Regionales
8 de marzo de 1945
“Se realizó la sesión de clausura de la Conferencia Interamericana”, titulaba La Mañana sobre el fin de una de las conferencias más importantes, pero olvidada, de la historia latinoamericana.
Mientras que a nivel internacional la Segunda Guerra Mundial entraba en sus últimos meses, la mayoría de los países de las tres Américas (a excepción de Canadá y Argentina) se reunían en la Ciudad de México para reorganizar las relaciones interamericanas y adaptarlas a los cambios que se venían generando en el incipiente nuevo orden internacional. Como precedente directo, varios países de la región habían formulado propuestas a Estados Unidos para que Latinoamérica tuviera mayor participación en el futuro Consejo de Seguridad de la Organización de Naciones Unidas (ONU).
Tanto el consejo como la organización serían formalmente creadas en octubre del mismo año. Estas iniciativas fueron rechazadas por Estados Unidos, que mantenía la visión de la Doctrina Monroe, la cual sostenía que América Latina era una zona de influencia directa de su país.
Las resoluciones que se tomaron en la conferencia en México estaban repartidas en tres documentos:
- El Acta de Chapultepec, que detallaba un principio de intervencionismo colectivo en el caso en que dos países tuvieran un conflicto, además de la posibilidad de condenar a los agresores, sean ellos “extra continentales o no”.
- Declaración de México, la cual con 17 “principios normativos” marcaba lineamientos sobre las relaciones entre los Estados.
- Carta económica de las Américas: Compuesta por 10 resoluciones, que eran de carácter general y llamaba a la eliminación de aranceles y protecciones que los gobiernos le daban a las industrias nacionales como estímulo para seguir creciendo. “Mediante la eliminación y prevención en todos los casos y bajo todas formas de diferenciaciones injustas, cooperar con las demás naciones para que todas tengan igual acceso al comercio y materias primas del orbe” y la “eliminación de los excesos del nacionalismo económico”, cuestiones que las potencias han realizado desde sus inicios para desarrollar sus industrias a costa de los demás países. Luego que pasan la etapa inicial de desarrollo industrial, apoyan y fomentan acciones que van en contra de la creciente industria de los países latinoamericanos.
Nuestro país fue representado por una delegación presidida por el doctor Jacobo Varela, el embajador Márques Castro y los doctores Cyro Giambruno y Rodríguez Larreta. A todo esto, en Uruguay existían dos posiciones, una idealista, que residía en el gobierno, y otra realista, que tenía como hogar el diario El Debate y La Mañana, quienes abordaron de manera crítica la falta de visión en las decisiones tomadas en Chapultepec como así la cuestión de dejar afuera a Argentina, respectivamente. Sobre la posición del gobierno de Uruguay, el ministro de Relaciones Exteriores de Uruguay, José Serrato, afirmaba al finalizar la conferencia: “El gobierno de la República acoge con la más viva satisfacción la ‘Declaración de Chapultepec’ que consagra una iniciativa y un ideal uruguayo de garantía de la independencia política y la integridad territorial de las naciones, combina proyectos similares de Brasil y Colombia y se respalda en la vocación jurídica y pacifista de los pueblos de América.
Perfectible en días venideros, en que serán ampliados sus principios, constituye desde ahora, sin duda alguna, un grande y firme paso en el camino de la paz efectiva entre las naciones”.
Por su parte, en la edición del 8 de marzo del diario “El Debate”, identificado con el Partido Nacional, decía: “¡Echándose la cuerda al cuello! La tal Acta de Chapultepec es victoria para el norte y derrota para el sur. Con razón triunfal ¡claro que desde su ángulo! Tom Conally, (presidente de la comisión de Asuntos Internacionales del Senado de Estados Unidos) llegado con apuro para enmendarla, la ha proclamado ‘una nueva Doctrina de Monroe’. ¡Pues servidos estamos!
Porque aquella elástica tesis diplomática (interpretada y estirada según el interés de su usufructuario) pudo poseer algún interés en los orígenes y considerarse una garantía teórica frente a la ambición conquistadora de las grandes potencias coloniales. Pero ese riesgo ya hace tiempo que ha desaparecido. Además, la experiencia… El ‘I took Panamá’ no vino del otro lado del mar”. Al día siguiente la editorial del diario nacionalista se titulaba: “Mediatización política y económica: La gran farsa de Chapultepec”, “En la lucha del ‘Norte contra el Sur’, una vez más ha resultado vencido éste. ¡Aciago destino el de las repúblicas bolivarianas, sometidas a oligarquías y diplomacias complacientes con el poderoso!”
El Debate también analizó la exclusión de Argentina de la Conferencia, pero es interesante la postura de La Mañana en su edición del 7 de marzo de 1945: “La unidad americana no es el fruto de una política, ni la expresión de una feliz coincidencia de ideales y de directivas entre la casi totalidad de sus pueblos y gobiernos. Es, ante todo, un hecho geográfico y una consecuencia del mismo en los órdenes histórico, económico y político. La Conferencia de México debió representar a la totalidad de América. Más que la ausencia, la prescindencia que se ha hecho de una de las mayores y más representativas naciones del hemisferio, ha restado a las encomiables resoluciones de Chapultepec un valioso elemento afirmativo; el de la unanimidad, que pudo y debió haberse obtenido, si las delegaciones allí representadas no le hubieran asignado toda su trascendente importancia”.
Tomás Berreta asume como presidente de Uruguay
Nacionales
1 de Marzo de 1947
Con el encabezado “Asumió su cargo el nuevo presidente de la República”, La Mañana informaba sobre el inicio del mandato de don Tomás Berreta.
El juramento del nuevo presidente como así del nuevo vicepresidente, Luis Batlle Berres, se realizó en un Palacio Legislativo que tenía ocupada en casi su totalidad las bancadas, mientras que en los palcos y gradería baja eran ocupados por miembros de las Embajadas Extraordinarias y del Cuerpo Diplomático mientras que el público invitado ocupaba la gradería alta.
Abierta la sesión por el Dr. Alfeo Brum, presidente de la Asamblea, se designó la siguiente comisión parlamentaria para recibir a los nuevos mandatarios: senadores Berro y Regules, y representantes Cersósimo, Fusco, Piffaretti y Payssé Reyes. Una vez en la sala los señores Berreta y Batlle Berres, el Dr. Brum los invitó a prestar la declaración constitucional.
Finalizado esto y posterior a los aplausos de los presentes y el discurso hecho por el presidente de la Asamblea, la ceremonia finalizó con el Himno Nacional, ejecutado por la Ossodre. Luego los nuevos mandatarios abandonaron el Palacio Legislativo con destino a la Casa de Gobierno, siendo escoltados por el Regimiento de Blandengues.
En las elecciones de 1946, el partido colorado obtuvo 47% de los votos, siendo el partido ganador de los comicios, mientras que la fórmula Berreta-Batlle Berres fue la más votada con 27% dentro de la agrupación política. Berreta fallecería cinco meses después de asumir como presidente, el 2 de agosto de 1947, sucediéndolo en su cargo Luis Batlle Berres. Previo a esto, Berreta fue ministro de Obras Públicas durante el gobierno de Juan José de Amézaga (1943-1947), también integrante del Consejo de Estado encargado de redactar la Constitución de 1942 e intendente de Canelones.