En un contexto global marcado por la volatilidad de los mercados, las tensiones geopolíticas y los cambios en las medidas arancelarias, los inversores enfrentan nuevos desafíos y oportunidades. En diálogo con La Mañana, el economista Nicolás Kohn analiza el impacto de estos factores en la economía regional e internacional y comparte estrategias para gestionar el riesgo y resguardar el capital en un escenario de incertidumbre.
¿Dónde identifica oportunidades de inversión en el actual contexto de volatilidad de los mercados?
Para entender la situación actual, primero hay que analizar las medidas de Trump y la incertidumbre que generan, como también es clave considerar el desempeño del mercado. Entre 2023 y 2024, el S&P 500 y el Nasdaq tuvieron rendimientos muy superiores al promedio histórico. El retorno anualizado del S&P fue de aproximadamente 22%-24%, cuando su media suele estar entre 10% y 11%. Detrás de este rendimiento excepcional hay varios factores. En primer lugar, Estados Unidos no entró en recesión tras las fuertes subas de tasas en 2022, a pesar de las expectativas en ese sentido. El mercado incorporó un escenario de “aterrizaje suave” en el que la economía continuó sin un aumento significativo del desempleo ni una caída del PBI. Además, el auge de la inteligencia artificial impulsó el sector tecnológico muy por encima del resto de los sectores –bancos y salud, entre otros–. Sin embargo, el S&P tiene una gran concentración en pocas empresas, las “Magníficas 7”, que ahora lideran las caídas. De hecho, en lo que va del año, el S&P ha bajado cerca del 4% y el Nasdaq un 8%, mientras que otros índices, como los de mercados desarrollados o Europa, han subido entre 10% y 15%. Hay que considerar que los retornos tienden a converger tras períodos de desempeño excepcional. Además, la incertidumbre política influye en el mercado. Dado este contexto, es importante no alarmarse ante la volatilidad del mercado, ya que forma parte de su dinámica. No obstante, resulta fundamental ser cauteloso con las valuaciones y gestionar el riesgo de manera estratégica.
¿En qué sentido?
Por ejemplo, el S&P 500, según diversas métricas, está caro en comparación con su historial, lo que sugiere retornos bajos a largo plazo. Se estima un rendimiento anualizado de entre 0% y 3% en la próxima década, frente al promedio histórico del 10%-11%, debido al crecimiento excepcional de ciertos sectores. ¿Esto significa que no hay que invertir? No. Hay que invertir, pero con precaución y análisis. De hecho, las empresas con altos dividendos en Estados Unidos, como Coca-Cola, McDonald’s o Procter & Gamble, empresas tradicionales que uno conoce y consume, generalmente pagan dividendos altos y cuando se mira su desempeño en los últimos dos años han estado por detrás del S&P 500. Para ponerlo en números, si el desempeño del S&P 500 ha sido 22% anualizado en los últimos dos años, estas empresas han subido 10%. Entonces, ¿qué significa?, que tienen mejores valuaciones. Las valuaciones no predicen retornos a corto plazo, pero sí a largo.
Cuando se diseña una política de inversión para un cliente, es muy personalizada, depende del perfil de riesgo del inversor y de su horizonte temporal. Sin embargo, en términos generales, lo aconsejable es pensar en el largo plazo, construir un portafolio sólido y asumir la volatilidad como parte del mercado. En este escenario, se presentan oportunidades en empresas de alto dividendo en Estados Unidos, diversificación geográfica y mercados desarrollados. En Europa, por ejemplo, Alemania ha decidido aumentar significativamente su gasto en defensa e infraestructura, al reconocer que no puede depender completamente de Estados Unidos como su protector en última instancia. De hecho, en lo que va del año, Europa registra un retorno cercano o superior al 10% en dólares, mientras que en Estados Unidos el S&P 500 ha caído un 4%. Parte de esta diferencia se explica por estos movimientos de corto plazo, pero es importante pensar en la estrategia a largo plazo. Por eso, la diversificación geográfica resulta clave en la construcción de portafolios.
