El 11 de diciembre a las 12:00 horas en el Museo de Arte Precolombino e Indígena (25 de Mayo 279, Montevideo) tendrá lugar el lanzamiento de la Exposición Permanente de Máscaras Latinoamericanas del coleccionista Claudio Rama, quien así la presenta:
“Esta muestra es parte de mi Colección de Máscaras Latinoamericanas etnográficas conseguida durante más de 30 años en varios cientos de recorridas alrededor de la región y de muchas ‘pescas mascareras’. Es una expresión única por su diversidad, amplitud y representatividad. Es una ventana abierta a la historia e identidad Latinoamericana y a sus procesos de transculturización o reafirmación de las raíces indígenas junto con las influencias europeas y africanas, en una vasta telaraña conformada por piezas y componentes de formas humanas, zoomorfas, antropomorfas o mitológicas. Son caretas y máscaras, y también monturas y antifaces. De metal, madera, piel, corteza o papel, o hasta hueso y tela.
Tienen su origen en antiguas culturas indígenas o en la colonización española, en múltiples expresiones de resistencia y de lucha, hasta de sumisión o de fiesta. Muchas derivan de la evangelización, de la naturaleza, de mitos y vidas cotidianas, de la transculturización o del violento traslado de esclavos, migraciones o huidas de persecuciones. También de la reafirmación de las naciones independientes, las fiestas carnavalescas o la defensa y promoción de la cristiandad. Cada una de ellas nos devela parte de nuestra historia: sea de los mitos indígenas, del sarcasmo y la ironía de la resistencia cultural contra el invasor colonial, de las luchas guerreras, la moralización evangélica o el peso colonial en fiestas patronales. En ellas se expresan identidades, algunas mercantilizadas y otras en riesgo de desaparición o en pleno proceso de transformación de los hombres y culturas que atraviesan lo profundo de nuestra región más allá de las fronteras nacionales. Conscientes de su relevancia, es un disfrute, a la vez que un privilegio para nosotros, poder ponerlas a vuestro alcance”.
Eco. Claudio Rama (Dr. en Educación; Dr. en Derecho), coleccionista. Fundación de Máscaras Latinoamericanas
Para conocer más sobre esta colección entrevistamos a Claudio Rama.
¿Esta muestra de su colección estará en forma permanente en el MAPI?
Sí. Este amplio espacio que se inaugura ahora se ampliará en febrero con una sala específica lindera dedicada a Máscaras de Carnaval. La Sala es permanente, pero con el tiempo es lógico pensar que se agregarán y cambiarán máscaras. Esta es una selección de las mejores piezas y más representativas, pero la Colección completa es el doble de piezas que se exponen y la tarea de construcción de una Colección con todas las expresiones mascareras del continente continuará. Hay aún manifestaciones que no conozco o que no tengo piezas.
¿Por qué eligió este Museo? ¿Hay un acuerdo especial además de un vínculo desde hace tiempo?
El MAPI es una institución focalizada dentro del perfil de museos antropológicos, y se ajusta a la temática de la Colección. Pero, además, ha mostrado una vocación latinoamericana y una dinámica de construcción de alianzas que ha permitido un vínculo importante, construido lentamente desde hace casi 10 años con muchas exposiciones y actividades, tanto dentro de su sede, de la IMM, como en otros espacios como Embajadas, Mercado Agrícola y hasta un desfile de Máscaras Latinoamericanas en la Plaza Matriz.
Una exposición de esta naturaleza atrae por su valor y excepcionalidad. Años de viajes, traslados, selección y cuidados implica además dedicación, conocimiento y tiempo. Empecemos por los viajes, ¿tiene una estimación de lugares, viajes y costos?
Imposible dimensionar costos ni incluso cantidad de viajes o lugares. Desde hace como 30 años realizo no menos de unos 20 viajes anuales y en todos procuro entrar en contacto con mascareros, artesanos, museos o coleccionistas. Cientos de amigos e instituciones me han apoyado en esta labor colectiva difícil de dimensionar.
La selección y elección de las máscaras y accesorios, ¿la hacía Ud. mismo? ¿Cómo sabía que eran piezas auténticas? ¿Se las obsequiaban y también las compraba? ¿Las encargaba a algún agente local?
