La entrevista estuvo pautada para las 7 de la mañana de este martes. A esa hora el productor Aramir Silva se encontraba recorriendo sus viñas, ubicadas en el kilómetro 37 de la ruta 5, en la zona de Juanicó, en Canelones. El estado de las frutas presenta buenas perspectivas tanto en kilos como en calidad, aunque señaló que al momento de la vendimia habrá que tener cuidado porque los racimos están algo débiles. Mientras hacía su recorrida, Silva contó la difícil situación de los productores para vender el vino y la urgente necesidad de un crédito que los saque a flote. Criticó duramente al Instituto Nacional de Vitivinicultura (Inavi), que durante este período privilegió a los productores grandes a costa de los familiares y aspira a que el futuro gobierno atienda sus reclamos.
¿Cuáles son las proyecciones de producción de uvas para este año?
Hay proyecciones de una zafra muy importante. Creo que vamos a andar entre los 95 y 100 millones de kilos de uva en todo el sector. El mayor riesgo es la comercialización del vino, lo que arrastra también la negociación de la uva. Es un tema que nos tiene enormemente preocupados.
¿Cuál es la situación de los productores, teniendo en cuenta el reclamo que le han hecho al Inavi por el cobro de la uva de la última zafra?
El sector en su conjunto tiene un enorme problema de comercialización. A unos los agrava más y a otros menos. No es lo mismo un bodeguero que tiene viñas y que está vendiendo el vino envasado que un bodeguero que tiene que vender algo en fazón porque bajó el consumo de vino. La gran preocupación del vitivinicultor es no haber podido vender vino a granel y que ahora no tenga capacidad para moler. En el Centro de Viticultores del Uruguay, 49 productores molieron con nosotros, de los cuales 46 molieron el 100% de su producción. El Inavi y el ministro declararon que somos una empresa. No, nosotros no somos una empresa. Frente a una realidad en que la industria no compraba la uva, tuvimos que moler. Generamos una sociedad anónima, que es el brazo comercial del centro donde molemos, vendemos el vino y le pagamos a la gente. Encima este año no pudimos vender el vino. Tenemos el 100% del vino en las bodegas. La idea de nosotros era tratar de exportar. Estamos trabajando en la posibilidad de una exportación a granel. Esperamos que durante la transición el futuro gobierno nombre lo más rápidamente al presidente del Inavi para sacar adelante la cosecha. También esperamos que durante la transición se apruebe un crédito sin intereses como el que les dieron a los demás sectores y podamos pagarle a la gente para que corte la uva. Sería una injusticia que no sacáramos la producción de este año y quedaran 5, 10, 20 millones de kilos de uva en las plantas.
¿A cuánto asciende el crédito que están pidiendo?
Nosotros tenemos que pagar 1.800.000 kilos de uva. Hay que dividirlo entre las distintas variedades y los distintos precios. Es un cambio chico para el gobierno frente a todo lo que repartió y subsidió. Es mucho menos que la forestación. Es mucho menos que UPM. Es mucho menos que el subsidio que le damos a la cerveza. Es mucho más barato de lo que acá sale la caña de azúcar, que tiene un subsidio importante de millones de dólares por año. Es nada más apostar por la gente que trabajó en el sur y darle la posibilidad de que pueda seguir adelante porque, si no, liquidamos la viticultura. Es parte de nuestra cultura y es parte de la gente arraigada en la tierra. Ya que se dice que hay que mantener al productor en la tierra, bueno, esto es una forma no solo de mantenerlo, sino también buscar una salida para adelante.
¿Cuántos productores se encuentran en esta situación?
Hay 46 familias que pusieron el 100% de la uva, más tres que molieron parte de su producción. Estas familias dependen de la negociación y de conseguir el dinero para vender el vino. Son pequeños y medianos productores, y pequeñas y medianas industrias. La verdad, son familiares. Alguno puede tener un asalariado. Es un gran desafío para sacar la cosecha, para vender el vino que tenemos más el que vamos a hacer, y un desafío de poder generar otras alternativas al sector para organizarlo y no estar dependiendo solo del producto vino.
¿Qué evaluación hace de la gestión del Inavi durante este período?
Fue bastante jodido porque no se apostó al aparato productivo e industrial. Se apostó a los grandes y a los chicos se los dejó por el camino. Lamentablemente anunciamos que esto se venía y no se escuchó. Ahora por suerte se va a hacer un llamado para juntar la uva y revisar la capacidad que hay en bodega, tanto para moler como para llevar vino. Por lo menos vamos a saber cuántos kilos de uva tenemos jugando en la cancha.
Tres o cuatro empresas se reparten el 70% del mercado del vino. ¿Cuántas bodegas componen el restante 30%?
Con los números bastante inflados, se dice que son entre 70 y 80 bodegas. Yo digo que son 50 o 60. El poder de la tierra está muy concentrado en pocas manos, y a la vez la producción.
¿Entonces el desafío es salvar a los pequeños productores?
Tenemos que salvar a los productores si queremos salvar la soberanía alimentaria de este país. Lamentablemente hay quienes dicen que la seguridad alimentaria ya está salvada. Para que verdaderamente un país se sienta orgulloso, tiene que privilegiar a la familia que trabaja y que puedas ir a una feria y adquirir buenos producto. Que no perdamos los productores, que somos una base social muy importante.
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