Nació en Maldonado, donde realizó sus estudios y se desarrolló profesionalmente. ¿Cómo es la vida en el departamento?
Es muy linda. Ha ido cambiando con el tiempo, como todo. En mi niñez Maldonado era mucho más lindo que ahora, era mucho más pueblo, nos conocíamos todos, había una muy fuerte identidad. Toda mi vida transcurrió entre Maldonado y Punta del Este. Fui a la escuela Nº 2 en Maldonado y después fui al liceo de las Hermanas Capuchinas. Por supuesto que han cambiado muchas cosas para bien, otras no tanto. Como producto de la influencia de Punta del Este, la ciudad no para de recibir migración interna y por ello ha habido como un desdibujamiento de la identidad del lugar.
Desde muy joven se dedicó a la actividad turística. ¿Cómo comenzó en el rubro?
Nacer en Maldonado y no estar vinculado al turismo es prácticamente imposible, es decir, toda tu vida, desde la niñez, vas formando parte del desarrollo de la actividad turística. Mi padre es abogado, y si bien no tenía un puesto vinculado al turismo, una cantidad de casos nuevos que le surgían siempre eran producto de las temporadas, de extranjeros que venían, que se afincaban, que invertían, o sea, que pasaban a formar parte del lugar.
De muy joven me vinculé al rubro de alquiler de autos y tuve una agencia de viajes. Fue una etapa muy linda. Con un amigo y un primo descubrimos la veta del turismo receptivo. A Punta del Este llegaban extranjeros a los que les interesaba otra cosa. Preguntaban mucho por Cabo Polonio y por Punta del Diablo, entonces hacíamos excursiones y era impresionante lo que trabajábamos esas temporadas. Desde Punta del Este se empezó a derramar el turismo a ciertos lugares de la costa.
Ese es un concepto muy claro que quiero desarrollar: yo voy a ser un ministro para todo el país, pero hay que entender que la marca “Punta del Este” es muy fuerte en el mundo. Fuera de la región conocen más Punta del Este que Uruguay, entonces, en la medida que atendamos bien al balneario y se hagan programas de proyección desde allí, se pueden derramar turistas para todo el país. Muchísima gente llega a Punta del Este desde países muy lejanos, pero después quiere cosas nuevas y pregunta, entonces hay que trabajar para anexarle actividades que lo trasladen a otros lugares.
¿Debió abandonar la actividad para dedicarse a la política?
En 2004, cuando salí electo diputado con 31 años, me retiré de todas esas actividades para dedicarme de lleno al ejercicio de la representación de la banca por Maldonado. Tuve el honor de ser 15 años diputado representante del departamento y cinco años anteriormente edil departamental. Siempre trabajé en las comisiones vinculadas al turismo, el medio ambiente y el deporte.
¿De qué manera se gestó su vínculo con el PC?
Fue a principios de la década del 90. Yo estaba en Facultad de Derecho y me invitaron a una reunión del Foro Universitario, que era como el Foro Batllista en la Facultad. Ahí me vinculé a la juventud del partido y después arranqué a trabajar activamente. A los 21 años, en la elección del 94, estuve muy vinculado a la juventud del Foro Batllista. Saqué una lista a la Junta Departamental de Maldonado pero no llegué a ser edil por 38 votos.
Esos cinco años me dediqué a trabajar activamente y en la elección siguiente salí edil departamental. Allí empezó un desarrollo de trabajo político desde la Junta siendo muy joven, con 26 años, y muy en contacto con la comunidad. Esa fue mi principal fortaleza y me permitió cinco años después, a los 31 años, en la peor votación de la historia del PC, ser uno de los 10 diputados en todo el país.
A mitad del período Pedro Bordaberry fundó Vamos Uruguay y me invitó a trabajar con él. Fueron dos charlas y tuvimos una sintonía como si nos conociéramos de toda la vida. Pedro venía de una tremenda gestión en el Mintur y yo siempre había estado vinculado a los temas del turismo, entonces sentí mucha cercanía con él.
¿Qué piensa de que se haya retirado de la política?
Me parece una pena para el país, pero son decisiones personalísimas e intransferibles, que más allá de lo que uno quiera, piense o le guste, hay que entenderlas y saber respetarlas.
¿Qué pasó después con la carrera de Derecho?
Cursé abogacía, me quedan dos años. Es una materia pendiente que cada vez se vuelve más difícil. La dejé la primera vez que fui candidato y después me puse a trabajar y ya me costó un poco volver. Luego me reenganché y avancé otro tramo importante, pero la campaña política previa a que fuera electo diputado había sido muy larga, e hizo que tuviera que disponer de muchísimas horas y que no encontrara cuatro horas en un día para estar sentado estudiando. Es algo pendiente, cada vez tengo menos tiempo pero no descarto la posibilidad de recibirme en algún momento.
Fue diputado durante los 15 años en los que gobernó el FA. ¿Qué puede destacar de su pasaje por el Parlamento? ¿Cómo fue ser legislador de la oposición?
