En la entrega anterior hablamos sobre el varguismo en Brasil, la especialización de la Dra. Navarro en las migraciones transatlánticas y sus investigaciones en Uruguay. En esta ocasión, nos referiremos al estudio que está realizando sobre la prensa española en nuestro país.
Sobre la emigración europea a América Latina
La emigración europea al continente americano en el período comprendido entre 1820 y 1930 es digna de estudio. Fue quizás el evento más relevante en la conformación e identidad de los Estados modernos de América. Tuvo un profundo efecto demográfico, cultural, económico y social que cambió a estos países para siempre.
A pesar de la importancia de este fenómeno migratorio, el tema ha recibido en el pasado poca atención por parte de académicos e instituciones. ¿Por qué? Según Navarro esto se debe en parte a que los países europeos que daban origen a la emigración no querían dejar evidente que estaban perdiendo población como consecuencia de una malísima situación económica. Por otro lado, los jóvenes países receptores no querían evidenciar que estaban compuestos por “un conjunto absolutamente amorfo de personas que provenían de todo el mundo”.
Más allá de algunos trabajos muy buenos realizados en la década del 70, recién en los años 80 se comienza a tratar la emigración en forma académica y sistemática. Esto fue de cara a la conmemoración del quinto centenario del descubrimiento de América que se celebraría en 1992.
“Tanto las universidades, comunidades autónomas españolas, como el Estado español y el Ministerio de Educación invirtieron mucho dinero para proyectos que permitieron estudiar toda la emigración española a América”, indicó Navarro. En primer lugar se buscó cuantificar con mayor precisión el número de emigrados. Con el tiempo se comenzó a trabajar en identificar los perfiles de las personas, “es decir, quiénes eran, cómo iban, qué formación profesional tenían, si es que tenían alguna formación, qué religiones… más hombres, más mujeres, de qué edades”. Entonces se comenzó a profundizar en estos aspectos de una manera más ponderada.
Las asociaciones de emigrantes y el capital simbólico
Como parte de sus estudios, Navarro ha trabajado en profundidad en el tema del asociacionismo. Para ella, las asociaciones de inmigrantes constituyen “espacios de conocimiento de las colectividades magníficos… porque son espacios que se dedican a la parte del folklore, pero también a la cultura, al deporte, al sostenimiento de la identidad… son espacios que bien estudiados, nos permiten acercarnos y tomar el pulso de un fenómeno que es amplísimo”, señala.
El paso siguiente fue ver la influencia que estas asociaciones tuvieron en el desarrollo y la mejor percepción en el capital simbólico de la colectividad, respecto a la sociedad que los acogía. “En aquella época se empezaron a trabajar los puentes culturales”, explica Navarro, “lo que se llamaba ‘embajadores culturales’. Esos representantes culturales que venían de España y las asociaciones étnicas facilitaban el mantenimiento de los vínculos y la preservación de las costumbres. Pues analizamos quiénes eran los que habían venido y qué labor habían traído y desarrollado”.
Lo fundamental era poder identificar cómo a través de estos vínculos culturales, y del desarrollo de la cultura, la comunidad iba adquiriendo prestigio y con ello un asentamiento más sólido dentro de la sociedad de acogida. Esto les permitiría posicionarse, por ejemplo, en la economía, en las relaciones comerciales. “A partir de ahí empecé a estudiar la cultura”, señala Navarro, “como qué conferencias daban los intelectuales, quiénes eran los que venían, y comprobé que solamente a través de la prensa lograría obtener esa información”. No siempre la información de los embajadores o cónsules al país era completa. Podían existir grandes lagunas. “Hay embajadores que, diríamos, eran prolijos en sus informaciones, pero otros son vagos y enviaban una información escueta”, cuenta. “Hice un artículo sobre las estrategias que había utilizado la colectividad para ayudar a España en la guerra de Cuba… Montevideo tenía un embajador que se implicó muchísimo y sobre él hice un artículo de unas 30 páginas, pero podría haber hecho un libro porque realmente toda la información que mandaba era absolutamente pormenorizada, prolija, no dejaba un detalle. Y habiendo hecho este trabajo, un día se me ocurrió examinar el caso argentino, que tiene una colectividad enorme. Pero cuando voy a ver qué mando entonces el embajador español en Buenos Aires, me quedé anonadada, porque si el de Montevideo había mandado tres legajos, que son miles, miles de escritos, el de Buenos Aires había mandado cuarenta, a pesar de haber tenido una colectividad inmensa”.
El movimiento obrero en América Latina nace en gran parte con esos líderes españoles e italianos.
En este tipo de estudios la prensa probó ser una herramienta muy valiosa, especialmente para lo que le interesa a Navarro, que es la acción cultural española en América. Trabajó también con información del Centro Gallego de Montevideo. “El Centro Gallego de Montevideo, sobre todos los años 20, justo cuando compra la sede actual, la de la calle San José… hace una labor cultural de primera magnitud. Porque va a atraer a muchísimos intelectuales españoles a dar conferencias en el Centro Gallego… El Centro Gallego significa prestigio. Cuando llega la Guerra Civil, este centro gallego se rompe y la Casa de Galicia va a aglutinar a los sectores menos agraciados de la sociedad gallega en Uruguay y el Centro Gallego se queda con los elementos más conspicuos de la colectividad gallega en Uruguay”, explica.
Efecto de la Primera República española de 1873 en las corrientes migratorias
La situación política en España sobre fines de los 60 y principios de los 70 en el siglo XIX tuvo un profundo efecto en la migración que llegó al Nuevo Mundo.
En 1868, tras una crisis económica, se produce en España una sublevación militar con elementos civiles que tiene como desenlace el destronamiento y exilio de la reina Isabel II. Lo que sigue es un período conocido como el Sexenio Democrático o Revolucionario, que termina con la restauración borbónica en 1874.
En este proceso histórico entran en juego corrientes de izquierda, enfocadas en las malas condiciones de trabajo de trabajadores: el socialismo, anarquismo, comunismo, marxismo. Con la restauración, hay dos políticos, Antonio Cánovas de Castillo y Práxedes Mateo Sagasta, sobre todo Cánovas, que persiguen a todos quienes participaron en la República.
Entre ellos también hay muchos regionalistas que buscaban la independencia de su región –como ocurre hoy- es decir, los catalanes, los vascos, pero también los movimientos anarquistas y los movimientos obreros. Están ahí los líderes sindicales generados por las internacionales en Europa. Todos los líderes tienen que huir y lo hacen a América. ¿Por qué?
“Porque tienen muchos vínculos allí, porque forman parte de la colectividad y seguramente van a ser ayudados”, explica Navarro. “Cada una de las colectividades va a ayudar a sus líderes obreros que han sido expulsados y perseguidos en España… desde Estados Unidos hasta la Patagonia, todos esos líderes sindicales se van a meter en la sociedad”.
Esta corriente migratoria es significativa en la historia de fines de siglo XIX y principios del siglo XX en América Latina. “El movimiento obrero en América Latina nace con esos líderes españoles, además de los italianos”, dice.