Sí, con el tiempo he ido profesionalizando mi olfato, mi análisis, mis búsquedas de información y mi conocimiento. Seleccioné casi la totalidad, salvo algunos regalos que muchas veces fueron piezas decorativas y no etnográficas. En general, la colección ha sido identificada, negociada o comprada y acarreada por mí durante más de 30 años como parte del perfil de la colección definido, como piezas únicas, bailadas, etnográficas y lo más antiguas posibles o que muestren su evolución en su identidad cultural.
Hablemos del acondicionamiento, tratamiento, desinfección y traslado. ¿No tuvo problemas en ingresarlas? ¿Dónde las depositaba?
Tengo un depósito especialmente preparado con deshumidificadores y aire acondicionado con relativa protección y que periódicamente se desinfecta. Aunque todas las piezas se revisan y preparan previamente a su ingreso, también algunas han tenido tratamientos específicos por especialistas. Las de plumas y telas son las más riesgosas, y muchas piezas se guardan en bolsas sin oxígeno. Por la diversidad de materiales de las piezas, también hay distintos mecanismos de tratamiento, desinfección y cuidado. Por la escala de la cantidad de las piezas es una tarea necesaria.
El ingreso de cada ejemplar implica una ficha con lugar, fecha, referencias y por supuesto una historia de cada una en un entorno geo temporal y cultural muy preciso en el que Ud., ¿debió adentrarse y estudiar en particular o fue adquiriendo gradualmente en la medida en que iba conformando la colección?
Sí, hay un inventario bastante organizado con un software donde se registra la información en diversos campos requeridos, y que permite buscarlas con múltiples entradas. Igualmente llevo anualmente un registro previo de cada pieza que consigo y ello está acompañado de una investigación y búsqueda de información y contextos de la pieza y la manifestación que realizo en cada caso.
La magnitud y relevancia de esta colección fue llevándolo a asumir cada vez más una dimensión de la enorme tarea y responsabilidad que significa como legado. ¿Cómo ve el futuro de esta colección de aquí en más?
En algún momento dudé de seguir construyéndola por la escala y la complejidad logística, y a medida que fue creciendo y se volvió más profesional, siempre apareció la pregunta de su futuro. Pero no hubo año en que no hubiera incorporación de decenas de piezas y fue un proceso continuo en cantidad y calidad. Ya la Colección tiene vida propia y aunque la seguiré nutriendo, protegiendo y preservando, espero que ella construya su vida propia y sus apoyos y reconocimientos. Solo tendrá historia futura si sirve a las personas a entender a América Latina y a cada uno de nosotros y si ayuda a las futuras creaciones y miradas, y si las personas valoran el hecho de tener en Uruguay una Colección regional con este nivel de diversidad y calidad.
¿Quiénes son los visitantes más interesados? ¿Turistas? ¿Extranjeros que viven en nuestro país? ¿Artistas? ¿Estudiantes? ¿Escolares?
Creo que lo que hace más interesante una Colección de este tipo, es que hay muchos públicos que convergen en su interés. Los Museos son centros vivos y de enseñanza, y también de divertimentos y comparación, y el MAPI ya tiene un perfil e impronta altamente innovador, que facilita el acercamiento y diálogo de las personas con las piezas y sus culturas. Esta es una colección latinoamericana única instalada en un país casi sin presencia de manifestaciones culturales con uso de máscaras, lo cual le da también mayor interés a turistas y locales.
¿Cómo se organizó esta muestra: por país, región, temas? ¿Cuántas piezas se exhiben? ¿en cuántas salas y metros cuadrados? ¿quedan más piezas fuera de esta muestra? ¿Esta será fija o variará por temporadas?
Las más de 14 exposiciones que hemos hecho hasta ahora han sido en general por países. Solo en dos casos hemos realizado exposiciones más amplias como son Amazonia, Gran Chaco y Mujeres. En este caso, la muestra se organizó en forma temática, pero también con áreas geográficas y expresiones humanas. Las secciones que la componen son Diablos, Corpus Christi, Evangelización, Muerte, Cultura Afro, Payasos, Mujeres, Fiestas Populares, Fiestas y manifestaciones Indígenas con una atención adicional a la Fiesta de Ichapekene de San Ignacio de Moxos en Bolivia. También hay una zona de piezas de Amazonia, Gran Chaco, Animales, Tigres y felinos, y Monos y pájaros. Falta la sala de Carnaval que se espera abrir en dos meses. Esperamos que sean cerca de 400 piezas las expuestas y muchas máscaras tienen tocados, bastones, ropa, collares, espadas, etc. También se muestran vestimentas junto a las máscaras, e incluso muñecos que identifican dichas manifestaciones.
