El próximo presidente del Inale dijo que le tiene “mucha fe” a quienes integran el sector de la lechería nacional, y que el objetivo es hacer de cada tambo un lugar en el que las empresas, así como las personas y las familias, puedan crecer.
El reconocido productor Ricardo de Izaguirre, con establecimiento en la zona de Mendoza, Florida, en el que trabaja junto a su familia, volverá a presidir el Instituto Nacional de la Leche (Inale).
Su trayectoria trasciende el ámbito productivo. De profesión veterinario, se ha desempeñado como asesor y fue presidente del Inale por siete años, y en los últimos cinco participó de una actividad social en el Centro de Promoción de la Familia, un centro juvenil de Florida que integra a unos “70 gurises” en un convenio con el Instituto del Niño y Adolescente del Uruguay (INAU). “Alguno de ellos viven una situación muy difícil, con mucha marginalidad y me parece que la forma en que los podemos integrar a la sociedad es trabajando junto a otras instituciones como Colonización y dándoles oportunidades de trabajo”, explicó.
Sobre el aspecto humano de la lechería, particularmente en el eslabón productivo, dijo que previo a las elecciones le tocó participar de diferentes reuniones en las que debió presentar la posición del Frente Amplio sobre temas puntuales del sector. Allí “participé junto con técnicos o productores de otros partidos, y siempre nos encontramos con que los asistentes eran todos conocidos o amigos, de todos los grupos políticos; respetados entre nosotros, con coincidencias muy grandes y con planteos que eran para entusiasmarse, por la visión política social, ambiental y económica” que se tiene.
“Las preguntas que recibíamos tenían esos tres componentes” y cuando uno profundiza ve que “en aquellas instancias estaban presentes los productores con sus familias, el sistema cooperativo, las gremiales, las instituciones y el área política. Y eso es algo muy bueno para trabajar porque en la lechería no hay brechas ideológicas que generen abismos”, aseguró De Izaguirre. Lo que “puede haber sí son lineamientos que van más hacia un lado que para el otro, pero eso es natural”.
De lo que “todos somos conscientes” es que “estamos en un período de estancamiento de la lechería” que lleva diez años. “O sea que económicamente el sector no se agranda y por tanto la industria sufre”.
Además, “cada proceso de inversión que la industria hace debe tener un retorno financiero y económico, como en el producto, en la calidad y el volumen”.
Entramado social
Por otro lado, el productor expresó que “las familias se nos van” del medio rural, lo que significa la pérdida “de una riqueza enorme, porque en los tambos las familias viven en el campo y eso significa mucho” ya que se genera un “entramado social importante en la escuela, en el liceo, en el sistema de salud, moviliza diferentes ámbitos de trabajo, como el carpintero, el mecánico, el electricista, genera infraestructura”.
El tambo hace que “la familia y el núcleo laboral trabajen en el mismo lugar, que se necesiten varios servicios, además de que es una forma de trabajo que genera mucho compañerismo, todas las manos sirven, o por la acción de tomar mate juntos, el acompañamiento entre todos y aprendiendo la complementariedad de las personas”, reflexionó. “La lechería le da mucha vida al campo y por eso es muy triste que la gente se vaya”.
Por otro lado, “toda esa complementariedad se transmite y se siente en el cooperativismo”, que es muy importante en el sector: “El país tiene más de 15 gremiales de lechería, el sistema cooperativo tiene el 75% de la leche, y eso hace muy fuerte al sector”.
Generar las condiciones para que las familias produzcan
En otro orden, De Izaguirre dijo que hay países en que la lechería no tiene los altibajos que se pueden observar en otras zonas del mundo: “En Nueva Zelanda el sector no tiene pérdidas tan importantes como en otros países. Nueva Zelanda tiene esa virtud de cooperativismo y es un país del que tenemos muchas cosas para ver y aprender”.
Recientemente se dieron “dos cosas muy positivas”, las lluvias de la semana pasada y la suba de precios en Fonterra: “Esas son dos variables que son muy importantes y de las que no somos dueños: el estado del tiempo y el precio internacional de la leche porque somos un país de mucha exportación. Cada vez que una de estas variables da un cimbronazo, los productores, y especialmente los más chicos, son los que más lo sienten”.
Con la particularidad de que “el productor chico no es de los que se endeuda porque muchas veces debe poner en garantía el campo que es donde vive, entonces termina afectando las condiciones de vida de la familia. Una de las consecuencias de eso es que los hijos comienzan a ver que ese ambiente productivo no les da un lugar acogedor”, y las repercusiones de esa situación se sufren en varios aspectos de la sociedad.
“En ese sentido, hace unos 15 años nos sucedió que cuando fuimos a poner en Mendoza el primer preparatorio no conseguíamos un cupo de gurises ni para biológico ni para científico, se anotaban en humanístico. Significaba que no esas orientaciones no eran tenidas en cuenta por los estudiantes nuestros. Eso nos pasa”.
