La crisis política en el país ha tenido un respiro el domingo pasado cuando el Rey de Malasia, Abdullah de Pahang, designó como primer ministro a Muhyiddin Yassin luego de que Mahathir bin Mohamad, el longevo político malasio de 94 años renunciara a su cargo la semana pasada de manera inesperada.
La renuncia del seis veces primer ministro, quien dirigió al país desde 1982 a 2003 y luego desde 2018 hasta febrero de 2020, rompió la coalición hecha con un viejo rival político suyo, Anwar Ibrahim, a quien según un acuerdo previo a las elecciones de 2018, le debía ceder el poder.
Pero la historia entre ambos es larga y con altos y bajos, iniciando a mediados de la década de 1980 con Anwar como una estrella en ascenso en la juventud política del UMNO, la Organización Nacional de Malasia Unida, mientras que Mahathir era primer ministro del mismo partido, quien viendo la proyección política del joven, lo puso a su lado como su hombre de confianza en el gobierno.
Así Anwar ocuparía varios cargos durante los sucesivos mandatos de Mahatir llegando hasta ministro de economía del país en 1991, aquí realizaría varias reformas económicas que lograrían que el país duplique su PBI en 1995, siguiendo el crecimiento constante que Malasia tuvo la década anterior.
Durante esa época, el país tuvo el segundo crecimiento más grande de la región luego de China, gracias al sector tecnológico y con el inicio de la construcción de las Torres Petronas, el país tenía un monumento al desarrollo.
Pero la relación política entre Mahathir y Anwar tuvo un cambio abrupto en 1999, debido a diferencias políticas en cuanto a reformas económicas y también cuando este último fue acusado de corrupción y sodomía (un delito grave según las leyes del país musulmán, que tiene un sistema dual de justicia, combinando leyes seculares y la sharia, la ley islámica), sentenciándolo a prisión por seis y nueve años de cárcel, de esta manera finalizaba, hasta entonces, su vida política.
Por su parte Mahathir terminó su mandato en 2003 y abandonó la vida política hasta 2016, cuando decidió volver con 90 años debido al escándalo de la empresa estatal 1MDB (1 Malaysian Development Berhad) en donde se acusó al entonces primer ministro, Najib Razak, de lavado de dinero y enriquecimiento ilícito. Al año siguiente abandona el UMNO y forma el Partido Indígena Unido de Malasia, el cual se une a la coalición socialdemócrata Pakatan Harapan, pero para lograr la victoria en las elecciones de 2018 tenía que conseguir el apoyo de un viejo conocido, Anwar. Mahathir le propone a aquel que lo apoye y una vez ganadas las elecciones, después de cierto tiempo pactado, le cederá el poder. Anwar acepta, apoya a su antiguo mentor y salen victoriosos en los comicios de 2018. Anwar sale de prisión luego de que Mahatir logre un perdón real para él (Malasia es una monarquía federal, donde el Rey es elegido cada cinco años por los nueve sultanes –gobernadores- de los estados malasios).
La renuncia de Mahatir se da debido a la noticia de que agrupaciones relacionadas a Pakatan Harapan intentaban formar una alianza con la oposición. A pesar de que el Rey haya investido a Muhyiddin como primer ministro, se necesita una mayoría de 112 votos en la cámara baja del parlamento, que tiene 222 escaños. Quien no está a favor de la decisión real es Mahathir, el cual afirmó el domingo pasado: “tengo apoyo mayoritario”, “tengo los 114” (haciendo referencia a una mayoría simple en la cámara baja del Parlamento), según la cadena Al Jazeera. Por su parte Muhyiddin también fue integrante del UMNO como así parte de la coalición gobernante. A su vez cuenta con experiencia en el gobierno, estando al frente del ministerio de Deportes, de Comercio, de Asuntos del Consumidor y de Agricultura en distintos mandatos desde 1995 hasta 2008.
El país tiene la particularidad de ser un país con mayoría musulmana mientras el aspecto étnico es variado, la mitad de la población es malaya, mientras que más del 22% es de origen china, un 11% es indígena y un 7% de origen india (tamiles). Esta división, que ha derivado incluso en disturbios y agresiones, también se replica en el ámbito económico: Los malayos se ha concentrado en empleos estatales y administrativos, mientras que la población china ha logrado su fuerte en el área comercial, los indios en empleos con educación terciaria (leyes y medicina).
