LA NOVEDAD
Sangre y barrio. Uruguay 1830 – 1904 de los sables a las urnas. Leonardo Borges. Ediciones B. 412 págs, enero 2020. $590.
Una reedición más que necesaria de un ensayo radicalmente distinto en nuestra historiografía. Con un enfoque muy heterodoxo, el Prof. Leonardo Borges logra un extraño milagro. Nos hace vivir la historia nacional con sus luces y sombras. Ya no solo tendremos la cronología o la interpretación, estarán todas las voces: gauchos anónimos, caudillos, doctores, víctimas, victimarios.
El muy sui generis surgimiento jurídico de nuestra patria implicó un país independiente y unitario que nacía en las tierras donde cabalgó y luchó uno de los héroes más regionales de la revolución hispanoamericana. El héroe del federalismo (o la confederación, si ustedes quieren). ¡Qué ironía! Pero la Historia y la necesidad a fines del siglo XIX de crear un héroe, totalmente necesario para una nación, colocó al mismo José Artigas (héroe regional), en el fin último de nuestras contiendas.
Las decenas de revoluciones, levantamientos y alzamientos van pasando pero hay una patria que se va construyendo entre tanto barro y sangre. Y Borges elige con certera puntería con cuál documento o cita atraparnos.
El capítulo titulado “Entre el orden y la libertad 1877-1890” está resumido con la frase: “Que cuenta los extraños momentos en que chocaron las libertades y la necesidad de orden… y un grupo de jóvenes optó por el primero… Y el acápite es: En Quebracho, contra Máximo Santos marcharon juntos lo mejor de la juventud de ambos partidos. Quebracho fue una derrota militar de la que salió la redención de la República, sólo posible a la caída del tirano. (Manuel Flores Mora)
Antes de la batalla, Santos había escrito a Tajes algo que toma un valor increíble por la razón que el futuro le confirió. Entre los 639 prisioneros estaba lo que sería gran parte de la clase política futura. Entre ellos, José Batlle y Ordóñez.
“En esa juventud hay grandes esperanzas para la Patria. Venzámosla, si pero vencida, salvémosla, que la sangre de los orientales es demasiada preciosa como para que sea vertida por sus hermanos”. (Máximo Santos a Máximo Tajes)
EL HALLAZGO
Sebastian Junger. Guerra. Critica. 277 págs., 2011.
En Afganistán hay un valle llamado Korengal de unos 10 km de largo que serpentea sobre la frontera con Pakistán, equidistante tanto de Kabul como de Islamabad. En dicho lugar permanencia por quince meses Sebastian Junger, cineasta y periodista, conviviendo con un pelotón del Ejército norteamericano.
La idea del autor fue mostrar la vida día tras día en la propia línea de fuego, sin entrar en disquisiciones o evaluaciones del porqué del conflicto. La adrenalina crece página tras página porque las bajas del pelotón ya tienen nombre y una historia para el lector. No hay evaluaciones históricas ni geopolíticas sobre una tierra que ha visto detener a los ejércitos de Alejandro Magno, la eliminación de uno británico, el desplome del soviético. Y esto que parece una clarísima falencia es el secreto de esta pequeña obra maestra que se adentra en un tema universal ¿Qué es la guerra? “En la primera guerra mundial, los soldados se precipitaban contra las ametralladoras pesadas del enemigo no porque a muchos de ellos les inquietaran las cuestiones de política general de la guerra, sino porque era lo que estaban haciendo el hombre de la derecha y el de la izquierda. La causa no tiene por qué ser justa ni la batalla tiene por qué ser vencible; pero una y otra vez, a lo largo de la historia, los hombres han elegido morir en combate junto con sus amigos, antes que huir y sobrevivir en solitario”.
En una peculiar síntesis de Hemingway y de Robert D. Kaplan, logra captar, entonces, los sentimientos de unos soldados que se enfrentan al riesgo de la muerte cada día; la brutal violencia del combate, el miedo ante la emboscada, el aburrimiento en los momentos de inactividad, la camaradería que se forja en una situación extrema y la confianza que se establece entre unos hombres cuya supervivencia depende del compromiso total de cada uno.
Lo remarcable es que un libro sobre soldados norteamericanos no constituye una apología ni de ellos ni de su país, en las palabras del escritor y corresponsal en Vietnam Philip Caputo: “No es una historia de guerra, sino un gran libro sobre la guerra”.