Agotadas tengo
Nuevamente se agotaron las entradas puestas a la venta. De todas maneras, apenas se destinaron 21 mil para cada uno por los absurdos pulmones y la inhabilitación ridícula de ambas taludes y plateas. Esta vez se agotaron más rápido y la gente comenzó a llegar más temprano, aunque nuevamente filas interminables y embudos increíbles determinaron que la mayoría de los concurrentes tuviese que hacer filas tan largas como lentas.
Bengalas otra vez
Nuevamente los fuegos de artificio y las bengalas no tuvieron controles efectivos y entraron sin problema en las dos tribunas más populares. El tema de las bengalas, ya lo he dicho, no tiene que ver con que seamos amargados y nos moleste el color, el ruido y la fiesta televisada para el mundo. El problema es que las bengalas pueden generar accidentes y también pueden ser usadas como armas bélicas. Y eso fue lo que sucedió una vez más. Pero lo comentaré más adelante.
Nacional sólido
No hay dudas de que los tricolores volvieron a manejar el partido. Diría que más que la vez anterior, cuando se vieron superados en los primeros minutos.
Mejía sigue mostrando solidez y si bien tuvo pocas situaciones de riesgo ante la ineficiencia aurinegra las resolvió todas con solvencia y dio la sensación de seguridad y voz de mando desde el arco. La defensa está disimulando la ausencia de Lozano con Lucas Morales y también podría contar con Emiliano Ancheta. En la zaga el nivel alcanzado por Sebastián Coates es superlativo. Fue el mejor de Nacional en los dos partidos. A su lado, el colombiano Millán muestra que tiene jerarquía y deberá trabajar mucho el capitán Polenta para recuperar la titularidad. En el lateral izquierdo argentino Báez tuvo algún problema en el primer tiempo con el Báez aurinegro, que esta vez jugó por derecha, pero la falta de profundidad mirasol disimuló todo.
En el medio Catarozzi y luego Amaro junto a Oliva se mostraron seguros. Por derecha el Ojito esta vez pesó menos que en el primer clásico, siendo sustituido por Lucas Villalba, no tuvo chance de lucir. Por otro lado, fue el partido de Jeremías Recoba, que juega en gran nivel y anotó un gol histórico ya que emula a su padre como verdugo carbonero.
Arriba el Diente López y Bruno Damiani tuvieron a maltraer a la defensa de Peñarol. El Diente puede rendir más aún y el joven Damiani se muestra muy firme. Desde el banco el venezolano Rómulo Otero mostró que va a andar, y el colombiano Herazo si se pelea menos y se preocupa más en el gol podrá repetir lo de la semana anterior.
Peñarol desflecado
Así veo al aurinegro, como sin la intensidad del año pasado. Las luces puestas sobre la renovación histórica del contrato de Leo Fernández tal vez disimulen erróneamente las ausencias.
Washington Aguerre, Guzmán Rodríguez y Damián García eran una parte medular de la famosa columna vertebral de un equipo, que son el 1, el 2 y el 5. Si a esas ausencias le sumamos Sequeira, que tenía desborde por derecha, y Facundo Batista, que traía goles desde el banco, Peñarol se transformó en un equipo previsible.
Guillermo de Amores vivió una semana muy negativa en lo que la opinión pública se refiere. Si bien tuvo errores en el primer clásico, creo que las críticas provenientes muchas veces desde su propia hinchada pidiendo con desesperación el regreso del Washi fueron excesivas y no contribuyeron a darle tranquilidad. Un gol de penal y otro con Recoba muy solo no da para criticarlo, pero totalizó cinco goles en contra en dos partidos.
El Zorro jugó por derecha muy adelantado, pero no encontró compañía para sorprender. Méndez y Coelho tuvieron algunos problemas y juegan muy al borde del reglamento. Maxi Olivera también parecería estar exasperado cuando las cosas no salen y no transmite tranquilidad.
En el medio, Darias y Rodrigo Pérez forman un buen doble 5. El problema es que no hay desborde ni sorpresas. Tampoco Lucas Hernández por izquierda generó nada nuevo. Báez jugó por derecha, al comienzo insinuó, pero se fue entreverando y Maxi Silvera no recibió buenas habilitaciones. La mayor responsabilidad recae sobre Leo Fernández.
