Después del plebiscito constitucional de 1980 donde el NO concitó el 57% de los votantes, asumía la primera magistratura el Gral. Gregorio C. Álvarez. Se cumplía así lo que el ingenio popular había adelantado: SÍ, significa «que se queden»; NO, «que no se vayan».
Los regímenes de facto tienen fama de no respetar estrictamente los resultados electorales sino cuando les son favorables. Por eso muchas veces las elecciones son fraguadas y las cuentas se ajustan a los mandatos del poder. La mejor prueba de que no hubo fraude fue que el régimen perdió. Sin embargo el gobierno no ocultó los resultados de la decisión popular. E incluso, visto a la distancia, ese 43% a favor de la reforma no era una base despreciable.
La asunción de Alvárez abría una etapa preparatoria para la vuelta al funcionamiento del sistema de partidos. En esa sintonía debemos interpretar la adhesión del Dr. Tabaré Vázquez con su famoso telegrama en la portada de El País. Esa sería la hipótesis más benigna. De otro modo cabría pensar en un explícito apoyo a una figura militar, que por fin salía del armario para ponerse al frente de un proceso que se agotaba, pero aún estaba vivo.
No todos compartían el entusiasta optimismo del Dr. Vázquez. Había muchos que entendían que se había falseado la voluntad popular. Y que el resultado del plebiscito, además de referirse específicamente a una reforma constitucional, significaba un rechazo al régimen en su conjunto. Es decir, se había convocado una consulta a la ciudadanía y no se respetaba su veredicto. Importaba poco que se blanqueara el resultado entonces. Típico de los «gobiernos de fuerza» que, enseñaba Barbagelata, eran lo contrario a los gobiernos «de opinión».
Caducidad
Unos años más tarde se sometería a referéndum la Ley de Caducidad de la Pretensión Punitiva del Estado, una norma que intentaba zanjar la distancia entre la amnistía aprobada para los delitos cometidos por los subversivos y los represores, que había sido formulada con activa participación de Wilson Ferreira Aldunate. Curiosamente las cifras de 1980 se invirtieron: el 57% optó por mantener la Ley.
En 2005 el Frente Amplio, una coalición compuesta por el Movimiento de Participación Popular, Asamblea Uruguay, el Partido Socialista, el Partido Comunista, la Alianza Progresista, la Vertiente Artiguista, el Nuevo Espacio, el Partido por la Victoria del Pueblo, el Partido Obrero Revolucionario, Partido Socialista de los Trabajadores…, obtuvo el gobierno. Nuevamente el tema de la Caducidad fue objeto de intentos de derogación.
A quien esto escribe, entonces Director General de la Comisión Administrativa del Poder Legislativo, tocó recibir junto al Secretario de la Comisión Administrativa Esc. Miguel Sejas (cargo político), los paquetes para la interposición del recurso. Recuerdo todavía el comentario agitado de uno de los organizadores sobre las dificultades sufridas para obtener las firmas.
El referéndum se realizó en 2009, junto a las elecciones presidenciales que llevaron a José Mujica a la presidencia, pero volvió a fracasar, como ya esperaban sus impulsores. ¿Es que el Cuerpo Electoral, que ejerce directamente la soberanía, quería cerrar definitivamente ese capítulo y mirar adelante? Parecería que sí.
El resto es historia más reciente todavía: ni siquiera lo político sobre lo jurídico. Porque política y jurídicamente el asunto debería haberse cerrado…
Aristotélico
Dice Aristóteles en su clasificación de gobiernos puros e impuros que los puros son aquellos que se ejercen buscando el bien de la comunidad y no de los gobernantes. En ese sentido se entiende la frase: «ojalá le vaya bien al gobierno porque si es así también me irá bien a mí». Esta expresión proveniente de un ciudadano de a pie, tiene una cabal acepción aristotélica.
No se trata de beneficiarios ni paniaguados del gobierno de turno, o del próximo -que suelen ser los mismos- sino el deseo inocente del hombre común, que todavía cree y espera. De quien ansía oportunidades laborales para mantener a su familia, del estudiante que quiere terminar sus estudios, del ama de casa que aguarda que su marido vuelva sano y salvo del trabajo y sus hijos puedan jugar en la vereda, del hombre de campo que hace cientos de kilómetros a caballo para adherir a una esperanza.
El color
Desde el plebiscito del ‘80 hasta ahora han pasado cuarenta años. Gobiernos colorados, blancos y tricolores. El color de la asunción del general Álvarez lo puso la televisión. El 25 de agosto de 1981 comenzaron a emitirse las señales en colores, que por supuesto, no eran así recibidas por la mayoría de los aparatos que solo admitían escalas de grises. Pocos días después iba la ceremonia de transmisión del mando el 1o. de setiembre. Pero la venta de televisores color se vio incrementada por el mundial del ‘82. Nos quedamos sin ver la «Naranja Mecánica», porque aunque pagábamos rigurosamente las cuotas del pesado armatoste, Holanda no clasificó… y nosotros tampoco.
Ahora estamos frente a una llamada «coalición multicolor», menos multicolor que el Frente Amplio, claro. Como toda construcción humana, con distintas apreciaciones, intereses, puntos de vista y con una gran responsabilidad. La responsabilidad de cumplir con tres grandes reclamos hace muchos años desatendidos: «escuchar a los pueblos» y esto debe entenderse en lenguaje artiguista; «integrar el interior profundo» tantas veces olvidado o desconocido; y lo que sintetiza todo en el más aristotélico de los sentidos, «gobernar para todos los uruguayos».
«Asumimos todos», quiere decir gobernar por encima de los colores, como demanda La Mañana en nuestro número anterior.
Ojalá que al próximo gobierno le vaya bien porque así nos irá a todos.
Que así sea.