Con casi dos décadas de experiencia en hidrógeno verde, la destacada científica Érika Teliz resalta su rol clave en la transición energética, aunque advierte que es necesario evaluar previamente las consecuencias que su producción puede generar en el medioambiente y la comunidad. Además, subraya la necesidad de fortalecer la inversión en ciencia y tecnología, fomentar la colaboración entre academia, industria y gobierno, y formar profesionales capacitados para afrontar los desafíos energéticos del futuro.
¿Qué la inspiró a seguir una carrera en la ciencia?
Yo creo que tiene que ver con mi personalidad. Desde muy pequeña fui muy curiosa, siempre tuve esa sed de conocimiento y esas ganas de buscarle la respuesta a las interrogantes que me surgían. También soy bastante obstinada, entonces sigo siempre investigando, buscando las respuestas. Y la incertidumbre es algo que no me afecta ni me asusta; al contrario, me impulsa, por lo tanto, creo que era bastante obvio que iba a seguir una carrera de ciencia. Después, ya más grande y habiendo elegido una carrera científica, me di cuenta de que la ciencia no solo me permitía entender la realidad, sino que también me daba una herramienta para transformarla y eso es una motivación que hasta el día de hoy hace que siga en esta área.
¿Cómo ha sido su experiencia trabajando con hidrógeno verde?
Yo trabajo en hidrógeno desde el año 2006, cuando todavía era estudiante y realizaba mi tesis de grado bajo la dirección de Fernando Zinola, o sea que hace casi 19 años que trabajo en este tema. En aquel momento el hidrógeno no era verde ni era un tema prioritario en la agenda de investigación y desarrollo. Tanto en la tesis de grado como en la de maestría, nos enfocamos más en mitigar los problemas asociados con lo que ahora llamamos hidrógeno gris o negro (a partir de combustibles fósiles), que era el que se producía mayoritariamente, de hecho, todavía se produce mayoritariamente. Este hidrógeno contiene impurezas que limitan su uso en las celdas de combustible. De manera paralela, trabajamos en la producción de hidrógeno verde por electrólisis PEM (membrana de intercambio de protones). En realidad, era hidrógeno no más, el que ahora se conoce como hidrógeno verde, cuando la energía eléctrica es a partir de fuentes renovables. Inicialmente, nuestro mayor desafío estaba asociado a la falta de financiamiento y el escaso interés. En todos los proyectos decíamos lo importante que era tener conocimiento y tecnología en la producción de hidrógeno por electrólisis –nos centramos en la electrólisis PEM, pero hay otros tipos–. En aquel momento no estaba en el centro de interés y, por lo tanto, dar continuidad a los proyectos fue muy difícil. Hoy, la situación ha cambiado totalmente, el hidrógeno está en el centro de la transición energética. Sin embargo, han emergido nuevos desafíos relacionados a la investigación, la innovación y la transferencia de conocimiento en muchísimos años. Yo considero que para que el hidrógeno verde realmente sea una realidad en términos productivos y económicos, va a ser fundamental articular la ciencia con el sector productivo y las políticas públicas, y superar las barreras estructurales que dificultan la innovación.
¿Cuáles son los principales modelos de utilización de hidrógeno como combustible?
El hidrógeno puede utilizarse en diversos sectores, pero, más que un combustible en sí es un vector energético, eso significa que actúa como un medio de almacenamiento y de transporte de energía, por lo tanto, su uso es clave para la descarbonización de sectores donde la reducción de emisiones es más compleja. Esto incluye el transporte, la industria y la generación eléctrica. Dentro del transporte tenemos a las celdas de combustible, y sobre todo está pensado para lo que es transporte pesado y de larga distancia. También, con el hidrógeno junto con el CO2 lo que se puede hacer es producir combustibles sintéticos que, si bien cuando se utilizan van a liberar CO2, el balance total de CO2 es cero porque uno captura el CO2 y luego lo libera, entonces, el total es cero, y por eso estos combustibles sintéticos pasan a estar en el centro de las investigaciones y los desarrollos. De hecho, la hoja de ruta en Uruguay se refiere a la ruta de hidrógeno verde y sus derivados y dentro de estos están los combustibles sintéticos. Por otro lado, tenemos la generación de electricidad en la industria, por ejemplo, se contribuye a la descarbonización de procesos industriales como el del acero o el amoníaco. El hidrógeno también se puede utilizar como almacenamiento de energía, justamente, porque es un vector energético. Esto hace al hidrógeno una pieza clave en la transición energética para sistemas que sean más sostenibles.