¿Cuáles son los principales beneficios y riesgos que este escenario presenta para Uruguay?
Creo que, en general, América Latina está algo aislada de la política arancelaria. Esto se debe a dos variables principales que explican las políticas de Trump: el déficit comercial y las importaciones. Trump ve el déficit comercial como algo negativo, aunque no necesariamente lo sea. China es el principal país con déficit comercial con Estados Unidos, seguido de la Unión Europea, México y, a más distancia, Canadá. En cuanto a las importaciones, Estados Unidos principalmente importa de Europa (16,5%), México (15,5%), China (13,4%) y Canadá (12,6%). Los aranceles se han concentrado en China, México y Canadá, y Europa está en la mira. Sin embargo, con América Latina, incluido Uruguay, Estados Unidos tiene un superávit comercial. Desde esta perspectiva, América Latina está a salvo de los aranceles de forma directa, aunque la incertidumbre afecta a todos. En caso de una recesión inducida por estas políticas, Uruguay sufriría, pero no más que otras economías.
En cuanto a las monedas, el dólar ha estado apreciándose desde hace unos años, pero en los últimos meses se ha depreciado, y Trump busca que continúe así para equilibrar la balanza comercial, lo que afectará a todas las monedas, incluyendo el peso uruguayo. Si el dólar se deprecia, el resto de las monedas deberían apreciarse. La apreciación del peso uruguayo dependerá de factores locales, como la política económica del gobierno y cuestiones idiosincráticas, pero en general, el peso se ha venido apreciando frente al dólar, lo cual es parte de un fenómeno global. En América Latina, monedas como el real brasileño y el peso colombiano también se han apreciado, mientras que el peso mexicano se encuentra bajo más presión debido al foco de los aranceles en ese país. En resumen, para las monedas de América Latina, los vientos son de apreciación frente al dólar, y aunque la guerra comercial afecta, si lo ponemos ilustrativamente, los misiles pasan lejos y hay poco riesgo de que caigan.
¿Existen oportunidades para resguardar el capital del inversionista en el contexto actual?
Me gusta mucho una frase de Warren Buffett: “Invertir es sencillo, pero no fácil”. Hoy en día, cualquiera puede abrir una cuenta de inversión y operar, y eso es fácil. Venimos de dos años muy buenos para el mercado, pero cuando las cosas se complican, es ahí donde el asesoramiento financiero toma valor. En el mercado, lo que tradicionalmente se considera una inversión segura son los bonos del Tesoro estadounidense, que actualmente ofrecen una tasa de entre 4% y 4,5%, dependiendo del plazo. Esto está por encima de la inflación de Estados Unidos, por lo que, si uno no quiere asumir riesgos y busca un retorno real positivo, los bonos del Tesoro americano lo permiten. Luego, hay otros instrumentos según el perfil del inversor, dependiendo del riesgo que se quiera asumir, por ejemplo, un inversor uruguayo puede optar por bonos soberanos en dólares de Uruguay. Es importante comprender que, aunque los bonos del Tesoro americano son seguros, si se compra uno a 10 años, la volatilidad del precio puede ser alta, porque los bonos a mayor plazo son más sensibles a las tasas de interés. Hay que diferenciar el riesgo de crédito del riesgo por variación en el precio del activo. En términos de crédito, Estados Unidos es lo más seguro, pero eso no significa que los precios de los bonos no fluctúen. Lo clave es evaluar cuánto riesgo se está dispuesto a asumir y si se siente cómodo con él. En momentos en que las acciones caen, un portafolio diversificado permite sobrellevar la situación. Sin embargo, muchas personas se asustan, compran caro y venden barato, lo contrario de lo recomendable. Como seres humanos, tenemos sesgos, por lo que el asesoramiento profesional es fundamental para ayudar en la toma de decisiones y evitar estos errores.
