Hemos recibido la nota de un gran amigo de La Mañana firmada con su seudónimo habitual de Macondo y que publicamos a continuación. No pasa desapercibido en este nostalgioso relato, cierto fatalismo, resumido en su título “Lo que el viento se llevó”. No es que no tengamos claro que cada generación se asoma a realidades diferentes a la de sus padres. Hoy por hoy se ha impuesto otra nueva modalidad de compra que es la online, que posiblemente no interceda tanto en el rubro alimentos. Lo que no quiere decir que los tiempos como las modas cambian pero a veces retornan en la imprevisible dinámica de la vida del hombre.
En estos días se ha difundido la noticia que la multinacional propietaria de Tienda Inglesa estaría negociando la compra de los tres sellos comerciales de mayor envergadura que operan en nuestro país, Devoto, Disco y Géant. No somos contrarios a ningún tipo de inversión pero convendría realizar apenas unas reflexiones.
Se entiende por grandes superficies a tiendas únicas de gran tamaño, con determinado índice de ventas y determinado número de personal ocupado. Más que cuantificar a partir de qué área se trata de una cosa o de otra, nos gustaría discurrir por las diferentes modalidades que se han venido imponiendo en el abastecimiento de alimentos en la familia uruguaya. Lo primero a destacar es que se trata de un fenómeno universal y que va de la mano con la expansión del capital financiero.
El comercio de proximidad era la forma de consumo tradicional antes de la irrupción de las grandes superficies y que hoy en nuestro país subsiste fundamentalmente en los barrios de Montevideo y en el interior. No quisiéramos contraponer una modalidad de oferta de alimentos con otra, sino más bien señalar las fortalezas y las debilidades de ambas.
Como justificación de las primeras, se puede afirmar que la agitada vida moderna donde trabajan fuera de su casa casi todos los miembros de la familia, exige realizar las compras semanales y el rápido acceso a lugares lejanos del domicilio no constituye un obstáculo.
En cuanto a los comercios de cercanía las principales ventajas son: del punto de vista laboral generan mayor cantidad de puestos de trabajo sin contabilizar la mano de obra benigna de jóvenes u otros allegados. Y una labor más vocacional en la medida que la ejercen los propios dueños del negocio. Distribuyendo la riqueza en forma más equitativa.
Al estar distribuidos en pequeñas unidades en el territorio aportan más vida a las localidades barriales. Y si pensamos que el gran trauma social de hoy es la inseguridad, tendríamos que aceptar que son imprescindibles para colaborar en detectar donde están los focos que atemorizan a la gente. Es impensable creer que solo con efectivos policiales (o con represión) se va a revertir el escenario delictivo que hoy se instaló en todo el territorio. Y aunque parezca una paradoja es la misma inseguridad la que también colabora en la bajada de cortina de estos pequeños negocios barriales.
En cuanto a las objeciones más generalizadas a las grandes superficies podemos señalar en primer lugar, el malestar que expresan la mayor parte de los productores nacionales de alimentos que son forzados a la baja de precios y dilatan en el tiempo los pagos. En segundo lugar la concentración de capital es una tentación para poner en práctica políticas de dumping para luego fijar precios al margen de la competencia.
A la vez que dar más vida a las comunidades barriales, también se evita el endeudamiento innecesario, del que contando con recursos limitados, va por algunos productos puntuales y termina cediendo a la tentación de la agobiante oferta que inducen al consumismo desenfrenado, de lamentables consecuencias con las tasas abusivas de las tarjetas de crédito.
Resulta contradictorio que sus grandes panegiristas sean muchas veces los defensores del mercado que como es bien sabido deja de existir en la medida que se imponen los monopolios.
Y otra curiosidad que se ha acentuado en estos últimos años en nuestro país es la convergencia de intereses entre los agentes financieros y esta modalidad de mega-comercio.
El tema da para mucho más. Pero nos animamos a afirmar que hoy en Europa (como lo ilustra la foto) y en el mundo en general se está revirtiendo esta tendencia a la expedición masiva de productos alimenticios, en aras de lograr una mayor coherencia entre la defensa ambiental de la ecología y la naturaleza del animal hombre.
Aquí la reflexión de Macondo sobre “Lo que el viento se llevó”:
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Lo que el viento se llevó
Por Macondo para La Mañana