¿Cuáles son los modelos energéticos que debería explorar Uruguay para aportar más conocimiento y desarrollo nacional?
Uruguay ha logrado un gran avance en su matriz energética, lo que lo posicionó a nivel mundial, y ese proceso tuvo en el centro a la ciencia y la tecnología. Fue muy importante el aporte de la academia en lo que se denomina la primera transición energética en Uruguay. Sin embargo, todavía hay áreas de gran potencial de desarrollo que se pueden consolidar en el país y que pueden poner a Uruguay como un referente en innovación y sostenibilidad. Una está claro que es el hidrógeno verde y sus derivados, es una oportunidad para desarrollar toda la cadena de valor basada en conocimiento y la tecnología con aplicaciones, como dije anteriormente, en el transporte, en la industria, y también para la exportación, que es parte de lo que menciona la hoja de ruta.
Por otro lado, tenemos la integración de renovables con almacenamiento, ahí hay un montón de tecnología, por ejemplo, como son las baterías para el almacenamiento de energía y hacer toda esa integración y mejorar el balance energético de ello. Ahí hay muchísimo para aportar de conocimiento en la estabilidad del sistema eléctrico, la optimización del uso de fuentes renovables. Otro que se me ocurre es la electrificación del transporte. Uruguay ha sido un impulsor de la movilidad eléctrica en principio a partir de baterías, luego será también a partir de hidrógeno y ahí hay mucho conocimiento de los puntos de carga, las baterías y la movilidad eléctrica. Incluso hay nuevas líneas de negocios que se podrían impulsar en la electrificación del transporte y la industria. Si bien nosotros no vamos a hacer baterías, sí se puede agregar valor y generar mucho conocimiento que puede producir innovación a nivel país.
Por último, está el tema de la economía circular: impulsar el aprovechamiento de residuos como los agroindustriales o la reutilización de baterías de los vehículos eléctricos para una segunda vida, para almacenamiento de energía ya sea en red, sea para potencia firme, es también una nueva línea de negocios. Eso impulsa la innovación y la vinculación con el sector productivo. Todos estos ejemplos son oportunidades para aportar conocimiento y abrir la puerta a la innovación y el desarrollo nacional y lograr consolidar a Uruguay como un actor clave.
¿Qué postura tiene ante la decisión del gobierno de permitir que empresas multinacionales utilicen agua dulce de nuestro suelo para sus proyectos de producción de hidrógeno verde?
Considero fundamental analizar los términos del contrato, los cuales desconozco, por lo que no puedo emitir una opinión. Sin embargo, es imprescindible evaluar a fondo el impacto ambiental y social de estos proyectos. Más allá de casos específicos, Uruguay necesita regulaciones claras que garanticen un uso sostenible de recursos naturales y la protección de su ecosistema. Esto, obviamente, incluye al agua, más allá del hidrógeno, o sea, el agua en el tema del hidrógeno es importante, pero también lo son el manejo y las regulaciones del uso del agua en toda la industria. La toma de decisiones debe basarse en evidencia científica; para esto se debe garantizar la participación de especialistas en suelo, agua y biodiversidad, así como de expertos en tecnologías de producción de hidrógeno. No se trata de adoptar posturas absolutas, al menos eso pienso yo, sino de lograr un equilibrio entre el desarrollo productivo y una gestión ambiental responsable con mecanismos de control y monitoreo que aseguren la sostenibilidad a largo plazo.
¿Cree viable que se pueda generar empleo en nuestro país a partir del desarrollo de tecnologías del hidrógeno?
Sí, pero no de manera automática. Para que el hidrógeno verde genere empleo de calidad es imprescindible una estrategia de desarrollo tecnológico que conecte la investigación, la industria y la formación de recursos humanos, por lo tanto, esto requiere la alineación de instituciones académicas como son la Udelar y la UTEC, junto con la formación en diferentes niveles incluyendo las carreras técnicas de UTU, de manera que respondan a las necesidades del sector productivo. También es clave no descuidar la investigación básica, ya que es el motor de la innovación a largo plazo. Si la economía del hidrógeno verde se desarrolla y crece, será fundamental fortalecer y expandir las capacidades locales que ya existen, pero que necesitan potenciarse y multiplicarse para consolidar un ecosistema tecnológico productivo sólido en el país.
¿En Uruguay se invierte en ciencia en niveles adecuados? ¿Se debería mejorar en este aspecto?
