Ante la falta de nichos de faena locales para algunos cortes ovinos sumado a la demanda de algunas regiones brasileñas, productores uruguayos que están entusiasmados en colocar sus animales en ese país. Uno de ellos es el frigorífico ubicado en Arroyo Grande, a 50 kilómetros de la frontera, que necesita materia prima para un mercado demandante y con poca oferta. Cerro Largo aparece como una buena opción por su cercanía y el buen nivel de sus animales.
Buscar un nicho de mercado que permita a los productores ovinos del país seguir produciendo es uno de los principales desafíos que se plantean algunas gremiales al norte del río Negro. La situación es preocupante porque a los tradicionales problemas de inseguridad en las majadas, sobre todo relacionados con las jaurías, ahora se le suma la falta de industrias para la faena de un rodeo cada vez menos numeroso. Según el Sistema Nacional de Información Ganadera las existencias ovinas en el país se sitúan en 5.367.607 animales y representaron una caída de más de 480.000 animales con respecto al período anterior.
Estos datos se ven reflejados en la caída de la faena, que salvo algunas excepciones demuestran que el sector está en serios problemas. Según cifras aportadas por el Instituto Nacional de Carnes en el primer trimestre del año pasado se faenaron 41,2% menos animales (258.754) que un año antes cuando se había totalizado 439.997 animales. Si se toma como referencia el total anual en 2024 se faenó 31,7% menos ovinos (960.105) que en 2023, cuando se alcanzó la cifra de 1.405.901 animales.
Una marca y oportunidad de negocios
Mauá, así se llama la marca de carne ovina que se está generando tras el inicio de las conversaciones para la colocación de ovinos en pie del lado brasileño. Desde hace un mes los integrantes de la Sociedad Agropecuaria de Cerro Largo y las autoridades de Arroyo Grande en el país norteño están trabajando fuertemente en esta dirección. Las negociaciones se llevan adelante a través de la llamada Agenda Binacional, integrada por los consulados de ambos países.
Para los productores locales es una buena noticia porque además de tener la opción de colocar animales adultos, capones, ovejas y borregos de baja comercialización en las industrias locales, tienen la oportunidad de conseguir mejores precios. Se trata de “un mercado que nosotros tenemos medio limitado en Uruguay por el precio mismo”, dijo a La Mañana Fabián Gularte, presidente de la gremial de productores de ese departamento. Salvo los valores que se pagan por los corderos, las industrias locales pagan precios residuales a las demás categorías, lo que limita fuertemente la concreción de negocios y debilita el poco entusiasmo que se pueda tener para continuar en el rubro.
El frigorífico ubicado a 50 kilómetros de la frontera, Brasil adentro, tiene una capacidad de faena de 50 mil animales y este tipo de cortes particularmente son destinados a las meriendas escolares y las cárceles. Por tratarse de una región donde no abundan ovinos como para ser absorbidos por este tipo de industrias, los brasileños se ven obligados a buscar oportunidades fuera de fronteras. El departamento de Cerro Largo no solo es una buena opción por su cercanía, sino porque se trata de una zona con un importante flujo de productores ovinos.
“Estamos todos motivados”, dijo Gularte y aclaró que necesariamente la operativa que aún no tiene una fecha de inicio deberá hacerse en forma conjunta entre varios productores para reunir un importante numero de animales que aseguren una buena rentabilidad a la hora de la exportación.
Mientras continúan las negociaciones y se finaliza con los permisos correspondientes la Sociedad Agropecuaria de Carro Largo y la de Bagé en Brasil organizan una gira binacional Corriedale. La actividad será el 22 de mayo en el Local Conventos de Melo con la participación de productores uruguayos y brasileños y el 23 se trasladarán a Bagé para finalizar el encuentro.
La dura realidad de los pequeños productores
En su momento la faena predial se presentó como una de las alternativas más viables para que los pequeños productores tuvieran la opción de comercializar sus ovinos, lo que no surtió demasiado efecto por los altos costos de inversión. El productor de Sarandí Grande en el departamento de Florida Juan Murguiondo fue muy crítico con esta medida y se preguntó: “¿Usted tendría 10 o 12 mil dólares para hacer una sala de faena y salir a vender esos corderos?”. Entrevistado por La Mañana dijo que “en cierto momento creí que podría ser una salida, pero con el tiempo me di cuenta de que no es una solución para el pequeño productor”. Si bien existen algunos casos exitosos, la mayoría de los pequeños ovejeros tienen que seguir ingeniándoselas para preparar sus animales y conseguir alguna ventana de comercialización que les permita hacer frente a las obligaciones de sus pequeños establecimientos, lo que no siempre es fácil por el escaso numero de animales. Si no completan un camión, cosa que es bastante común teniendo presente su nivel de producción, deben tener la suerte de que embarquen varios productores a la redonda, algo que a veces también se torna complicado.
Murguiondo fue uno de los productores afectados por el conflicto en la industria cárnica de diciembre del año pasado, justamente en momentos en que concentran la mayor venta de corderos para las fiestas de fin de año. Los retrasos en el embarque de sus animales le hicieron perder unos “pesitos” que le significaron pedir un adelanto con el intermediario para hacer frente a los distinto vencimientos del mes de enero. A todo esto, se le suma la inoperancia del Instituto Nacional de Colonización, donde en varias oportunidades golpeó las puertas, pero nunca tuvo resultados. Una de sus principales críticas radica en la exigencia de una cuenta bancaria para que los interesados accedan a una fracción de tierra. “Entonces, usted no le puede exigir al pequeño productor que tenga un depósito en el banco cuando están luchando para mantener lo poquito que tienen”, reflexionó. A su entender esta es otra de las trabas que desde los propios organismos del Estado se le suman a la ya complicada situación de muchas familias que optan por este sistema productivo para permanecer en el medio rural.
Aseguró que existe una competencia desleal con otros sectores de la economía como es el caso de la forestación, que sigue expulsando pequeños productores del medio rural. “Vemos que hay productores que se tienen que ir de su tierra y esos campos son acaparados por las grades estancias. Y encima eso pequeños productores terminan trabajando de empleados en la misma estancia que les compró el campo”, terminó diciendo.