Cómo responder a ese desinterés de los jóvenes es el desafío, generando las condiciones para que sus familias tengan la tranquilidad para producir. Las herramientas posibles son “los seguros de margen y los seguros de clima, para que esas ondulaciones de variables que no dominamos estén aseguradas y no nos golpeen tanto”.
“Cuando estuve en Inale, la leche tenía un valor de US$ 2500 la tonelada, y no fue un año, fueron cinco. Fue un período insoportable y por más instrumentos de ayuda que se implementaron el sector se debilitó con deudas, como el fondo de fortalecimiento de la lechería que aún no se ha terminado de pagar”, advirtió.
Por otra parte, “el productor ha crecido mucho, ha progresado, ha aprendido a balancear la dieta y sabe enfrentarse a una sequía, en cambio en los períodos de muchísima lluvia todo se hace muy difícil si el ganado no está estabulado”.
En el tema de los seguros, “en el mundo tenemos ejemplos, acá hay proyectos e ideas de algunas gremiales sobre esos temas, y hay trabajos de Inale. Es una arista en la cual tenemos que trabajar”.
De Izaguirre ha visitado gremiales e industrias “buscando qué agenda desarrollar en los próximos años, y esos aspectos mencionados son un área de trabajo”.
Separar la economía
Otro punto para profundizar es el de la investigación y el acceso al conocimiento, agregó el futuro presidente del Inale. “Solo el 4% de lo que se investiga llega al productor final, o sea que hay productores que van a los centros de investigación, pero hay todo un grupo que no conoce las investigaciones y si las conoce no tiene capacidad económica para desarrollarlas”.
Puede suceder, y de hecho ocurre, que “el sistema de tenencia no permite el crecimiento. El 50% de la tierra está arrendada”, recordó, por lo tanto, “una inversión a diez años en algo importante como poner agua en los potreros, colocar riego u otras tecnologías, no se puede hacer”.
El tamaño es otro aspecto de análisis: “El 50% de los productores tienen menos de 100 hectáreas; los productores que dejan la actividad, la mayoría tienen menos de 50 hectáreas. Seguidos por los que tienen entre 50 y 100. Esto no significa que los grandes aumenten”, aclaró, estos “también disminuyen y hay una caída en el total de hectáreas”.
Hay “varios instrumentos que podrían permitir llegar a determinado volumen de leche de forma tal que cada productor pueda separar la economía familiar de la que corresponde al establecimiento. Si logra eso, entonces podrá crecer, pero hacerlo antes es muy peligroso. Quizás quiera comprar una parte del predio, pero hacerlo antes de tener la capacidad de separar lo empresarial de lo familiar, es muy riesgoso, por más que tengamos créditos a 30 años, porque en esos años puede haber ocho o diez períodos de precios o de clima adverso. Si no hay un seguro, el productor puede quedar ahogado en algún momento”.
Asimismo, De Izaguirre dijo tenerle “mucha fe a los productores, a las familias de tamberos, a las cooperativas”. “Por algo exportamos más del 70%” de lo producido. Todo ese dinero se vuelve a los productores y las empresas no se van, aunque cando yo estaba en la presidencia del Inale cerraron tres empresas, algo muy doloroso. Pero también es una demostración de que las empresas invierten y cuando el negocio no les sirve se van. Sin embargo, el régimen de cooperativa es el fuerte”, entre otras cosas porque “el objetivo final no es la rentabilidad de la empresa, sino los productores”. Esto genera que en los momentos difíciles se tenga que acompañar a los productores y que el barco se mantenga firme”.
De Izaguirre le pidió al futuro ministro de Ganadería, Agricultura y Pesca, Alfredo Fratti, si es posible, asumir rápidamente para comenzar a trabajar y conformar los delegados de los distintos ministerios que para el Inale son cuatro (Economía, Relaciones Exteriores, Ganadería e Industria), además de las representaciones de los productores, las industrias y la quesería.
Conformado el Consejo, queremos avanzar en “una agenda de trabajo” con la institucionalidad tratando “temas sobre la tenencia, el redimensionamiento de la tierra, los seguros, el riego, Colonización, etcétera. Queremos estar conectados con los institutos con lo que somos hermanos”.
Saber a dónde ir cómo llegar
El futuro presidente del Inale comentó que “es importante tener una agenda a donde ir y contar con los instrumentos para poder llegar. En el horizonte siempre está el deseo de que “la lechería sea un buen lugar de trabajo, que en Uruguay se pueda decir que el tambo es un lugar acogedor, con el cuidado del medioambiente, de las relaciones laborales, con posibilidad de crecimiento empresarial pero también de las personas y de las familias. Ese es el objetivo”, concluyó.
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