En medio de un conflicto que lleva años desestabilizando a la República Democrática del Congo, el movimiento armado M23 ha tomado el control de la ciudad de Goma. Los continuos ataques, que han dejado a cientos de miles de desplazados y heridos, se cobraron la vida de un compatriota, el soldado Rodolfo Álvarez, e hirieron a otros efectivos, entre ellos al sargento Adrián Fernández, que continúa en estado crítico. La situación evoluciona minuto a minuto y las fuerzas de paz internacionales, junto con el gobierno congoleño, se enfrentan a desafíos sin precedentes para restaurar el orden, mientras que la tropa uruguaya en Goma continúa cumpliendo su misión en un teatro de operaciones sumamente complejo.
Después de varios días de intensos enfrentamientos en la República Democrática del Congo (RDC), el movimiento rebelde 23 de Marzo (M23) entró oficialmente, en la mañana de este lunes 27 de enero en la ciudad de Goma, en la provincia de Kivu del Norte, localidad clave por ser una importante ruta comercial y albergar a un gran número de organizaciones humanitarias internacionales y de la ONU.
El mismo lunes, la misión de la ONU (Monusco) logró gestionar un acuerdo de alto al fuego entre las facciones enfrentadas, que entró en vigor a las 19:00 horas (14:00 horas en Uruguay), estableciendo el cese total de las hostilidades y permitiendo a los miembros del contingente nacional un período de descanso tras 96 horas de operaciones ininterrumpidas.
Sin embargo, pese al acuerdo, ayer martes a las 06:15 (hora local de la RDC) se reanudaron los enfrentamientos directos entre las Fuerzas Armadas congoleñas (Fardc) y el M23. Según un comunicado del Ejército Nacional, los ataques se originaron por focos de resistencia y cesaron cerca del mediodía. Durante el fuego cruzado en las cercanías del Batallón “Uruguay IV”, el sargento Diego Ferreira resultó herido de bala en un tobillo, mientras que el cabo de segunda John Patrón sufrió daños en las manos. Ambos se encuentran fuera de peligro.
También ayer, 28 de enero, fueron atacadas con bombas incendiarias las embajadas de Uganda, Ruanda, Bélgica, Kenia, Japón, Estados Unidos y Francia en Kinshasa. Según fuentes de inteligencia, estas manifestaciones se produjeron como protesta contra el apoyo de Ruanda a los rebeldes del M23 en Goma.
Desde la madrugada del lunes, cientos de militares integrantes de las Fardc se aproximaron a los alrededores de la base uruguaya “Siempre Presente”, a los efectos de deponer sus armas. El comandante en jefe del Ejército Nacional, Mario Stevenazzi, dijo en rueda de prensa que las fuerzas congoleñas se están refugiando en las instalaciones de nuestro país. “En este momento tenemos cerca de 800 desmovilizados en nuestra base”, donde actualmente se encuentran desplegados 400 efectivos nacionales.
El ataque del M23 al vehículo de Monusco y las bajas del contingente nacional
El comandante en jefe informó en una conferencia de prensa el pasado sábado que la situación comenzó a deteriorarse el jueves 23. Ante ese escenario, las fuerzas del batallón uruguayo fueron notificadas sobre la necesidad de movilizar recursos para garantizar el cumplimiento de la misión asignada en el área de operaciones.
El 24 de enero, se ordenó el avance de unidades del batallón desplegadas en Goma hacia una zona ubicada a 17 kilómetros de la base y aproximadamente a 3,5 kilómetros de la línea de combate, donde las tropas del M23 enfrentaban a las Fardc. En este operativo, se movilizó una compañía mecanizada, conformada por 15 vehículos blindados y entre 110 y 115 efectivos.
En dicha posición, un proyectil de mortero teledirigido impactó directamente sobre un vehículo blindado MOWA estacionado junto al puesto de comando y al de socorro en una posición de bloqueo para impedir el acceso del M23 a la ciudad de Goma. Este ataque, considerado intencionado debido a la precisión del impacto, no se interpretó como un hecho fortuito por parte del comandante en jefe, quien estimó que se trata de una acción planificada, cuyo objetivo parece haber sido atacar deliberadamente a personal de Naciones Unidas.
El tiro de mortero provocó la muerte del conductor del vehículo, el soldado de primera Rodolfo Álvarez, de 39 años, e hirió al resto de los efectivos, uno de gravedad, el sargento Adrián Fernández, quien sufrió pérdida de masa encefálica a raíz del impacto. Fernández fue evacuado al Hospital Nivel IV en Kampala, Uganda, donde fue intervenido por las lesiones y continúa en estado crítico. Además, resultaron heridos el Sdo. 1º Franco Olivera, el Sdo. 1º Elder Píriz y Cabo 2º Roque Francia.
