La tacita rota
Difícilmente pueda batirse el récord de ineptitud administrativa exhibido por los sucesivos gobiernos municipales que le han tocado en suerte a la muy fiel y reconquistadora ciudad de San Felipe y Santiago de Montevideo. Faltando apenas dos años para cumplir su tercer siglo de existencia formal, puede afirmarse, sin exagerar, que se han visto mejores épocas que la actual. ¡Mucho mejores!
Una posible explicación podría ser que el grado de complejidad de administrar la ciudad haya aumentado en función de la presión sobre los servicios públicos de una población creciente. Sin embargo, las cifras de la OPP y el INE muestran que para el periodo 1996-2024 hubo una caída del 2% en la población departamental montevideana. La fuga a Canelones es sintomática de esta tendencia.
Convengamos, entonces, que la hipótesis de una burbuja demográfica debe abandonarse. Máxime que en los últimos 10 años el presupuesto de gastos de la Intendencia Departamental de Montevideo (IDM) ha pasado de cerca de US$ 500 millones a superar los US$ 800 millones, o sea, subiendo en términos per cápita. Entonces, si la ciudad no creció, pero sí lo hizo el ingreso de recursos, ¿cómo se explica el deterioro y/o la ausencia de servicios esenciales para su población?
La respuesta simple es que la IDM no está gastando en servicios esenciales, sino en contratar personal que poco aporta a las necesidades de la urbe. Se ha transformado en un trampolín de lanzamiento de candidatos al ruedo nacional, para lo cual tiene mucho más sentido ampliar la nómina laboral para crear una base de apoyo político que contratar gente con aptitud técnica para ir recuperando y creando el hábitat patrimonial de los montevideanos. La IDM simplemente no invierte, sino que gasta para captar votos. Y le pagamos todos nosotros con contribuciones más propias de Beverly Hills.
No es por falta de fondos
El siguiente cuadro nos da una idea de lo que ha ido pasando: de su inspección se desprende que –durante los cinco quinquenios que cubre el período 2000-24– el valor de la contribución inmobiliaria (CI)1 duplicó la inflación y cuadruplicó la evolución del dólar. Este comportamiento se concentró especialmente a partir del segundo quinquenio, ya que la crisis financiera del primer quinquenio causó una dinámica inversa: fuerte caída del valor real y en dólares de la CI.
En términos relativos, la presión fiscal municipal ha crecido mucho más que la presión fiscal nacional. Pero ello no se ha reflejado en la calidad de vida capitalina, sino todo lo contrario. El deterioro es cada vez más marcado, impresionando por igual a locales y visitantes.
La salida
¿Cómo escapar de esta trampa? Convenciendo al electorado de que esto ya no es un tema de ideologías, sino de aplicación práctica de medidas y objetivos que han sido adoptadas con éxito en muchas ciudades del tamaño de Montevideo en todo el mundo. De no reaccionar sensatamente como ciudadanos ante la dejadez actual –que va de mal en peor– iremos perdiendo lo poco que nos va quedando de convivencia respetuosa, junto a esa tradicional sensación de pertenencia a nuestros alrededores. Es raro para un país de ingresos medios enfrentar este desafío. Por lo general es al revés: los estándares de vida comunitaria van mejorando con los niveles de ingreso y educación. En Montevideo, sin embargo, las diferencias aparecen más marcadas con el tiempo.
Es comprensible el impulso de las autoridades municipales de aminorar las necesidades de los más pobres con ollas populares y otros tipos de apoyo. Pero esto no puede transformarse en su principal cometido. Para ello está el gobierno nacional con más recursos y experiencia en llegar a los hogares necesitados (Mides, etc.). Tampoco compete a la IDM solventar el entretenimiento popular con el erario municipal, más allá de algún apoyo puntual para eventos que no persigan lucro. Su contribución a la cultura bien puede limitarse a mantener en buenas condiciones los museos y escenarios a su cargo, curando exposiciones itinerantes del circuito global.
Una oferta distinta
Entre las propuestas y programas que circulan por parte de los distintos candidatos, ya sean del Frente Amplio o la Coalición Republicana, merece especial atención el proyecto presentado por Roque García de Cabildo Abierto.
En primer lugar, porque abarca en su totalidad a la ciudad, prestando atención a todos los diferentes aspectos que hacen a su problemática actual. Se trata de un abordaje global y apolítico, exento de parches e ideologías.
En segundo lugar, porque opta por un enfoque modernizante, inspirándose en las actuales transformaciones que atraviesan varias metrópolis europeas y con especial énfasis en crear entornos agradables y de acceso práctico a la vez.
Por último, porque retiene la dimensión humana de la ciudad como segundo hogar de sus residentes, lo que Montevideo siempre tuvo hasta que comenzó su decadencia.
Para quien ejerce su voto con responsabilidad y análisis crítico, bien merece una lectura el proyecto “Recuperar Montevideo-Se Puede”, el programa de transformaciones que propone García, fruto de un detenido análisis de los problemas que hoy enfrentamos los montevideanos.

1 Corresponde a una planta tipo con tres dormitorios en la franja costera al sur de Av. Italia con construcción de 1960, que actualmente genera pagos de US$ 6 mil anuales a la IDM por concepto de CI, tributos domiciliarios y saneamiento (comparado con US$ 1,5 mil en el año 2000).