Ha habido avances, de todas maneras, la inversión en ciencia y tecnología en Uruguay sigue siendo mucho más baja en comparación a otros países inclusive de la región, por lo tanto, es fundamental fortalecer tanto la inversión pública como la privada en I+D, generar incentivos para la innovación en diferentes sectores y mejorar la articulación entre la academia y el sector productivo. La articulación entre la academia, el sector productivo y las políticas públicas es central. Apostar por el conocimiento no es un gasto. Eso es algo que también tiene que cambiar, es un tema de visión, hay que verlo como una inversión estratégica para el desarrollo del país. Construir una economía basada en el conocimiento requiere un compromiso sostenido con una mayor inversión en investigación y desarrollo. Uruguay ha demostrado de manera sistemática una gran capacidad para resolver diversos desafíos sociales con recursos limitados en I+D, el ejemplo que a todos se nos viene más rápidamente es la pandemia, que dejó en evidencia aún más la necesidad de invertir en I+D y fortalecer la cooperación entre los sectores.
¿Cuál es el rol de un centro de estudios como la Facultad de Ciencias en una coyuntura energética como la que está atravesando Uruguay?
La Facultad de Ciencias cumplió un rol fundamental en la generación de conocimiento y en la formación de profesionales y científicos capaces de aportar soluciones innovadoras a los desafíos energéticos del país. Si bien su fortaleza radica en la investigación básica, su impacto va mucho más allá, desempeñando un papel clave en la transferencia de conocimiento hacia sectores estratégicos y la formulación de políticas basadas en evidencia. En el contexto actual de la transición energética, su aporte es esencial para el desarrollo de tecnologías sostenibles, la optimización del uso de recursos y la creación de soluciones que impulsen un sistema energético más eficiente y resiliente. Además, obviamente, la capacitación que brinda es clave.
¿Es importante seguir formando profesionales jóvenes en estos campos que combinan energías, química e innovación? ¿Considera que hay que incentivar la inscripción en carreras vinculadas?
Por supuesto que sí. Como mencioné anteriormente, la transición energética exige capital humano altamente calificado, por lo que es fundamental incentivar la vocación científica y tecnológica en las nuevas generaciones. Para lograrlo, es clave desarrollar programas educativos desde la infancia hasta la adolescencia que despierten el interés por estos campos y fomenten el estudio de disciplinas vinculadas a la energía, la química y la innovación. También es necesario fortalecer la formación en carreras tecnológicas que integren distintas disciplinas, promoviendo un enfoque interdisciplinario de la enseñanza. Sin embargo, no basta con formar profesionales, es esencial crear oportunidades de desarrollo que permitan la inserción de este talento en el sector productivo y así evitar la fuga de capital humano. Por ello es clave que las carreras científicas no solo sean una opción académica atractiva, sino también una vía viable para una trayectoria profesional y sostenible en el país.
¿Cómo incorporar conocimiento nacional ahora que asumió un nuevo gobierno que se ha manifestado en favor de apostar a la innovación?
Como venía diciendo, para que la ciencia sea un pilar del desarrollo productivo es fundamental fortalecer la articulación entre investigadores, empresas y el Estado, promoviendo espacios de colaboración efectiva. Esto permitirá que el conocimiento generado a nivel nacional se traduzca en soluciones concretas y aplicables a los desafíos del país. Además, es clave incrementar la inversión en I+D, mejorar los mecanismos de transferencia tecnológica y diseñar políticas de innovación que no solo impulsen el crecimiento económico, sino que también generen un impacto positivo en la sociedad y el medioambiente. La innovación debe entenderse como una estrategia de desarrollo sostenible basada en el conocimiento y con una visión de largo plazo. La ciencia y la innovación son fundamentales para el desarrollo de Uruguay. Es momento de fortalecer los lazos entre la investigación, la industria y las políticas públicas para que el conocimiento genere un impacto real en la sociedad.
Un reconocimiento que promueve la equidad en la ciencia
En 2021, Erika Teliz ganó el Premio L’Oréal-Unesco “Por las mujeres en la ciencia”. Consultada acerca del significado que tuvo este logro a nivel personal y profesional, la investigadora expresó que fue un reconocimiento muy significativo en todo sentido.
A nivel personal, reafirmó su convicción de que la investigación no solo es una herramienta para entender el mundo, sino también para transformarlo.
En tanto, a nivel profesional, permitió dar mayor visibilidad al trabajo que venía realizando hacía muchos años, tanto en hidrógeno como en batería, impulsando el interés en estas áreas y, “lo más importante, motivando a más mujeres a incursionar en ciencia y tecnología”.
La experta opinó que los reconocimientos de este tipo son fundamentales para seguir abriendo caminos y promoviendo una mayor equidad en el ambiente.