¿Sientes que hoy día esa experiencia siga siendo tan enriquecedora o la tecnología acortó distancias?
Las redes sociales han surgido en los últimos 15 años y las utilizo como una herramienta de comunicación fundamental. Me permiten compartir mis obras de manera sencilla. Creo que los artistas deben familiarizarse con las redes desde temprano, ya que son un nuevo vínculo con la sociedad y el público.
¿Cómo te llevas con las redes y con la inteligencia artificial?
En cuanto a la inteligencia artificial, es un campo aún novedoso. Los músicos todavía estamos explorando cómo aprovecharla, pero es crucial dedicar tiempo al estudio y la experimentación para descubrir su potencial. Hay preguntas que quedan en el aire: ¿debemos realmente alejarnos de lo que conocemos? ¿Hacia dónde nos llevará esta nueva era? ¿Estaremos realmente mejor?
¿Qué les aconsejas a tus alumnos? ¿Hay que irse?
¿Debemos emigrar? ¿Realmente? No lo sé, puede ser… pero ¿hacia dónde? ¿Estaremos realmente mejor en otro lugar?
Estudiaste armonía y composición con René Marino Rivero y análisis musical con Nicolás Rauss. ¿Cómo presentarías tus composiciones? ¿Dentro de qué estilo? ¿Cuáles son las agrupaciones preferidas como compositor y por qué?
El estudio con el maestro Marino Rivero me proporcionó las primeras herramientas para expresarme musicalmente. Rivero era un gran compositor e intérprete, y su fuerte personalidad me influyó de manera significativa como estudiante joven; él marcó mis inicios. Aunque mi tiempo con Nicolás Rauss fue breve, lo consideré muy valioso.
¿Sigues componiendo?
Sigo componiendo, y en mis primeros trabajos me expresé dentro de un estilo vanguardista con una clara influencia nacionalista. Sin embargo, en los últimos años he evolucionado hacia una forma más experimental, explorando recursos sonoros, tímbricos y técnicos, pero siempre arraigado en mis raíces ciudadanas. En Uruguay, existe el Núcleo de Música Nueva, una organización que promueve la música contemporánea y busca un espacio para este arte, que no siempre es fácilmente accesible. He tenido la oportunidad de tocar allí y me he sentido muy a gusto presentando mis propias obras.
¿Cuáles son tus compositores predilectos?
Mis compositores favoritos los divido por épocas, seleccionando aquellos que más me inspiran sin compararlos entre sí. Hay tantos que me conmueven, desde Bach hasta Piazzolla, de Beethoven a Copland, de Brahms a Villalobos… La lista es interminable y varía según mi estado de ánimo.
En un momento dado (¿fue con García Vigil?) empezaste como director de Orquesta. ¿Qué esfuerzos o desafíos nuevos se te presentaron? ¿Fue fácil dirigir a quienes habían sido tus compañeros?
El maestro Federico fue mi profesor de dirección y también un gran amigo. Me brindó la oportunidad de desarrollarme como director, lo cual valoro profundamente. Transmitir tus ideas y sentimientos a un grupo de 100 personas es todo un desafío, especialmente cuando hay muchos compañeros y amigos entre ellos; esto añade un gran sentido de compromiso en cada presentación.
Dirigiste óperas, ¿eso exigió más técnica?
Dirigir ópera ha sido una de mis experiencias más gratificantes. Si bien requiere habilidades técnicas similares, me llevó a un mundo menos abstracto, más centrado en los personajes y las tramas definidas. Animar esa “telenovela cantada” es un reto que disfruto enormemente.
Fuiste director artístico del Sodre (2003 a 2005), ¿cómo pudiste desempeñarte con todos los cuerpos estables? Por si fuera poco, entre 2005 y 2014 fuiste director artístico de la Camerata Juvenil del MEC. ¿Qué cualidades, además del conocimiento musical, debes tener para desempeñarte en semejantes cargos?
Tuve la ventaja de contar con años de experiencia y de conocer muy bien a las personas que conformaban el Sodre. En un momento en que el país atravesaba la crisis económica más grave de su historia, lograr ofrecer temporadas artísticas con elencos estables y dar participación a músicos, cantantes y bailarines nacionales, todo con un presupuesto extremadamente limitado, fue una verdadera hazaña. Es significativo recordar que la orquesta organizó conciertos especiales para comprar zapatillas de baile para el ballet, lo cual da una idea de la situación. A pesar de estos desafíos, logramos mantenernos de pie.