Fue una etapa de un intenso aprendizaje, en una situación rara. El Parlamento es donde funciona la esencia republicana del país, donde está el pueblo representado. El Poder Legislativo, si bien está en un mismo nivel de igualdad que los otros poderes, para mí es el más importante, porque aparte de tener sus competencias propias, es el que controla a los otros dos poderes. Sin embargo, la función de contralor estaba muy limitada por la mayoría parlamentaria del FA, que la había ganado legítimamente, pero formaba parte de una realidad en la cual teníamos que movernos, dentro de un marco de acción bastante acotado.
¿Cómo recuerda el año en el que presidió la Cámara de Diputados?
Lo viví de una manera muy intensa, con mucha dedicación. Es la oportunidad en el Parlamento, sin dejar de ser legislador, de tener un cargo ejecutivo, porque sos el ordenador de gastos, el responsable del funcionamiento de la cámara, de sus funcionarios, del ordenamiento administrativo. Me sirvió para aprender mucho y sobre todo para lo que estoy haciendo hoy, porque fue mi primer contacto directo con la función ejecutiva y con tener funcionarios bajo mi responsabilidad.
“Un modelo de coalición integrada por cinco partidos políticos diferentes implica tener muchísimas responsabilidades, pero a su vez, actuar con serenidad”
¿Cómo vivió el rol de secretario general del PC, que desempeñó por más de dos años?
Fue un reconocimiento muy lindo que me hicieron mis compañeros de sector. Fue una etapa en la cual se hicieron muchísimas cosas internamente, de reorganización, de recorrer el Comité Ejecutivo Nacional en los 19 departamentos, de mucha obra y transformación en la casa del PC.
Pudimos volver a poner en funcionamiento la histórica Sala de la Convención, cuyo techo se había venido abajo y estuvo clausurada varios años. Además me tocó ser el secretario general cuando fueron los festejos por los 180 años del partido. Hicimos un acto de reconocimiento en Durazno al Dr. Sanguinetti y al Dr. Batlle, y un mes después tuvo el accidente de salud por el que falleció.
En las pasadas elecciones decidió apoyar la precandidatura de Sanguinetti. ¿Cómo vio su vuelta a la política?
Sucedió que cuando Bordaberry decidió retirarse de la política, se generó un vacío muy grande y había un importante desconcierto. Un montón de compañeros me vinieron a proponer que yo diera el paso adelante, que agarrara la bandera y los liderara.
Incluso se llegó a manejar que usted sería candidato.
Sí. El exdiputado Walter Verri, hoy subsecretario de Vivienda; el exdiputado José Amy, hoy director de la UTE; varios candidatos a diputados de Florida, de Treinta y Tres y de diversos departamentos, que integraban Vamos Uruguay, me pidieron que lo hiciera. Ellos me proclamaron y estuvo esa posibilidad sobre la mesa, pero lo primero que hice fue recorrer el país.
Ahí entendimos que teníamos que generar alianzas. Tabaré Viera, junto a Conrado Rodríguez, venía trabajando desde hacía tres años con su sector, Espacio Abierto, con mucha determinación, y nos sentamos porque los dos proveníamos del mismo origen batllista. Nos pusimos de acuerdo en que teníamos que ir juntos y dejamos para más adelante la definición del candidato.
La idea de ir a buscar al Dr. Sanguinetti surgió de manera natural, en un principio para que nos coordinara, porque sentíamos que era un diferenciador que nos aportaba muchísimo en cuanto a visibilidad, sabiduría, experiencia. Empezamos a recorrer el país, y a cada lugar donde íbamos las asambleas eran multitudinarias y la gente espontáneamente empezó a pedirle que volviera. Con Tabaré nos dimos cuenta enseguida de que el candidato no tenía que ser ni él ni yo, tenía que ser Sanguinetti. Se lo empezamos a proponer y al principio nos sacaba corriendo, nos decía que no, pero fue un proceso en el cual él solo empezó a sentir el compromiso porque la gente se lo pedía.
Cuando Talvi largó la candidatura, le dijimos que precisábamos tener un candidato definido. Él lo conversó con su familia y, una vez que tuvo la aprobación de doña Marta, aceptó ser candidato. Creo que nos dio un ejemplo de humildad y republicanismo a todos quienes estamos en política.
A los 82 años, después de haber tenido el máximo honor en la vida, de haber sido presidente de la República dos veces, senador, diputado, ministro, secretario general del PC, salir de cero a caminar por todo el país, nos dejó una enseñanza tremenda a las nuevas generaciones que estamos asumiendo responsabilidades.
¿Le hubiera gustado ser candidato o no era su momento?
Yo sentí que no era mi momento.
Pese a que algunas personas se lo pedían.
Sí, pero creo haber tomado la decisión acertada porque las circunstancias determinaban que necesitábamos generar un sector fuerte y la identidad de Sanguinetti era demasiado fuerte, mucho más que la de cualquiera de nosotros. Fue un proceso natural y así lo entendimos todos.
