El siguiente ensayo ofrece un análisis dinámico de la interacción entre la estructura productiva, el mercado de mano de obra y las principales instituciones políticas de la región de Emilia-Romagna. Hay, por lo menos, tres razones por las que recientemente muchos economistas han fijado su atención en la economía de la región (Bagnasco y Messori, 1975; Bagnasco, 1977; Filuppucci, 1978; Capecchi, 1979): la primera es que en los últimos quince años la región de la Emilia-Romagna ha tenido un comportamiento económico notablemente mejor que el de muchas otras regiones de Italia, y se ha mostrado más flexible ante la crisis.
La segunda es que la estructura industrial que se desarrolló en la región de la Emilia-Romagna, y que constituye la base de su singular comportamiento económico, también puede hallarse en otras partes de Italia, por lo que el estudio del fenómeno es de interés general y sus resultados pueden ayudar a entender la mecánica, de otros distritos industriales.
De acuerdo con Istat (Oficina Central de Estadísticas), que generalmente hace estimaciones por debajo de los niveles reales, el porcentaje de participación en la mano de obra alcanzó casi 46% en 1980, lo que representa 6% más que el promedio nacional. El contraste es todavía más dramático si se compara a la Emilia con el sur de Italia, donde menos de un tercio de la población participa en la fuerza de trabajo. Por otra parte, el porcentaje de desempleo es, en términos generales, menor en la Emilia-Romagna que en el resto de Italia. Si nos remitimos a cifras más precisas, estas mostrarán que las recesiones llegan a la Emilia-Romagna después que a otras regiones y sus efectos son menos duraderos. Hay otros dos indicadores que también muestran la superioridad del rendimiento y el comportamiento económico de la Emilia-Romagna en comparación con los del resto de Italia. De 1970·a 1979 el porcentaje de crecimiento del ingreso monetario per cápita en Italia fue de 17,15% anual: en la Emilia-Romagna, en el mismo período, el crecimiento del nivel de ingresos se incrementó a alrededor de 18,51% anual (Unioncamere, 1981). Consiguientemente, el ingreso de la región emiliana creció, desde una posición ya de por sí favorable en 1970 a 5,6 millones de liras per cápita en 1979, en comparación con el promedio italiano de 4,4 millones per cápita. Además, las provincias de Módena y Reggio, en 1979, tenían un ingreso per cápita de 6,2 y 6 millones de liras, respectivamente, ocupando el segundo y el cuarto puesto entre las provincias más ricas de Italia (en 1970, en la clasificación de las provincias más ricas, ocupaban, respectivamente, el 17º y el 12º lugares). Otro indicador interesante es la cantidad de exportaciones que se originan en la región.
La capacidad del “modelo emiliano” para resistir a la competencia extranjera, en particular la de los países del Tercer Mundo, se basa en tres factores principales. El primero, la flexibilidad para la utilización de mano de obra. Añádase que esta característica de la estructura industrial cobra su real importancia si se compara con la rigidez de las estructuras industriales de por ejemplo Milán, que está dominada por grandes empresas. Un segundo factor es que el nivel técnico de la maquinaria empleada es sumamente alto. El uso flexible de la mano de obra facilita la incorporación de innovaciones, incluso cuando ahorran el empleo de la misma mano de obra. Según observamos anteriormente, cuando la demanda está en expansión los salarios de los segmentos primero y segundo del mercado de mano de obra son muy parecidos; no existe, por lo tanto, posibilidad alguna de que las empresas compensen la baja productividad de su maquinaria a través de salarios bajos. Se recordará que la mayoría de los mercados, incluyendo los de productos semiacabados, son altamente competitivos, y esto acelera también la adopción de maquinaria más avanzada. Adicionalmente, existe evidencia de que en la mayoría de las regiones industrializadas las pequeñas empresas no tienen desventajas respecto a las mayores en la obtención de créditos (Guglieluni, 1978; Filippi, 1979).
Por último, la solidez del “modelo emiliano” se deriva del hecho de que este tipo de estructura industrial, en mayor grado que ninguna otra, fomenta las habilidades e iniciativas de sus empresarios en muchos aspectos. Por principio, estimula su surgimiento. El número de artesanos y de grandes empresarios que anteriormente fueron trabajadores es muy alto, en particular en las áreas de capataces, trabajadores de mantenimiento y coordinadores de redes de producción externa. En cada uno de estos grupos el conocimiento de un cierto aspecto del proceso productivo facilita su paso al trabajo independiente.
Sebastiano Brusco, profesor titular de Economía y Política Industrial, fue uno de los fundadores de la Facultad de Economía de Módena. Nació en Sassari el 20 de diciembre de 1934, murió en Módena el 27 de enero de 2002. Fragmento extraído de la revista: Investigación Económica 174, octubre-diciembre de 1985, pp. 41-71.
TE PUEDE INTERESAR: