La llegada de las fiestas tradicionales genera expectativas en los comercios de cercanía. El almacenero, el panadero y hasta el barista, entre otros, viven el día a día en las ventas, tratando de sacar rédito de las fechas importantes para compensar aquellas en las que, como ocurre en enero y febrero, los clientes migran hacia destinos turísticos. Daniel Fernández, presidente de Cambadu, realizó un análisis al respecto en nota concedida a La Mañana.
A nivel de ventas, ¿cómo esperan los socios de Cambadu la llegada de las fiestas?
Realmente estas fiestas venimos bien, vendiéndose parejo. En estos días que faltan explota la venta. El comercio de cercanía está bien posicionado y muy competitivo con los precios. El vecino le reconoce al comerciante que los precios son buenos, son accesibles. No precisa que el encandilamiento de las grandes superficies lo tiente. Aunque probablemente si a nosotros nos va bien, a ellos les va tres veces mejor. Eso es ineludible porque han logrado hacer un maxi mercado. Te venden desde productos agropecuarios hasta todo lo que necesites para las fiestas, regalos, perfumería. Ellos nuclean todo e importan, que es el gran margen que tienen. Pero estamos muy conformes, tenemos el pequeño comercio y el mediano, que es el autoservicio barrial, que también es socio nuestro. Y después las grandes superficies, que han proliferado con sus cadenas. Eso realmente es lo que más nos preocupa en el futuro. Se van enquistando también en la cercanía, en los barrios.
¿Cuál es el efecto que causa en el comercio de cercanía? ¿El evidente control de los precios debilita la venta?
A la fecha de hoy, la cadena Disco ha comprado varios comercios. Pero Tienda Inglesa lo que ha hecho es absorberlos con comodatos. O sea, no compra, alquila y da un porcentaje de utilidades de las ventas. Asegura por cinco años un ingreso. Tenemos la cuenta de unos 45 que han hecho tales comodatos, todos de un nivel de venta superior. Muchos de ellos eran socios y algunos eran directivos nuestros. A veces el comerciante de cercanía ha sido esclavo toda la vida de ese comercio. Los hijos son profesionales o no quieren saber nada con el boliche del padre. Y se encuentran con que tienen un trabajo que deja muy buena utilidad, buenas ganancias, pero el físico ya no les responde para continuar y los hijos no quieren saber nada. Esto de Tienda Inglesa ha sido una muy buena acción, porque venderlo es imposible y se aseguran un porcentaje de utilidad. Ahora, tenemos los comprobantes de que en general han bajado un 30% las ventas. Al sacar una presencia familiar de ese comercio de cercanía, que era un integrante más del barrio, que los hijos estaban criados con los hijos de los vecinos, se perdió todo eso al venir una empresa nueva con personal muy bien uniformado, pero que hoy estoy yo en la caja, mañana estás tú, pasado hoy otro chico y luego otro. Se perdió esa identidad y se han caído las ventas. Pero a la larga se terminan imponiendo. Ahora, en ese barrio, el comercio de cercanía, el pequeño, convive más cómodo porque esa empresa, que hoy es una transnacional, primero aumentó los precios y, segundo, perdió toda la identidad de un vecino más del barrio.
En el tema de precios, justamente, ¿cómo entran en el régimen de competencia? Porque parece muy poco probable que se pueda competir.
No se compite. Aunque ellos, que tienen unos beneficios tremendos y compran mucho mejor que nosotros, también tienen unos costos indirectos enormes y, ojo, la transnacional de afuera llama y quiere utilidad, rendimiento. No es como el gallego de la esquina, que si le dejo 100 está contento y si le dejo 1000, de repente va y compra un apartamentito en la cuadra. Esto marcha todo para afuera, el dinero.
¿La realidad es la misma en la capital que en el interior?
Es la misma porque cualquier ciudad del interior tiene un Tata y tiene grandes supermercados locales, que son capitales locales. Tienda Inglesa está coqueteando acá en la Costa de Oro; el Dorado, que está creciendo mucho, que también viene de la Costa de Oro, ya está en Colonia, en Paysandú, en Mercedes y está copando Montevideo. Pero en el interior todavía está más la cercanía con el vecino, que de repente es el chacarero, el peón del campo que cobra la semana o cobra cada quince días y el bolichero del barrio lo sostiene. O sea, el comercio de cercanía no está atravesando una situación floreciente, pero se sostiene bien porque es parte integral de la sociedad.