¿Cómo lo encuentra ahora esta nueva responsabilidad como ministro del gobierno de coalición?
Lo tomo como la mayor responsabilidad que he tenido en mi vida política. Estamos ante un momento histórico: después de 15 años de un ciclo ininterrumpido de gobiernos del FA, llega un modelo de coalición integrada por cinco partidos políticos diferentes. Eso implica tener muchísimas responsabilidades, pero a su vez, actuar con serenidad. Por otra parte, soy uno de los tres ministros del PC que integran el gabinete, pero soy el único de mi sector, lo cual me pone un peso extra. Creo que este desafío llega en el momento justo de mi vida. A los 46 años me siento absolutamente joven, activo, con muchísimas ganas y fuerza.
¿Qué importancia tiene el turismo para el país?
Creo que es una de las pocas áreas donde ha habido una política de Estado. En el año 1986, cuando el Dr. Sanguinetti en su primera presidencia tomó la decisión de darle rango ministerial al turismo y creó esa cartera, hubo una convicción de la relevancia que estaba adquiriendo en el país y, sobre todo, del dinamismo que le estaba inyectando a la economía nacional en cuanto al ingreso de divisas y a la generación de fuentes de trabajo. Todos los ministros hicieron importantes aportes que contribuyeron enormemente a hacer crecer la cuenta de turistas en el país.
¿Cuál es su desafío principal?
En 2017, en la administración Kechichian, tuvimos el récord: cuatro millones de turistas. Eso ha descendido, producto de la dura crisis económica que está atravesando Argentina, que es nuestro principal cliente. Ojalá podamos rápidamente retomar la senda del crecimiento. Ese es el principal de los desafíos.
¿Cuáles serán sus ejes de gestión?
No desatender a la región, porque Brasil y Argentina van a ser nuestros vecinos toda la vida. La cuenta de turismo entre Argentina y Brasil está muy desequilibrada en favor de Argentina: de cada cinco argentinos que vienen al Uruguay por año, viene un brasileño. Por lo tanto es importante trabajar en campañas de seducción al turismo brasileño.
Por otro lado, en enero tuve una reunión con los ministros de Turismo de Brasil, Argentina, Chile y Paraguay, es decir, el Mercosur más Chile, que es muy importante en esta ecuación. Yo les planteé las necesidades que tenemos. Más allá de que seamos competencia, es muy importante que nos podamos presentar como un destino regional, porque hay corrientes turísticas muy fuertes en el mundo, sobre todo en Asia, que no tienen a América Latina en el radar, que van fundamentalmente a Estados Unidos y a Europa, y son millones de personas.
Es muy difícil para nosotros vendernos en aquellas regiones del mundo individualmente, por un tema de costos y de distancia. A su vez, es muy difícil que un turista asiático se suba a un avión y viaje 24 horas, venga al otro lado del mundo con una cultura y costumbres totalmente diferentes a la suya, solo a Uruguay o solo a Argentina o a Brasil. Ahora, si nosotros nos posicionamos como un destino regional, pasamos a ser mucho más atractivos y podemos competir de igual a igual con Europa o con Estados Unidos. A ese modelo tenemos que apuntar.
¿Por qué le interesa incluir a Chile en este acuerdo?
Chile es muy importante porque mira a Asia, porque tiene una costa larguísima sobre el Océano Pacífico. Si vos vas a Santiago de Chile o a Lima, que son dos capitales del mundo que miran hacia el Pacífico, te das cuenta de la marcada influencia asiática que hay en los autos, en la gastronomía, en las costumbres, porque hay un intercambio muy directo por mar, por aire, de comercio. Por ello me parece que Chile podría ser una gran puerta de ingreso de ese turismo de Asia para que no nos vean tan lejanos y que puedan desparramarse hacia el resto del Mercosur.
La pasión por el fútbol y los animales
Recuerda haber tenido una infancia muy feliz y llena de amigos del barrio, con los que sigue en contacto hasta el día de hoy. Es el segundo hijo de tres hermanos varones y dice tener la fortuna de conservar a sus padres, que lo acompañaron en su asunción ministerial.
Se define como una persona optimista y alegre, que valora la sinceridad. Le gusta disfrutar de la vida, la familia, los amigos y sus dos perras, con las que trata de pasar tiempo en la playa y el bosque.
Se considera defensor de los animales y, de hecho, el único proyecto de ley que volvió a presentar en la Cámara de Diputados días antes de asumir como ministro, fue uno que penaliza el maltrato animal, para que sea discutido en este período.
Está casado hace 15 años con María Noel, con quien tiene una hija de 14 años llamada María Sara. También tiene un “hijo de la vida”, Matías, de 22 años, que es hijo de su esposa y está con él desde que tenía tres años.
Germán es un apasionado del fútbol y va al estadio siempre que puede. Es hincha y socio de Nacional, un fanatismo que comparte con su hija, que es la que lo alienta a ir a apoyar a su cuadro cada vez que juega.