Pedro Mario Burelli Briceño es un empresario venezolano y exmiembro de la junta directiva de Petróleos de Venezuela hasta 1998. Es el fundador y actualmente ocupa el cargo de director general de B+V Advisors. En nota concedida a La Mañana desde Madrid, Burelli hizo un análisis de la situación, a la vez que formuló gravísimas denuncias contra el régimen de Nicolás Maduro.
¿Cómo analiza esta situación que está viviendo Venezuela? Usted habla de un país secuestrado por un grupo de criminales. ¿Cuándo comienza todo este deterioro lineal que usted menciona para llegar a este punto, con una migración brutal de más de ocho millones de personas y con un montón de denuncias gravísimas que usted ha hecho a nivel de la prensa internacional?
El tema es que toda dictadura que opta por abusar del poder y abusar de los derechos de los ciudadanos, y abusar de estos derechos de forma repetitiva y grave, empieza a querer buscar la impunidad. Obviamente se empieza a asustar, la pérdida del poder empieza a ser aterradora, cuando de paso empiezas a meterte en actividades criminales, partiendo de la corrupción a nivel masivo, sobre todo en un país con un Estado muy rico por el petróleo. Por eso se convierte, para pasar de ser un país de transporte de la droga, como un mecanismo de una salida de droga producida en otros países, para empezar a montar una infraestructura mucho más grande de narcóticos, empezar a lavar el dinero, no solamente que generan ahí, sino el que otros cárteles generan, abrir el país a criminales de todo tipo para explotar las vastas reservas de minerales, oro, diamantes, coltán, tierras raras, de forma completamente legítima. Entonces tú vas profundizando, pero en la medida que obviamente la gente te empieza a criticar tienes que cerrar medios, porque los medios están investigando, están criticando, entonces te vas contra la libertad de expresión. Empiezan a amedrentar a los políticos, a meter presa a la gente y entran básicamente en un círculo vicioso, en un espiral de represión que se vuelve cada vez peor. Cuando empieza a través de la incompetencia y a través de mil problemas a no tener otra forma de resolver o mantener del poder que a través de medios ilícitos, la paranoia va aumentando, después empieza a abusar de la gente, te empiezan a acusar de crímenes de lesa humanidad. Entonces dices: “Bueno, mientras esté en el poder no voy a pagar las consecuencias, lo que me va a llevar a la Justicia es la pérdida del poder”, por lo tanto, mantener el poder se vuelve un todo. Y ahí es donde estamos, la cultura del secuestrador.
El secuestro ocurre cuando alguien que tiene poder, tiene armas, las usa contra otros que no las tienen. Un secuestro se puede dar en muchas circunstancias, en este caso es el secuestro de un país entero por un pequeño grupo de criminales que no están dispuestos a soltar el poder por las consecuencias que sufrirían si lo pierden. En esa metáfora de un secuestro, de ese secuestro es que han huido 8,5 millones de personas, pero todavía quedan 23 millones en el país, cada vez más arrinconadas. Lo curioso de esto es que en la negociación o la forma de enfocar la situación nos hemos equivocado de diagnóstico, cuando toda la evidencia es que esto es lo que está ocurriendo. No hay manera de solucionar un problema si equivocamos el diagnóstico. El remedio no es fácil, pero es imposible descubrir cuál es si no definimos cuál es el diagnóstico, y le ha costado mucho a la comunidad nacional, y sobre todo a los países que tienen la información a mano, reconocer que el pueblo venezolano está secuestrado por unos narcotraficantes. Una vez que tú llegas a ese diagnóstico, tienes que buscar un remedio que esté en consonancia con el problema, y eso es lo que yo creo que ha sido difícil de aceptar. ¿Cuál es ese remedio? ¿Cómo se saca del poder a un grupo de criminales enquistados? ¿Cuál es el modus operandi para hacer eso si no es un cambio integral, un rompimiento dentro de la estructura criminal? Porque no va a haber una intervención militar y no hay un mecanismo de administración de justicia internacional que pueda llegar y aterrizar una cantidad de helicópteros y arrestar y llevar a juicio a todos estos tipos. Esto no existe tampoco. Entonces, ¿cómo salimos de esto? Es el gran dilema de Venezuela.
Dicen que ningún proceso de estas características se puede consolidar sin el apoyo militar. Vladimir Padrino López es parte de este proceso. En los últimos tiempos, Maduro creó una Guardia Civil, empezó a armar civiles que salen a la calle a hacer recorridas, incluso detenciones. ¿Esto tiene que ver con el debilitamiento de la estructura que usted menciona?