El hombre de los siete millones es mirado así por propios y extraños. Pero, así como el amor incandescente provocó que Peñarol hiciese un esfuerzo fuera de lo común, la crueldad del hincha lo puede llevar a una exigencia, desmedida o no, pero impregnada de impaciencia. Los rivales lo saben y así como grandes cracks han sido anulados históricamente más de una vez, ahora pasaron dos clásicos más sin que Leo pudiese influir. Apenas un tiro libre, algunos centros y pocas habilitaciones certeras a jugadores que pocas veces se mostraban en buena posición marcaron un balance negativo.
Los que entraron jugaron su propio partido en busca de la titularidad: Pedro Milans siempre bien, el Cangrejo entreverado, Terans con apenas 10 minutos y poca participación mientras Avenatti con su altura y movilidad siempre incomoda y puede ser peligroso. Dejé para el final a Diego García, que otra vez pareció ser, jugando solamente un tiempo, de lo mejor que expuso Peñarol en estos clásicos.
Polémicas
El penal cobrado a favor de Nacional generó dudas. Por un lado, creo que pesó el hecho que iban ocho años con 36 clásicos sin penales a favor de Nacional. Este era un penal polémico y creo que pesó en la decisión final. Fue de esos penales que se pueden cobrar y se pueden no cobrar. De hecho, hay un penal casi idéntico a favor de Liverpool contra Nacional en la hora de un partido ganado por los tricolores 2 a 1, con el mismo juez, y no lo cobró. Esta vez, motivado por el VAR y tras largo rato, lo sancionó. Polémico. Pero lo grave fue la aparición de los audios del VAR que mostraron como durante dos minutos el juez Burgos defendía su decisión de no cobrarlo y fue presionado desde la cabina para hacerlo. Espantoso maneja de la herramienta.
También entiendo que Coelho debió ser echado por falta a Damiani y le perdonaron la vida.
Paternidad
Con este triunfo, Nacional completó ocho partidos invicto en clásicos y casi dos años desde la última derrota. Todo comenzó en el Clausura 2023, cuando dirigido por Recoba empató en el Gran Parque Central 2 a 2 hasta lo sucedido este domingo. En teoría son cuatro triunfos de Nacional y cuatro empates, pero en la práctica son seis victorias de Nacional, ya que en dos ocasiones se definió por penales y el tricolor fue victorioso. Incluso uno de ellos sirvió para definir un campeonato como el Intermedio. Para ubicarlo en la historia, el récord máximo en clásicos lo tiene Nacional entre 1971 y 1974 con 16 partidos sin perder, con 7 victorias y 9 empates.
Violencia
Una vez más quedó claro que los violentos mandan. Ellos definen día, hora, escenario, cantidad de público, vallas, pulmones, zonas de exclusión y otras cosas.
Increíblemente esas otras cosas son tan graves como lo enunciado. El dron de Tenfield mostró las filas enormes que se dieron durante más dos horas para poder ingresar al estadio. Barreras, vallado, revisación, demoras eternas… y todo para que… entraran banderas del otro equipo en su tribuna, bengalas de todo tipo, banderas más grandes de las permitidas, droga y lo que puedan imaginar.
¿De qué sirve la revisación si entra de todo?
Algo que me pareció gracioso fue cuando se armó un simulacro de trifulca cerca del final del clásico, cuando el colombiano Herazo empujó a Rodrigo Pérez. Fueron varios minutos de empujones con alguna piña incluida que determinó cuatro tarjetas rojas, dos para cada lado. Pero eso no fue lo loco. Lo insólito es que entraron cuatro o cinco policías a la cancha y estuvieron casi todo el tiempo en medio del tole tole.
Mientras que en las tribunas, donde estaban los violentos, donde había droga, donde lucían caretas tapando sus rostros a pesar de las cámaras de vigilancia, donde se exhibían banderas robadas al rival con cánticos que hacían apología a los asesinatos cometidos, con bengalas que cruzaron de tribuna a tribuna impunemente… justamente ahí está prohibido que ingresen las fuerzas del orden.
La Policía puede entrar a la cancha y estar cerca por si tiene que llevarse detenido a un futbolista profesional, que tiene camiseta de un color y número enorme que lo identifica con escasa posibilidad de salir de la cancha sin que lo agarren. Pero en la tribuna nada de nada. Tierra de nadie, la ley del más fuerte y control ineficiente. Así nos va.
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