Sobre todo quien no sabe de inversiones…
Exactamente, y es normal. Uno puede tener otra profesión y no tiene por qué saber de inversiones, pero es importante entender que estas cosas pasan. Un error común en este ámbito es mirar solo los retornos pasados. Por ejemplo, algunos piensan: “El S&P 500 en los últimos dos años subió 25%, entonces compro”. Error. Hay que analizar otras variables, como las valuaciones. Si bien el S&P 500 es un activo clave en un portafolio, en este momento puede no serlo tanto. Lo fundamental es diseñar una estrategia alineada con cómo uno se siente respecto a las inversiones. Si un cliente me dice que quiere un activo seguro, le recomiendo bonos del Tesoro estadounidense. Si está dispuesto a asumir más riesgo, hay opciones, y en función de eso se diseñan estrategias acordes a sus objetivos. Lo importante es no tener expectativas irreales. Hay que revisar los supuestos: o sos conservador o querés ganar 10% en dólares. Si buscás ese retorno, tenés que asumir un riesgo mayor y entender el juego en el que estás. Para alguien muy conservador, un objetivo razonable es un 4-5%. Si querés ganar más, hay que asumir más riesgo, lo cual no es malo, pero implica volatilidad.
Los casos de Conexión Ganadera, Balsa & Asociados y Grupo Larrarte evidenciaron una fuerte demanda de inversiones en Uruguay, pero también expusieron fallas en la regulación del sector. ¿Qué lecciones se pueden extraer de estas situaciones y cómo impactan en la confianza de los inversores?
Estos casos, lamentablemente, afectan la confianza, pero no significan que invertir sea inseguro. Lo importante es comprender mejor la gestión de riesgo y el manejo de los activos. En el mercado financiero regulado los activos permanecen bajo la titularidad del inversor. Si operás con una institución autorizada y regulada, las inversiones están registradas a tu nombre, lo que brinda seguridad. Por ejemplo, si invertís en el S&P 500 a través de una casa de bolsa regulada, los activos siguen siendo tuyos, independientemente de la situación de la entidad. Por eso, conocer estos aspectos y explicarlos al cliente es clave para entender que no todo es lo mismo. A menudo se dice que las inversiones financieras son timba, hay quienes pueden hacerlo de esa manera, pero otros lo hacen de forma profesional. En este sentido, vuelvo a la frase de Warren Buffett: “Invertir es sencillo, pero no fácil”.
¿Falta educación financiera?
La educación financiera es clave porque empodera a las personas. Conocer los retornos históricos del mercado permite tener expectativas realistas. El problema surge cuando se prometen ganancias irreales, en estos casos es fundamental identificar qué riesgo se está asumiendo y si no está siendo transparentado. El desafío en el mercado financiero no es cuando todo va bien, sino en los ciclos negativos. Por eso, es importante contar con una estrategia de inversión adecuada y entender en qué activos se invierte. La educación financiera ayuda a formular las preguntas correctas y a evaluar las opciones con criterio. En América Latina, donde la volatilidad es alta y la cultura de inversión menos extendida que en Estados Unidos, el mercado financiero permite generar ahorros a largo plazo. No hay magia en las inversiones, el tiempo y una estrategia acorde al perfil de cada uno son esenciales. Si bien algunos casos lamentables afectan la confianza y refuerzan la idea de que invertir es timba, no todo el mercado financiero es igual. Como en cualquier profesión, hay quienes actúan mal, pero eso no deslegitima el sistema. La clave está en la formación, el asesoramiento profesional y la regulación, que busca prevenir estos problemas.
Nicolás Kohn es un economista argentino graduado de la Universidad Torcuato Di Tella, con maestrías en Economía y Finanzas y en Ingeniería Financiera por UC Berkeley. Inició su carrera en Citigroup y trabajó en el Banco Mundial en Washington D.C. Luego, en Londres, fue estratega macro asesorando fondos europeos. De regreso a la Argentina, gestionó inversiones en bonos latinoamericanos y hoy lidera el área de Research de Wealth Management en Balanz con base en Argentina y Uruguay, analizando mercados globales para clientes de Wealth Management.