Obviamente la criminalización del Estado te genera eso. Las estructuras formales del Estado, las instituciones están colapsando. Entonces, si tú ves la separación de poderes, se elimina primero la separación entre ellos. Dentro de los poderes, la Justicia se deteriora. Todo el esquema de instituciones de seguridad del Estado y de la defensa nacional del Estado se van corrompiendo. Y nos encontramos, por ejemplo, en el caso de la Fuerza Armada.
La Fuerza Armada son muchos pedazos de las Fuerzas Armadas. Ahí uso yo otra metáfora. Usted puede tener el carro más elegante y caro del mundo, pero si usted lo corta por la mitad se puede pasar todo el día sentado en el volante maravilloso y en la silla cómoda. Pero la silla cómoda, por ejemplo, si se reclinaba antes de cortar, no se va a reclinar cuando cortaste el coche por la mitad. Entonces, cuando tú agarras la Fuerza Armada y la rompes en muchos pedazos, cosa que hizo Hugo Chávez a través de modificaciones sucesivas de la ley orgánica de las Fuerzas Armadas y del reglamento interno, porque cuando a él lo tumban por 36 horas en el 11 de abril del 2002, se da cuenta de que casi toda la Fuerza Armada estaba contra él. Y dice: “Esto no me volverá a ocurrir, esto no me va a volver a pasar”. Entonces, desde ese momento empieza un proceso de romper la línea de mando y fragmentarla al punto tal que no hay nadie que tenga comando de los 580 oficiales que tienen gente bajo sí, que no son administrativos, si no hay 580 oficiales a cualquier nivel cuyos cargos son de comando. No hay ninguno de esos que tenga la certeza de que si dan una orden se la van a cumplir en su componente entero y eso te genera parálisis. Esa parálisis vista de afuera parecería apoyo. No, esa es parálisis por diseño.
En la jerarquía donde usted mencionó a Padrino López, ministro de Defensa, hay tipos que están muy, muy involucrados en los negocios de narcotráfico, de minería ilegal, de corrupción. Les pagan sobre salario, les entregan en efectivo dinero para simplemente comprometerlos o comprarlos. Eso te genera dentro de la oficialía más abajo, que no recibe ninguno de esos beneficios, molestia, rabia y no sé cuánto. A veces no sé si es envidia porque quisieran recibirlos, porque no te estoy diciendo que son gente con ética que está viendo que sus jefes son unos inmorales por participar en negocios ilegítimos. Quizás a ellos lo que les molesta es que no participan. Pero el hecho es que sí hay una tensión entre todos los niveles de esta estructura totalmente fragmentada. En el caso de la Policía, básicamente se ha ido incrementando a través de darles uniformes, chapas de policía y armas a tipos que eran criminales. Entonces la Policía es como un elemento de un grupo armado que ejerce control político de la sociedad y su único criterio es que sean leales, no que sean morales, no que tengan aptitud para ser policías, que sean malandros. Entonces, claro, una Policía formada por criminales uniformados es muy delicada.
Chávez empezó a armar los llamados “colectivos”, que eran el mecanismo de mantener el control para que los barrios no se alzaran. Y eso te lleva a una cosa terrible que está siendo investigada por la Corte Penal Internacional, que son las ejecuciones extrajudiciales, que creo que el número últimamente son 14.000 personas que han sido básicamente ejecutadas por fuerzas asociadas con el Estado. Eso, por cierto, es una de las cosas que más ha impactado la migración. Empiezan a aparecer cosas como el Tren de Aragua, otros como el Tren de Guayana, cosas que llaman sindicatos, que son sindicatos armados, pero no tienen nada que ver con el sindicalismo, sino que son sindicatos del crimen, son los que controlan mucho la minería ilegal. Y el país está cada vez más anarquizado, cosa que es muy atípica de un verdadero gobierno autoritario. Un verdadero gobierno autoritario ejerce la autoridad sobre el país, trata de ser el único que ejerce la autoridad y trata de tener un monopolio absoluto de la violencia. El modelo este es completamente contrario. Es un modelo anárquico donde no está claro quién ejerce realmente la autoridad y donde definitivamente no existe un monopolio de la violencia.
¿Qué papel juega Diosdado Cabello en esa estructura?
Diosdado no fue o no era el más bruto. Es más, yo diría que fue bastante buen director del ente regulador de comunicaciones como su primer puesto en el gobierno. Era un ingeniero de comunicaciones y montó un buen equipo, salió una ley moderna de comunicaciones y parecía un tipo más abocado a ser un profesional. Poco a poco y cuando pasó a ser ministro de la Secretaría de la Presidencia, se le fueron abriendo las agallas en la parte económica, y cuando estuvo preso por los golpes que le dieron a Carlos Andrés Pérez yo creo que decidió empezar a corromperse. El negocio del narcotráfico ha sido muy grande y Diosdado terminó muy metido ahí, junto con los demás. Hay, igual que te estaba explicando en la Fuerza Armada, múltiples mafias. Todo está metido en negocios ilegítimos, pero con diferentes agrupaciones, con diferentes formatos y al final empiezan los conflictos entre mafias.
