Tras las fiestas y el comienzo del año, el fútbol comienza a tomar impulso para este 2025.
La selección sub-20 se prepara de la mano de Fabián Coito para disputar el Sudamericano de la categoría. Uruguay fue campeón ocho veces y solamente es superado por Brasil. Además, la Copa del Mundo de la categoría está en nuestras vitrinas. Para saber si Uruguay sigue siendo el campeón mundial habrá que clasificar al torneo que se jugará en Chile este mismo año.
Quiso el destino que Chile haya ganado la organización de un mundial sub-20 gracias a Conmebol en complicidad con Uruguay, Argentina y Paraguay, que traicionaron a los chilenos sin aviso a cambio de los tres famosos partidos “conmemoración 100 años” de 2030. Esa limosna unida a la traición a Chile llevó a los trasandinos a presentarse en FIFA y golpear escritorios buscando explicaciones y compensaciones. Salieron ganando. Más vale Mundial sub-20 en mano que tres partidos inocuos e intrascendentes para el Mundial 2030. Y pensar que vimos al presidente de Conmebol, Alejandro Domínguez, bailar lleno de alegría. Probablemente lo alegren cosas que no conocemos ya que el fútbol inventó que la confidencialidad supera a la transparencia y eso que es moral y éticamente insostenible es lo que triunfa por estos lares.
Otro tema de debate en cuanto al Sudamericano sub-20 fue la nominación de Venezuela como sede del torneo. Justamente en un enero convulsionado por temas políticos no parecía sensato fijar un campeonato juvenil en ese país.
Por si fuese poco la polémica crece ya que justo en los países del Río de la Plata, en donde están los campeones mundiales de mayores y juveniles, crece la preocupación por secuestros o detenciones de ciudadanos rioplatenses con sospechas de arbitrariedades que podrían trasladarse a cualquiera… incluso a integrantes de delegaciones deportivas.
El debate se instaló cuando las declaraciones de los gobiernos nacionales no coincidieron con los gobiernos del fútbol de ambos países y nos deja a todos expectantes sobre lo que pueda pasar en los próximos 10 días.
La Serie Río de la Plata es una buena idea perfectible y una gran oportunidad deportiva y económica. Esta vez son 27 equipos que jugarán 26 partidos. Hay 12 cuadros uruguayos, 11 argentinos, Colo Colo y Católica de Chile, Olimpia de Paraguay e Independiente del Valle de Ecuador. O sea, habrá representantes de cinco países. Peñarol, Nacional, Independiente, San Lorenzo, Olimpia e Independiente del Valle parecen darle un toque de glamur. Los escenarios vienen siendo el Centenario, los estadios de los grandes, el Campus de Maldonado, el Charrúa, el Viera y el Franzini.
¿Cómo se puede perfeccionar? Por ejemplo, en general algún tipo de hilo conductor que determine campeones de triangulares o cuadrangulares. O, en caso de que todos jueguen al menos tres partidos, pueda existir una tabla general de puntos. En las primeras tres ediciones fue de estilo la disputa de un trofeo para el ganador de cada partido. Los nombres de los trofeos por lo general eran homenajes a glorias que habían jugado en los dos clubes participantes del partido. También hubo trofeos con el nombre de dirigentes o directores técnicos emblemáticos entre otros hechos como referencias a campeonatos ganados.
Este año se mantuvo la definición por penales en cada partido, pero no hay una copa con el nombre al menos de alguien que justifique ser homenajeado. Por dar un ejemplo, Luis Cubilla pudo ser el nombre de la copa para el partido Nacional vs Olimpia ya que fue campeón de América y del Mundo con ambos (en Nacional como futbolista y en Olimpia como técnico). Pero otro caso que debió preverse fue por ejemplo que los dos grandes enfrentan a San Lorenzo y a su vez jugarán un clásico. Claramente eso se llama triangular en cualquier parte del mundo. Son detalles por mejorar. Las primeras jornadas mostraron miles de aficionados ávidos de fútbol después de un mes y medio sin nada. El Campus estaba lleno en todo lo habilitado para Peñarol y había un buen número de chilenos en la tribuna de Colo Colo. También miles de hinchas tricolores fueron al Gran Parque Central para el partido ante San Lorenzo (en la que se pudo jugar la Copa Sanfilippo).
Las noches de verano se prestan para el fútbol. La Serie Río de la Plata le da ese marco televisado al mundo entero a través de Disney además de VTV para el territorio uruguayo. No es poca cosa.
Con respecto a la organización fue de mal gusto lo sucedido en el encuentro entre Peñarol y Colo Colo. Existe un reglamento. A ver si nos entendemos. Por el hecho de ser una serie de partidos amistosos, eso no significa que un equipo pueda jugar con 12 o poner dos goleros juntos. Hay reglas globales y particulares en cuanto al reglamento del fútbol y a la Serie en particular.
Dos hechos insólitos se dieron en la noche del domingo en el Campus. En esta Serie se determinó que podía hacerse hasta siete cambios, dos más de lo normal.
Al finalizar el primer tiempo, Diego Aguirre determinó cambiar los 11 jugadores. Evidentemente nadie le avisó y creo que ese fue el error. Lo cierto es que el comienzo del segundo tiempo se atrasó en más de 10 minutos. Tras largos cabildeos y la férrea decisión de Aguirre de mantenerse con las 11 sustituciones, la organización consiguió convencer al árbitro Matonte y al DT de Colo Colo para que jugaran de esa manera.
Los chilenos argumentaban que ellos se estaban rigiendo por el reglamento y no parecía justo. Diego Aguirre llegó a decir molesto a los organizadores “si quieren suspendan el partido”.
Entiendo los momentos de enojo, pero creo que faltó información de parte de gente de Peñarol a su DT. Estos partidos no son iguales a las prácticas en Los Aromos. Tienen reglas, cuesta mucho la organización y los clubes cobran por jugar. Con lo que cobran los clubes a Disney y Tenfield les pagan el sueldo a todos los participantes y sirve para contratar figuras.
Además, el público merece respeto. Sacar a los 11 titulares para la segunda mitad es una bofetada al espectáculo. Pero no terminó todo allí.
El partido finalizó empatado 1 a 1 y cuando Peñarol se preparaba para los penales los chilenos se fueron al vestuario. Fue un papelón. Seguramente pensaron que el partido lo ganaron porque Peñarol hizo cambios de más. Claramente en campeonatos oficiales los aurinegros hubiesen perdido los puntos. Por otro lado, el segundo tiempo estuvo muy picado, con algún hecho violento y habiendo rescatado un meritorio empate en Uruguay habrán pensado que no tenían para que arriesgarse a perder por unos penales que nada agregaban ante tanto desconcierto.
De locos, perfectible como dije, y esperemos que los clubes, todos, entiendan que para tener el derecho a cobrar por jugar hay que respetar las obligaciones. Los cambios son siete y en caso de empate hay penales. Lo demás es puro cuento.
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