El Ing. Carlos Collares, de Barraca Erro, comentó la situación del cultivo de soja en la zona este, sus costos y las incertidumbres por el bajo precio internacional, en un mundo donde parecen faltar certezas.
La soja es nuestro rubro principal en el este del país, dijo a La Mañana el Ing. Agr. Carlos Collares, encargado de la sucursal del este de Barraca Erro, una amplia zona delimitada por una línea imaginaria que une Vichadero con Atlántida. Allí se planta arroz, soja y en muchísimo menor medida algo de cultivo de invierno. En la zafra 2023-2024 se hicieron 160.000 hectáreas y los cultivos de invierno no llegan a las 10.000, explicó.
El sistema que se practica en dicha zona “está muy integrado con la ganadería”, pero también se usa el sistema que fue bautizado en Brasil como “ping-pong, que es arroz-soja, arroz-soja”, asimismo puede haber “un esquema más integrado con la soja como cabeza de rotación, después viene el arroz, soja, un segundo arroz, seguidamente se pasa a pradera o se hace una nueva soja y se pasa a pradera después, porque las praderas obtenidas sobre soja son mejores”.
Estamos hablando de una zona “donde el suelo es muy particular, con la soja como incorporación muy reciente. Acá el suelo es de lomadas y de suelos bajos arroceros” que al comienzo “generaron problema de drenaje, pero con el paso de los años se fue trabajando sobre el tema y la soja se fue instalando”.
El proceso de incorporación de soja “llevó un trabajo importante” respecto al drenaje, “dado que la soja no resiste el anegamiento”. Eso requiere “aprendizaje por parte de las empresas y los técnicos”, así y todo, “donde más fuertemente ha estado creciendo la soja es en la zona del arroz, porque es donde los productores tienen la infraestructura, la maquinaria y todo el equipamiento para integrarla”.
Uruguay “fue avanzando en el conocimiento de los mecanismos para lograr el equipamiento necesario, han aparecido tecnologías nuevas como la del posicionamiento satelital, que permite que una pala trabaje sobre la superficie del suelo con una precisión milimétrica, sacando tierra del lugar más alto y colocándola en el más bajo. El resultado es lo que llamamos pendiente controlada, que permite el desagüe”.
Atrasos en la siembra y reducción del área
En este momento del año “se está terminando la siembra de la soja con un poco de atraso debido a las complicaciones climáticas por lluvias frecuentes”; de todos modos, “se está cumpliendo con el objetivo de dejar el cultivo instalado en una fecha en promedio bastante razonable”.
En la zafra que comienza “hubo una caída de área de unas 30.000 hectáreas, que se da básicamente porque la zafra pasada fue muy complicada y con precios malos, lo que llevó a que este año terminemos con 130.000 hectáreas, en lugar de 160.000. No es una caída menor”, señaló.
En cuanto al perfil de los productores de la zona, Collares explicó que están los que son “principalmente ganaderos e integran la soja a una rotación ganadera; y los otros son agrícolas arroceros con una buena integración de soja gracias a las soluciones que encontraron para el drenaje y que son el cerno o la columna vertebral de la soja”.
Cuando los precios de la soja son malos “el ganadero tiende a retraerse, y en esa retracción están las 30.000 hectáreas de menos que tenemos este año, porque dado el precio, el productor decide atrasar la rotación” y aprovecha para “renovar las pasturas”.
En las 160.000 hectáreas actuales, “la instalación de los cultivos ha sido buena y por ahora no hay problemas a señalar, con un potencial que se mantiene”, comentó Collares.
Respecto a las precipitaciones, dijo que “los pronósticos son de un verano neutro”, y que ahora las lluvias “están por encima de lo normal”, en un volumen que “no es mucho ni cabe esperar problemas sanitarios”.
Si llega a concretarse ese año neutro, cabe esperar que tengamos “los problemas normales de los cultivos”, además de que hay que observar qué pasa en el sur de Brasil. “Si allí las lluvias se mantienen, probablemente ingrese la roya en fechas normales y no tarde, como en los años de seca. Pero todo esto siempre dentro de la normalidad, con los cuidados y la atención necesaria y sin mayores preocupaciones”.
Costos y rendimientos para cubrirlos
Otra arista de la agricultura son los costos y cuánto se invierte. Al respecto, Collares dijo que este año ese tema presenta dificultades porque “los costos no han bajado y los fertilizantes se han mantenido”. A veces, cuando hay una caída global del precio los costos se acomodan, pero todavía eso no pasó y la zafra arranca con costos directos en insumos, sin maquinarias, sin renta, de unos US$ 600 o 620”.