Tras el ataque, nuestras fuerzas se replegaron hacia el batallón en Goma y a la localidad de Rusayo, donde se encuentra una compañía respaldada por una unidad mecanizada equipada con vehículos blindados, conformada por aproximadamente 200 efectivos. Además, según informó Stevenazzi, nuestro personal garantizó la seguridad del traslado al aeropuerto del personal civil de Naciones Unidas para facilitar su evacuación de Goma. La mayoría de los observadores militares fueron evacuados, con excepción de aquellos que permanecen bajo custodia del batallón.
La rotación de 750 efectivos, originalmente programada para llevarse a cabo entre el 28 de enero y el 4 de febrero, se pospuso hasta que la situación se normalice y sea posible realizar los desplazamientos de tropas dentro de los parámetros de seguridad requeridos.
A partir de negociaciones con Cancillería, el domingo 26 se reunió el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas para tratar especialmente esta situación. Carlos Amorín, representante de Uruguay ante ese organismo, exhortó a buscar una solución “política” en el Congo. Mientras que el secretario general, António Guterres, expresó su “profunda preocupación por la escalada de violencia” y exhortó a las fuerzas de defensa de Ruanda a detener su apoyo al M23 y a abandonar el territorio congoleño.
Las raíces del conflicto en RDC
Fuentes castrenses señalaron que esta avanzada surgió en respuesta a una ejecución masiva llevada a cabo por el gobierno congoleño, en la que más de 20 individuos vinculados a actividades delictivas fueron ejecutados. Dichas ejecuciones se realizaron tras un juicio como parte de los esfuerzos por erradicar las bandas criminales en la región.
Pero eso no es todo, el conflicto en la RDC tiene raíces complejas que combinan factores históricos, raciales, económicos y geopolíticos. La RDC posee vastas reservas de minerales estratégicos, como cobalto y coltán, que son fundamentales para desarrollar las llamadas “tecnologías limpias”. Sin embargo, la lucha por el control de estos recursos terminó financiando a grupos armados y alimentando tanto la violencia como la corrupción. Estas disputas, vinculadas a la minería, se entrelazan con conflictos étnicos en regiones como Ituri y Kivu, donde la rivalidad entre comunidades, como hutus y tutsis, agrava la situación.
El enfrentamiento histórico entre hutus y tutsis, que desencadenó el genocidio de Ruanda en 1994, dejó una profunda marca en la región y repercutió directamente en el este de RDC. Tras el genocidio, millones de refugiados hutus se desplazaron a territorio congoleño, donde se reestructuraron en grupos armados como las Fuerzas Democráticas para la Liberación de Ruanda (FDLR). Estos grupos se enfrentan constantemente a milicias tutsis, algunas de las cuales reciben respaldo de Ruanda, lo que ha perpetuado la inestabilidad en la región.
El M23 está integrado por excombatientes de la guerrilla congoleña Congreso Nacional para la Defensa del Pueblo (CNDP), un grupo tutsi creado en 2006 para combatir a los hutus de las FDLR. Tras un acuerdo de paz en 2009, en el que los miembros del CNDP se integraron en el ejército congoleño, en 2012 un sector de los soldados se rebeló, acusando al gobierno de incumplir el pacto, y fundó el M23, adoptando el nombre de la fecha de la firma del acuerdo.
Esta no es la primera vez que el M23 avanza sobre Goma, ya lo había hecho en 2012, permaneciendo hasta el 2013, cuando fue derrotado por una ofensiva gubernamental y presiones internacionales. Posteriormente, se firmó un nuevo acuerdo de paz y el grupo se desarmó. Sin embargo, el país no ha logrado estabilizarse, la debilidad institucional y la corrupción en las Fuerzas Armadas y el gobierno han dificultado programas de desarme y reducir la violencia, incrementando la desconfianza y el descontento social.
La actividad armada del M23 se reanudó en noviembre de 2021 con ataques relámpago contra el Ejército congoleño en Kivu del Norte, y en marzo de 2022 el grupo empezó una ofensiva con la captura y pérdida recurrentes de localidades. Desde entonces, el grupo ha avanzado por varios frentes hasta situarse cerca de Goma. Entre marzo y abril de 2024, el movimiento rebelde cercó la ciudad de Sake, situada a 26 kilómetros de Goma, controlando las colinas que dominan el llano donde se encuentra ese poblado. En esta oportunidad, el contingente nacional desplegó personal en la zona, pasando casi tres días bajo fuego de morteros, enfrentando una situación sumamente desafiante. Afortunadamente, no se registraron bajas en esa ocasión. El martes pasado, después de capturar la ciudad de Minova, el M23 volvió a tomar la ciudad de Sake.
Además, el M23 ha controlado durante más de un año la región minera de coltán en Rubaya, un mineral esencial para la fabricación de productos electrónicos. Este control les ha permitido recaudar aproximadamente 800.000 dólares mensuales a través de un impuesto sobre la producción, según informes de la ONU.
A esto se suma que más de 400.000 personas han sido desplazadas por los combates desde principios de enero, desbordando los hospitales de Goma y Bukavu debido a la gran cantidad de heridos que requieren atención médica. Además, se ha registrado una fuga masiva de prisioneros de la principal cárcel de Goma, junto con saqueos perpetrados por civiles en la ciudad.
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