Un aspecto para tener en cuenta es que a toda la población de Malasia, sin importar su etnia, se le dice “Malasios”, mientras que “Malayos” es solamente usado para la etnia en particular y para el idioma.
Además de la cuestión política, Malasia debe enfrentarse a que más del 60% de su comercio es con los países de la región, según la Corporación del Desarrollo de Comercio Exterior de Malasia, también el 44% de la inversión directa extranjera proviene de Asia. Esto condiciona a cualquier fenómeno regional, sea tensiones geopolíticas o problemas económicos, puedan afectar a la economía de ese país.
Por ejemplo India ha impuesto restricciones a la compra de aceite de palma de Malasia luego que Mahathir (siendo primer ministro) criticara las acciones de India en Cachemira, como también contra la nueva ley de ciudadanía. El gigante asiático es el mayor comprador de ese aceite a nivel mundial, mientras que Malasia exportó un cuarto de su producción total hacia ese mercado, siendo el país que más le compra, según la agencia Thomson Reuters. Estas restricciones pueden cambiar en base a la posición que tome el nuevo gobierno malasio.
Respecto a China, quien es el mayor destino de las exportaciones del país, son variadas las situaciones en lo económico y en lo geopolítico. Según la Autoridad de Inversiones de Malasia, las inversiones chinas se han reducido a la mitad a pesar de los fuertes lazos económicos que tienen, basados en la llamada “Red de Bambú”, que son redes empresariales de las comunidades chinas en la región (Malasia, Camboya, Indonesia, Singapur, Vietnam, Filipinas, etc) que están conectadas con las economías de China continental como también Hong Kong, Macao y Taiwán.
Sobre el aspecto geopolítico, los reclamos que ha realizado China sobre el mar de la China Meridional no son bien vistos en Malasia, que endureció su posición diplomática al cuestionar la llamada “línea de los nueve puntos”, línea de demarcación que utiliza el gigante asiático para reclamar amplias partes del mar de esa región.
Basados en la decisión del tribunal de arbitraje en la Haya del año 2016 sobre los reclamos chinos en la región, el entonces canciller malasio, Saifuddin Abdullah, afirmó que el país “tiene el derecho soberano de lo que sea que esté dentro de nuestras aguas”. Ambos países firmaron la Convención de las Naciones Unidas para el Derecho del Mar, la cual afirma que los estados costeros, como Malasia, tienen derecho a una Zona económica exclusiva de 370 kilómetros.
A pesar de esto, existen antecedentes de presión naval por parte de las fuerzas chinas a buques malasios. Según el think thank Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales, el año pasado un buque exploratorio contratado por la empresa petrolera estatal de Malasia, Petronas, ingresó junto a sus embarcaciones de suministro en un área del Mar de China Meridional, reclamada por ambos países y Vietnam. La respuesta china fue el envío de tres barcos de la Guardia Costera para patrullar en las cercanías de las naves de Malasia, solo se retiraron cuando en febrero llegaron buques de la Real Armada de Malasia.
ASEAN apuesta por la solución pacífica de las tensiones
Consultado por La Mañana, el especialista en estudios asiáticos, Coordinador del Grupo de Estudios de Asia y América Latina y docente de la Facultad de Ciencias Sociales de Buenos Aires, Fernando Pedrosa, afirmó que la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN), busca reducir las tensiones con China de manera diplomática.
“A pesar de que sea un tema conflicto los reclamos de soberanía sobre el mar del sur de china, no hay mal relacionamiento entre ambos países y Malasia depositó como muchos otros países de la ASEAN muchas expectativas en el código de conducta, que ASEAN y China hagan un acuerdo sobre qué hacer y qué no hacer en el Mar del Sur, sobre todo en el aspecto de las construcciones de islas artificiales”, señaló Pedrosa.
“A diferencia de Vietnam, que tuvo dos enfrentamientos armados en la zona y que perdió islas, esto no será más que algún conflicto puntual” y sostuvo que la agenda política de Malasia está más centrada en cuestiones internas.