Eso quiere decir que, con el precio de hoy, de US$ 350 –que puede cambiar–, se necesita sin renta ni costo de maquinaria unos 1900 o 2000 kilos. En cambio, si se agrega el costo de la maquinaria contratada, se requieren unos 2700 kilos; y si a los insumos y la maquinaria se agrega la renta, se necesitan 3000 kilos, detalló el ingeniero agrónomo.
Por lo tanto, aquellos productores que son ganaderos y que deben contratar maquinaria porque no la tienen, aquellos productores que se dedican solo a la soja y arriendan un campo, “realmente están con un costo muy complicado”.
“En el esquema arrocero es diferente porque la maquinaria ya está, y eso hace que el costo descienda. Asimismo, hay un ahorro en el laboreo del arroz porque se hace para la soja, y está comprobado que el arroz sobre soja rinde más que en otras situaciones”.
Esa combinación de factores genera “una sinergia agrícola que resulta positiva a pesar de los precios” internacionales poco atractivos. “En cambio, el ganadero que quiere plantar soja tiene que incurrir en un costo mayor y lograr mejores resultados” en la cosecha. Por eso, con el ganadero es “donde más se produce la caída del área”.
“Se pueden sacar 3000 kilos o más, pero lo cierto es que se tiene una espada de Damocles con la incertidumbre” sobre si se llega a ese total o no.
Mercados
A las vicisitudes locales se suma el panorama internacional, ya sea por asuntos de la producción en sí misma como del mercado y cómo influye esa producción en la oferta y la demanda.
Collares dijo que “el precio que tiene la soja hoy es consecuencia de una producción mundial muy buena que no tiene miras de caer, con Brasil que tiene área para crecer, Argentina que podría aumentar su volumen de producción, China que está intentando tener producción propia capaz de autoabastecerse. No hay una perspectiva que indique una posible suba del precio, más bien todo lo contrario”.
Mientras eso pasa en las perspectivas de la producción mundial, políticamente se agitan fantasmas de distinto tipo, con guerras y cambios políticos en países importantes. Consultado al respecto, Collares dijo que solo es un observador de esas situaciones y como tal “uno no sabe qué es lo que va a pasar”, aunque destacó que en las conversaciones y en los medios de comunicación se menciona el giro que tendrá el gobierno de Estados Unidos a partir de enero “y todos recordamos la guerra comercial con China” durante el primer mandato de Donald Trump (2017-2021).
“Hay que ver qué va a pasar”, sintetizó, porque con este panorama mundial la soja vive un “período de incertidumbre mayor que en otras zafras”, estamos en un momento con “mayores complicaciones y el precio está bajo. En otros años, sin tanto ruido y con precios más normales –en el orden de los US$ 400– no había mucha preocupación, hoy sí la hay, la gente pregunta y transmite dudas sobre qué decisiones tomar”.
El precio se fija por oferta y demanda. Chicago es un centro de toma de decisiones que marca lo que está pasando. Allí los operadores siguen la evolución de los acontecimientos todos los días y permanentemente, y los que venden soja o los que tienen el dinero para comprar son los que terminan fijando los precios a través de sus actitudes, según sea la oferta que se pone sobre la mesa y la demanda de los eventuales compradores.
Otro actor es China, si sale a comprar el precio va a subir, y si lo hace de forma más intensa o desesperada el alza puede ser mayor. Pero ni los operadores de Chicago ni China van a comprar porque saben que la zafra va a ser muy buena. Los compradores actúan en consonancia con los informes del mercado, y si hay disponibilidad de soja entre los principales productores, el comprador espera sin mayor preocupación.
A modo de conclusión, Collares dijo que la pasada zafra sojera en su región de trabajo tuvo una cosecha dramática. El exceso de lluvia llevó a que muchos productores no cosecharan, otros tuvieran granos de mala calidad y todo eso con precios bajos. Pero este año viene diferente, a pesar de los precios.
Negocios futuros de soja
Consultado sobre si ha habido ventas a futuro, el encargado de la sucursal del este de Barraca Erro, Ing. Agr. Carlos Collares, dijo que “en otros años hay ventas tempranas en un volumen significativo”, pero ahora no tiene información concreta.
La decisión nunca es fácil. “A veces se vende, pero cuando hay una expectativa”, señaló, y si este año hubo alguna venta “quizá sea por el temor a que la soja baje más”, pero el cultivo aún tiene un largo recorrido “y como el precio está bajo se genera el temor –o la esperanza– de que suba, y si venden hoy se arriesgan a perder posibles mejoras”.
TE PUEDE INTERESAR: