El segundo semestre de 2019 fue especialmente álgido en la región sudamericana. Las crisis en Ecuador, Chile y Bolivia agregaron complejidad al ya turbulento panorama político y social. Por otro lado, el acuerdo entre Mercosur y Unión Europea destrabó una negociación de veinte años. Frente a esta situación, pareció resurgir la necesidad del entendimiento entre Argentina, Brasil, Uruguay y Paraguay, aun frente a diferencias ideológicas e incluso personales entre los mandatarios.
Los responsables de conducir la política exterior en el Cono Sur, Felipe Solá (Argentina), Ernesto Araújo (Brasil) y Ernesto Talvi (Uruguay) sostuvieron en las últimas semanas encuentros bilaterales de aproximación. Talvi llegó a sostener que Uruguay “puede tener un rol medidador entre Argentina y Brasil” y ciertamente la oportunidad parecía concretarse cuando circuló la posibilidad de que Jair Bolsonaro y Alberto Fernández se encontraran por primera vez en Montevideo en ocasión del cambio de mando. Finalmente no ocurrió. Sí lo hizo el presidente brasileño pero no Fernández quien se excusó con su responsabilidad en el discurso de apertura de la legislatura.
Los hermanos sean unidos
En representación del gobierno argentino quien viajó para la asunción de Lacalle Pou fue el canciller Felipe Solá, ex gobernador de la provincia de Buenos Aires (2002-2007). Con él conversó La Mañana al finalizar la jornada del domingo.
“Con Uruguay somos hermanos y los hermanos no se pueden pelear. Tendremos un debate intenso, fuerte. Las he tenido en la época del anterior presidente Lacalle. Pero lo bilateral lo vamos a arreglar. El tema es que nuestras economías no son iguales y tenemos que comprender nuestras necesidades recíprocas”, señaló Solá.
Consultado sobre la referencia de Lacalle Pou a “fortalecer la región” durante su discurso ante la Asamblea General, Solá marcó algunas preocupaciones. “Todas las menciones que se hacen al Mercosur en nuestros países son teórica y discursivamente favorables. Pero hace falta también tener un respeto y valoración de cuál ha sido la historia comercial y política del Mercosur, en ese orden”, sostuvo el canciller argentino. “No sabemos si el Mercosur está presente para el gobierno brasileño, ni cómo lo ven Uruguay y Paraguay, que están poniendo todo el esfuerzo sobre la definición del Mercosur en el acuerdo con la Unión Europea”, agregó.
El ministro de exteriores argentino explicó que frente a la actual situación económica que atraviesa su país, el gobierno necesita más tiempo para avanzar en el acuerdo con los europeos. “La capacidad de maniobra y los grados de libertad del gobierno argentino se han reducido enormemente por el problema de la deuda. En esas condiciones evaluar el acuerdo Unión Europea-Mercosur con la economía como está es muy difícil, porque nos han abierto muy poco en términos de productos alimenticios y nos pueden invadir enormemente con sus productos de valor agregado”, señaló.
“Argentina no sabe cómo va a resultar este acuerdo, ergo pide un poco más de tiempo porque no fue consultado ningún sector interno. Fue anunciado el 30 de junio de 2019 en plena campaña electoral cuando las elecciones internas eran el 12 de agosto”, advirtió.
Es claro que el nuevo gobierno argentino ha mostrado una sintonía particular con el de Andrés Manuel López Obrador en México, tendiendo a un progresismo con rasgos nacionalistas, distante de los proyectos autodenominados socialistas y de los liberales, que por distintas razones atraviesan fuertes movimientos de protesta en sus países “modelo”, como Bolivia y Chile.
“Queremos fortalecer la CELAC. Pensamos que la OEA no sirve así como está porque ha perdido capacidad de mediación. Hoy hay alguien que no es confiable en la OEA y no entendemos cómo Uruguay lo puede apoyar”, dijo Solá. “Unasur por bueno que fuera si no tiene anuencia de los demás, no sirve más. Hay que crear otra cosa”, agregó. “El Prosur lo vemos más bien como Pronorte y entendemos que o la unidad surge de América Latina o no sirve. Si viene de afuera y solo nos unimos según lo que pensamos de Venezuela, es absurdo. Nos tenemos que unir por otras razones culturas e históricas y al futuro”, consideró el canciller argentino.
El mundo multipolar y Malvinas
Además de los problemas en el barrio, Argentina al igual que los demás países de la región tiene que tomar postura frente a un contexto internacional desafiante, con conflictos comerciales, tecnológicos y geopolíticos en pleno desarrollo. “Nosotros creemos absolutamente en un mundo multipolar, con reglas internacionales, que ahora se están violando desde el punto de vista comercial, de los derechos humanos y de las normas de paz”, indicó Solá. “Ese mundo en el cual EEUU, China y Rusia pretenden que los demás sigamos el paso no lo podemos aceptar, pero tampoco lo podemos ignorar. Nuestra política será siempre la de respeto a las autonomías de las naciones, defensa de los derechos humanos y la búsqueda de la unidad latinoamericana que es un mandato y una convicción”, consideró.
El mismo domingo el presidente Alberto Fernández en el Congreso lo decía con otras palabras: “Nuestra política exterior tiene como propósito un dinamismo pragmático, en un mundo de soberanías multidimensionales”.
El mandatario profundizó la idea y habló de asociaciones estratégicas extra regionales. “En el plano de la inserción global vamos a avanzar con una agenda sin exclusiones en la que avancemos en esquemas de asociación con países desarrollados, con países emergentes y con países en desarrollo. Por eso, al tiempo que hemos abierto nuevos canales de diálogo con potencias de América y Europa estamos trabajando activamente en reafirmar nuestras asociaciones estratégicas integrales con China y Rusia”, sostuvo Fernández.
El presidente argentino envió además tres proyectos de ley para afianzar la soberanía territorial sobre Malvinas. Solá aludió a esta cuestión y enfatizó que “la política sobre Malvinas cambió”, en referencia a la orientación que asumió el gobierno de Mauricio Macri especialmente tras el pacto Foradori-Duncan.
“Para nosotros la zona de paz y cooperación del Atlántico Sur es importantísima porque nos permite además entrar en una conversación especial con 17 países que tienen costa sobre este océano, los de África, más Uruguay y Brasil. Esta cooperación sí nos parece ligada a la soberanía”, subrayó Solá. “Va junto con un proyecto multinacional de desmilitarización del Atlántico Sur. El “portaviones” más grande del mundo lo tiene Inglaterra al usurpar Malvinas y hay dos mil soldados allí”, alertó. “Inglaterra ya va a poder estar en una zona de confort con nosotros”, concluyó.