Dirigir la Camerata Juvenil del MEC durante casi diez años ha sido una de las experiencias más gratificantes de mi vida. Tener la oportunidad de trabajar con un grupo de jóvenes de alrededor de 20 años fue fascinante. Me llena de alegría saber que la gran mayoría de ellos han decidido seguir carreras profesionales en la música y son ahora miembros de nuestras orquestas.
Complementando lo artístico, te mueven intereses por temas colectivos tales como los derechos autorales. ¿Cómo ves el tema de los derechos? ¿Las plataformas ayudan o se quedan con todo? ¿Cómo afecta o altera el trabajo en especial de compositores e intérpretes jóvenes que no tienen más alternativas que subir a redes y algunas presentaciones en vivo? ¿Qué piensas al respecto?
Siempre me han interesado los derechos de autor, y creo que es un tema que todo compositor o intérprete debería conocer a fondo. Lamento que en la Facultad de Artes aún no se haya incorporado el estudio de una materia al respecto, ya que los derechos intelectuales son una parte fundamental de la vida de un artista.
Las plataformas digitales son herramientas valiosas para la promoción de artistas y compositores, permitiéndoles compartir su música y videos con el público. Sin embargo, estamos muy lejos de alcanzar un cobro significativo por la difusión o por los clicks que acumulan los temas musicales.
Uruguay todavía está en el proceso de consolidar este tipo de derechos, y parece que tomará tiempo.
Integraste el Fonam durante varios años. Según tu visión, ¿el Fonam alcanza? ¿Qué habría que cambiar? Los músicos se preparan para calificar para esos incentivos ¿Hay otros estímulos?
La ley del Fonam cumple ya 30 años, y aunque fue una gran iniciativa en su momento, creo que es hora de actualizarla. Es fundamental que la ley implemente nuevas vías para obtener recursos, ya que las actuales son insuficientes. Además, es necesario lograr una mayor representación de otras áreas musicales e instituciones culturales, y asignar criterios de distribución que estén acorde con las necesidades y exigencias actuales. Actualmente, la ley no contempla pagos de cachets o retribuciones por componer o tocar en vivo, entre muchas otras cuestiones que deberían abordarse.
Los premios, reconocimientos o distinciones, ¿sirven? Háblanos de tu experiencia, ya que has recibido varias premiaciones.
Los premios y distinciones que he tenido el honor de recibir como reconocimiento a mi labor cultural y humana son más que un mimo al corazón; me llenan de orgullo y agradecimiento, y también tienen un propósito por lo cual “sí sirven”.
Estas distinciones dan a conocer una parte de mi vida y me han marcado de una manera que me diferencia y, al mismo tiempo, me acerca a muchas personas.
Eres solidario y aportaste algunas veces en forma desinteresada a alguna causa o proyecto. ¿En qué casos sientes que debes hacerlo? ¿Es común en nuestro medio?
Siempre he sido altruista y algo solitario, aunque disfruto trabajar en equipo. Nunca he llevado a cabo un emprendimiento cultural con la única motivación del dinero, a pesar de que he recibido compensaciones por ello. El trabajo conjunto para la creación del FONAM con otros compañeros es un claro ejemplo de esta filosofía. Asimismo, todas las luchas y movilizaciones que promovieron la nueva ley autoral en Uruguay reflejan este espíritu.
Estoy convencido de que hay muchos uruguayos dispuestos a aportar desinteresadamente para un fin común, y esa convicción siempre me ha motivado.
¿Qué te falta hacer aún? ¿Qué cosas no volverías a hacer? ¿Qué cosas te motivan hoy día? ¿Cuándo sientes la necesidad de salir corriendo a tocar? ¿Si no vivieras aquí, dónde te gustaría vivir?
He tenido la fortuna de experimentar prácticamente todo en el mundo de la música, siempre con honestidad y alegría, y no me arrepiento de nada de lo que he hecho. Aunque todavía siento la necesidad de salir corriendo a tocar, ya no es tan fácil a mi edad, y esas oportunidades no se presentan tan a menudo.
Ahora resido en mi querido Montevideo, un lugar que considero el más hermoso del mundo para vivir.
¿Cuántos contrabajos llegaste a tener? ¿De qué marcas o épocas? ¿Con cuál te quedarás? ¿Le enseñarás música a tu nieto?
He tenido el privilegio de poseer cinco contrabajos, de los cuales ya he vendido tres. Se trata de instrumentos europeos, algunos del siglo XIX y otros de principios del siglo XX. Decidí quedarme con uno que mandé a hacer especialmente en 2012 al luthier argentino Giormenti, el cual tiene un sonido excepcional y un gran volumen.
Sin duda, planeo enseñar música a mi nieto.
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