Al iniciarse las clases fue noticia que hubo un récord de inscripciones en la Facultad de Psicología, lo que desbordó su capacidad locativa y obligó a dar clases al aire libre en plena calle Tristán Narvaja.
Recuerdo que hace poco más de una década, siendo yo Director de Sanidad Militar, hicimos un llamado para cubrir cuatro puestos de sicólogos para atender las necesidades del servicio. El sueldo que se ofrecía por una carga horaria semanal de 30 horas estaba en el entorno, actualizado, de los 35 mil pesos. Es decir que no era muy tentador salarialmente hablando. ¿Cuál no fue mi sorpresa cuando me comunican, al terminar el plazo de inscripciones, que había 854 anotados? Sí, 854. De acuerdo a las normas en vigencia debimos sortear 100 lugares y luego llevar adelante el concurso que finalmente permitió cubrir las 4 vacantes. ¡854 sicólogos pugnando por uno de los sueldos más bajos de la Administración Pública!
Lo que a todos nos quedó claro es que hay una inmensa masa de profesionales, en este caso sicólogos pero vale para muchas otras carreras, que salen de la Universidad orgullosos del título que con tanto sacrificio lograron, pero que no tienen oportunidades laborales para desarrollar sus conocimientos y vivir de ello. ¡Una verdadera fábrica de frustración! Esto ha llevado a que muchas veces desde el Estado se establezca, a veces por ley, la obligación innecesaria de la intervención de un profesional para determinados trámites.
A pesar de esta realidad, este año se inscribieron 3700 nuevos alumnos en la Facultad de Psicología, llevando su matrícula activa a 20 mil alumnos. ¿Hay alguien en la conducción de nuestra Educación Superior que piense que esos muchachos tendrán posibilidades de vivir de su profesión? ¿Piensan realmente que le están dando oportunidades a los más postergados haciéndolos estudiar estérilmente? Tener estudios universitarios siempre es bueno, pero ¿no se debería canalizar a la juventud hacia carreras que les signifique un medio de vida además de poder desarrollar totalmente su potencial?
A esta altura del partido, ya bastante entrado el siglo XXI, cualquier país serio antes de malgastar sus recursos formando profesionales que no necesita, hace un estudio de las necesidades nacionales y las correspondientes proyecciones, y en base a eso programa su oferta de carreras. No es entendible que en nombre de la libertad individual se generen seres frustrados, cuando descubren que al salir de la Universidad no tienen posibilidades de aplicar sus conocimientos. No vemos por qué razón no se fijan cupos de acuerdo a las necesidades del país, y así disponer de los recursos que se ahorran en unas carreras para volcarlos en otras que el país realmente necesitará, vinculadas al mundo real que se proyecta hacia el futuro. Ese mundo que no nos espera…
Se festeja con bombos y platillos el aumento de la matrícula universitaria y se lo considera un índice de democratización de la sociedad. Pero ¿qué hay de democrático en preparar a un joven en algo que después no le servirá para progresar en la vida? ¿Cuál es el verdadero objetivo de darle lugar a miles de estudiantes en carreras sin oportunidades reales de trabajo? ¿Se busca preparar a nuestra juventud para la vida o el objetivo es hacerlos pasar por el obligado formateo ideológico que se desarrolla en las aulas de nuestra Universidad?
¿No será mejor que nuestra Universidad se alinee de una vez con los verdaderos objetivos nacionales, y que en vez de ser generadora de frustración en nuestros jóvenes sea aportadora de una fuerza de trabajo y de una intelectualidad que realmente contribuya al desarrollo del país?
La Universidad gratuita es un mito. Es cara y la pagamos todos. La pagan los más pobres para que los ricos estudien sin pagar más que ellos. La pagan los que la usan y los que no. Unos y otros tienen derecho a exigir que sea una herramienta para mejorar la calidad de vida de todos los uruguayos.
Hay carreras que necesitarían ser topeadas, y hay otras que deberían ser estimuladas, siempre de acuerdo a lo que nuestro país necesita. No hacerlo es malgastar los recursos que se tienen.
Al tratarse en el presente año en el Presupuesto Nacional los recursos que se otorgarán a la Universidad en el próximo quinquenio, es una buena oportunidad para exigir esos cambios. Hay demasiado en juego…