¿Qué instituciones o personas quedan a cargo? ¿Hay una Fundación? ¿Será disparador e inspiración de talleres varios, así como de estudios antropológicos?
EL MAPI queda a cargo de las piezas expuestas y se espera alrededor de la Sala Permanente de la Colección realizar actividades culturales, como ya se ha venido haciendo desde hace años, tales con las diversas exposiciones específicas, como talleres de realización de máscaras o conversatorios. Obviamente se espera con esta Sala ampliar dichas actividades de extensión e investigación. Hemos publicado entre el Mapi y la Fundación de Máscaras Latinoamericanas un libro catálogo que está a la venta.
Tal como tuvimos oportunidad de comentar anteriormente en esta misma sección, reiteramos algunos conceptos primordiales para contextualizar este acontecimiento.
En época de revisión en cuanto a planteos culturales, así como de todas las demás manifestaciones que hacen a una política de Estado, creemos oportuno destacar nuevamente el importantísimo aporte de la sociedad civil en materia cultural. Ella es la que toma iniciativas y las lleva adelante, con recursos propios, o con el estímulo del Estado.
¿De qué otra manera se podría haber montado esta colección si no fuera por el afán investigador, conocimiento y tesón con que el coleccionista, abordó esta tarea autoimpuesta por su propio entusiasmo y devoción con el tema?
Esta colección, informa, entretiene y es fuente inagotable para docentes y estudiantes.
Nuevamente valoramos estar frente a una situación excepcional por su valor único. El poder ver los hilos sutiles que unen culturas en un proceso de transculturación que pone la diversidad como valor identitario de pueblos originarios, conforman un mensaje visible de los valores que unen a los pueblos. El abordaje de diversas culturas que nos llegan en forma de imágenes, texturas y colores mediante las que respiran mitos, creencias, símbolos, costumbres y tradiciones de los pueblos latinoamericanos constituye un privilegio que tenemos que atesorar y valorar.
El hecho de tener en nuestro país una colección única, no nos debe distraer y hacer pensar que su permanencia solo requiere de un lugar adecuado para su exposición pública. Nada de esto es posible si detrás no hay una voluntad férrea que con gran percepción seleccionó, analizó, consiguió, clasificó, ordenó, preservó, expuso y divulgó. Por si fuera poco, sin costarle un peso al Estado ¿Cómo no valorar una visión y una gestión tan particularmente generosa como para desinteresadamente mostrar semejante patrimonio cultural a toda persona que lo quiera apreciar? En cualquier lugar del mundo un coleccionista poderoso, hasta por hobby, seguramente ofrecería una generosa suma por poseer para su propio deleite una colección única como lo es esta colección de máscaras latinoamericanas. Pues acá, en un museo público como el MAPI, con un director atento como Facundo de Almeida y un coleccionista como Rama, que aprovechó cada viaje que hizo por América Latina desempeñándose como especialista en Educación Superior o trabajando para la UNESCO, entre otras, lograron este hito que enriquece la cultura nacional.
No es de extrañar que Claudio Rama haya devenido como coleccionista en un hacedor cultural sensible a “lo latinoamericano”. Antecedentes no le faltan. Su padre, Ángel Rama, fue cofundador en 1974 de la Biblioteca Ayacucho, institución pública de Venezuela, dedicada a la reedición y publicación de clásicos de la literatura latinoamericana y otros textos contemporáneos. Por eso no nos sorprende cuando aprovechando un viaje como conferencista, Claudio incursiona en un pueblo perdido de un país latinoamericano y busca una pieza para su colección.
Su primera pieza la compró en México en la segunda mitad de los 70 y desde el 2010, año en que se reinstaló en Montevideo, se focalizó en la construcción de la colección con una mayor intensidad en la investigación etnográfica de las piezas de Latinoamérica. Así fue como, poco a poco, el crecimiento del número de máscaras fue obligándolo a establecer las condiciones locativas y logísticas acordes a esa expansión cada vez más contundente hasta llegar a las más de 900 piezas que posee hoy día.
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