El almacenero ha tenido que sumar nuevos sistemas no tradicionales. Algunos almacenes ya apuntan a colocar el espiedo para el pollo, la parrilla para el asado. ¿Estos ítems son importantes para poder hacer que llegue el cliente al almacén?
Donde eso se ve más es en las panaderías. No voy a hablar de las panaderías, que son otro rubro y son grandes amigos. Pero las panaderías se han convertido en rotiserías y han levantado la puntería. En cualquier almacén de barrio tienen milanesas en dos panes, pascualina o alguna cosita. La gente que va y viene corriendo del trabajo está cansada y compra eso. Y vas agregando, porque si tú tenés buena línea y buenos productos, la gente entra a tu comercio, mañana pones medias y las vendes. ¿Por qué vamos al gran supermercado? Lo que más tememos los comerciantes es la famosa compra compulsiva, que es lo que pasa ahora: la gente anda con plata dulce en el bolsillo, cobró el aguinaldo y va manoteando en el supermercado.
La gran superficie tiene la ventaja de que la publicidad llega por todas las formas, de todas las maneras. El comerciante de barrio se tiene que conformar con el pizarrón.
El pizarrón y poner algún precio en oferta, alguna cosa. Pero durante la crisis esta que pasamos, llámese covid o seca, el comerciante del barrio suplió muy bien y la gente redescubrió que tenía de todo y a buen precio. Volvimos a hacer los mandados diarios. Siempre te falta algo en la casa y somos conscientes de que ese mismo ciudadano que todos los días va al almacén a comprar una cosa, dos, tres, el sábado con un manguito va al supermercado y trae el pedido semanal. Pero siempre te falta algo y el de la esquina te salva.
¿Cómo trabaja el almacenero el abastecimiento de los productos más solicitados durante estas fechas? ¿Se mantiene como era antes la consignación de algunos productos, por ejemplo?
Antes cualquier cliente venía y te compraba un cajón de cerveza y después si le sobra alguna te la devolvía. Hoy ha surgido un competidor grande para el comerciante del barrio, la bebida nos está pegando muy duro. Se han puesto comercios que venden solamente bebida, en todos los barrios hay varias cadenas de esas, las bancan las mismas empresas, la cerveza o el agua o la Coca-Cola, las bancan dándoles mercadería. Tienen precios muy competitivos y te venden unidad cerrada, no te venden una botella. Eso nos pega porque realmente venden más barato que nosotros ya que tienen el aporte de las empresas.
¿Estamos hablando de los famosos 24 horas?
Los hay 24 horas y otros que cierran a las 7 de la tarde. Tienen ofertas, mucho beneficio, eso nos está pegando. Ahora bien, el comerciante de barrio, ese que está metido dentro de los barrios a los que no entra mucha gente, mantiene la heladera fría hasta las 10 de la noche. Hemos crecido mucho como institución en los autoservicios barriales, que son importantes, son comercios que venden muy bien, fuertes. Se han posicionado muy bien y todos vienen del almacén de mostrador.
¿El número de socios de Cambadu aumentó o se mantuvo?
Estamos siempre boyando en la línea de 3000, 3200 socios. Tenemos mucha gastronomía, los bares, restaurantes, todos esos boliches son nuestros.
Cuando la gente elige no cocinar y salir, reclama por los precios elevados. ¿Hay opciones accesibles?
La gente reclama, pero todo es caro. Lo más barato es una pizza, 150, 180 pesos. Tomás una coca cola y ya estás en 300 pesos. Y no te digo si comés un flan, un plato cualquiera, gastaste 600 pesos. Y si vas a una parrilla, 800, o 1000 pesos. Es verdad, no es regalado. Pero cada vez la gente sale más, por lo menos en el verano, porque después viene el frío y sonamos todos.
¿Es cuando algunos se perjudican pero otros se benefician?
El comercio de la Costa es el gran beneficiario de eso. En enero, en Montevideo, nos caemos bastante porque el público dispara para el este. Pero es así. De enero a enero andamos en un equilibrio bueno. Hemos superado la crisis del covid, estamos con los números mejores que en el 2019, ahora esperemos el cambio de gobierno a ver qué pasa.
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