Entonces hay toda una estructura que Diosdado controla y tenía bajo su control una de las policías políticas, porque hay una policía política que se llama el Sebin y hay otra que es la Dirección General de Contrainteligencia Militar, que digamos está más orientada al tema militar, pero las dos operan como las policías políticas y meten miedo. Esa policía, el Sebin, es la que maneja este edificio, que es un edificio que fue un ícono de la arquitectura que había quedado abandonado, se llama el Helicoide, que es la cárcel fundamental donde están los presos políticos. Esa estructura la maneja Diosdado.
Y creo que se siente que para sobrevivir dentro de la pelea entre mafias y para que los cubanos no se muevan contra él, que lo tildan de anticubano, él se ofrece de ser el niño malo de la película. Hoy en día está hiper consolidado porque su posición era que había que suspender las elecciones. Como presidente del partido, que era su cargo, él recorría el país cuando María Corina recorría el país, él iba haciéndole sombra, primero para crear un imán de atracción hacia el chavismo, para que el chavismo mostrara su fuerza, segundo para que no se fueran los chavistas a las manifestaciones de María Corina, y al final cuando se dio cuenta de que no podía controlar lo que era un deslave gigantesco del chavismo hacia María Corina, él plantea la posición de que se genere una conmoción nacional como excusa para parar la elección; no obstante, no logra hacer eso. Lo convencen de que la elección se va a ganar, que tienen el mecanismo electrónico para cambiar los votos, que aquí no hay ninguna cosa, que no hay que preocuparse, que la elección está ganada, que no se haga otra cosa. Es toda una narrativa que la vende Jorge Rodríguez, que es el presidente de la Asamblea Nacional, es como el Rasputín de Maduro, y de repente cuando se pierde la elección, se la tienen que robar porque no les queda más remedio que robársela.
Entonces ahora Diosdado está diciendo que tenía razón, y está ahorita cobrando en poder lo que él cree que fueron sus acertadas advertencias y está diciendo: “Ahora yo voy a poner orden en esto”. Obviamente, ¿cómo está poniendo orden? Con un esquema represivo, tratando de sustituir la falta de votos con miedo, monta un esquema de gobernar a través de la pura intimidación. Estos 1800 presos políticos que hay es eso, porque esos 1800 presos políticos no son gente que sea política y no son activistas, es gente que estaba yendo a la panadería a comprar pan, era un muchacho que andaba por ahí, entonces ellos empezaron a arrestar bajo un esquema muy de los tiempos de la URSS, de arrestar a cualquiera, para mandar la señal a todos de que todos son sujetos a ser arrestados.
Durante todo este período pasaron Leopoldo López, Juan Guaidó, hoy Edmundo González y María Corina Machado, ¿cómo se sale, desde la democracia, de esta situación?
Es una pregunta muy dura porque yo creo que la gente primero es muy inconsciente de con quién estamos luchando y la valentía de un Leopoldo López, que pasó siete años preso en una cárcel y preso en su casa; Guaidó, que estuvo cuatro años en Venezuela siendo el presidente reconocido por las democracias del mundo en Venezuela; María Corina, que le han hecho absolutamente de todo, le han roto la cara, le han quitado su curul en el congreso, tiene ya veinte años peleando, y la verdad es que yo creo que hay esa desesperación e inmediatismo que tiene mucha gente, tanto dentro como fuera de Venezuela. ¿Qué te dice que haya habido negociaciones con la OEA, con el Centro Carter, con las Naciones Unidas, en República Dominicana, con Zapatero, con el Vaticano, con noruegos, con todo el mundo, con los mismos americanos y que no haya una solución? ¿Qué es lo que te dice eso? Que el problema es muy duro. En realidad, lo que tenemos enfrente es un cártel, y lo demuestra que los Estados Unidos hayan subido las recompensas por Diosdado Cabello y Nicolás Maduro, y le pongan una recompensa a Padrino López. Yo siempre digo: si llegamos a un acuerdo de cuál es el problema, nos podemos después sentar a ver cuál es la solución, pero si 25 años después todavía tenemos diferencias de opinión sobre cuál es el problema, ¿cómo coño vamos a encontrar un remedio?
TE PUEDE INTERESAR: