El Gobierno nacional aprobó diferir los pagos de BPS y DGI. ¿Era una medida esperada?
Era una medida necesaria. En una primera comunicación se había quedado corta en cuanto a la relevancia ante la situación, sin embargo, el día martes el legislativo aprobó medidas de mayor profundidad, exonerando de aporte patronal y personal a las empresas micro. Sin embargo, en los próximos días habrá que analizar la posibilidad de corrimiento de vencimientos, así como convenios de pago de aportes al BPS, de pago de impuesto a DGI, para empresas de mayor porte, pero que también están siendo impactadas. Así ocurrió con el decreto 143/2020 que permitía el fraccionamiento de los días de trabajo y la licencia parcial para los mensuales, que en un primer momento salió para el grupo de empresas más afectadas pero que posteriormente se reconsideró y modificó, ampliándolo a todas las actividades.
Lo que hay que diferir es el aporte patronal y el aporte personal porque muchas empresas van a verse impactadas al punto de que ni siquiera van a tener para pagar los sueldos líquidos. Así que era esperada, es importante, es una buena señal, da tranquilidad, pero esto es un día a día y espero que se sigan perfeccionando.
¿Cuáles se están observando como los principales problemas frente a esta situación tan excepcional?
Es muy variado. Hay empresas que no les está impactando, sobre todo las dedicadas a productos sanitarios y los supermercados que son los grandes ganadores. El resto, todo lo que es el mercado interno, el de las pequeñas empresas locales, es el que se ve más afectado. Y también va por barrios porque, por ejemplo, todo el comercio que vive del movimiento que se genera en torno a oficinas públicas y que bajaron los funcionarios a la mitad, se resintió al 50%. Mientras que en los barrios dormitorio donde la gente ahora está en sus casas haciendo cuarentena preventiva seguramente los comercios locales están teniendo algún tipo de mejora porque hay más demanda de un público que normalmente no estaba.
En la industria depende de los sectores. Hay muchos sectores que siguen trabajando, preparando sus exportaciones, porque si no producen van a tener sanciones muy importantes. Creo que desde el Gobierno hay sensibilidad y se está intentando contemplar estas diferentes situaciones.
Hay un sector del que se ha hablado poco que es el cuentapropista, que trabaja el día a día y de pronto tiene una empresa unipersonal o monotributo, pero es un profesional, sin cobertura por su afiliación, que lo más que puede es inactivarse, para evitar tener que pagar contribuciones de seguridad social
¿Cómo se está gestionando el tema de las licencias por enfermedad, en este momento, frente a casos de enfermedades comunes en medio del riesgo de una pandemia y exhortación al aislamiento?
En el BPS eso es como una canilla que está abierta, que tiene un sistema muy fluido. Tanto que nosotros denunciamos que desde el año 2009 a la fecha hay un 50% de situaciones que no serían enfermedad y que se declaran como tales.
Los números de hoy todavía no están porque tenemos a todo el personal de prestaciones abocados a instrumentar estas nuevas medidas que requieren adecuar software y hacer muy bien los cálculos, porque cualquier error puede costarnos muy caro, por lo que no estamos elaborando informes diarios, sino semanales.
Suponemos que hay cuarentenas que se están pagando por el BPS y creemos que no es lo más lógico. En todo caso las que obedecen realmente a la enfermedad podrían llegar a serlo. No obstante, el ministro de Trabajo dijo en una entrevista, y estoy de acuerdo totalmente, que aquellos casos de enfermedad en ocasión del trabajo o en cuarentena porque hubo un contagio en el ámbito laboral debería ser absorbido por el BPS, también en el día de hoy, no tengo detalles, pero se habría ampliado el elenco de enfermedades a atender por el BSE, lo que celebro.
A propósito de la tendencia que mencionaba, ¿considera que en los últimos años se ha ido perdiendo la cultura del trabajo en nuestro país?
Creo que sí, siempre hay gente muy lista que se aprovecha de los sistemas y a veces tampoco es culpa de la persona necesariamente. Si uno le da las oportunidades, prima el máximo hedónico, la gente busca la máxima satisfacción con el mínimo esfuerzo. Está en la naturaleza humana.
Los sistemas no tuvieron un diseño lo suficientemente inteligente como para contemplar de que hay que poner algunas medidas que impidan o dificulten el acceso para aquellos que no necesitan el dispositivo de seguridad social. No sé si la culpa la tiene ese trabajador que se aprovecha del sistema o el sistema que en su diseño no contempló que siempre pueden aparecer aquellos que se tienten a usarlo en su provecho. Para mí el responsable es el BPS que admite un papelito emitido por un médico que no está llamado a ningún tipo de responsabilidad, porque si bien la tiene teóricamente ningún médico ha tenido consecuencias por hacer certificados falsos. Una vez que salgamos de todo esto, espero que eso se corrija.
También veamos lo bueno, el hecho de haber generado este instrumento tan laxo y fácil de utilizar permite que, en un momento de crisis como éste, los servicios puedan dar una respuesta inmediata. Creo que hay que corregir, pero para evitar que los vivos de siempre se aprovechen, porque felizmente la mayor parte de la gente es trabajadora.
La situación económica agravada por la pandemia no obstante venía con dificultades en un contexto previo de creciente desempleo. ¿Hay alguna comparación entre esta crisis y la crisis del 2001-2002?
Justamente días atrás pedí a mi equipo de investigación un trabajo comparando los desempleados del 2000 con la cantidad de gente en seguro de desempleo hoy. Nos da que en función de la cantidad de cotizantes que tenemos al día de hoy son menos los que están en seguro de desempleo de los que estuvieron en el 2000. Seguramente cuando terminemos los números de este mes estemos en números comparables con los del 2000.
Para que quede claro: 30.000 desempleados en el 2000 no es lo mismo que 30.000 desempleados en el 2020. ¿Por qué? Porque en el 2000 no llegábamos a 500.000 cotizantes, o sea personas con derecho, y hoy tenemos 1.400.000 aún en un escenario en que la economía se había enlentecido y que habíamos perdido en los últimos tiempos 50.000 puestos de trabajo.
A raíz de aquella crisis de principios de siglo se juntaron más de treinta gremios empresariales y se formó lo que se llamó la “Concertación para el Crecimiento”. ¿En esta ocasión se puede repetir alguna experiencia similar?
Todo es posible, en los momentos de crisis hacen aparecer líderes, grupos que reflejan necesidades que a lo mejor no son contempladas por otros, que fue lo que pasó en aquel momento. Fue una experiencia, desde mi punto de vista, increíble, donde espontáneamente representantes de distintos sectores de la sociedad coincidieron en que no había una voz que manifestase la problemática como ellos la sentían. Entonces se diseñó y presentó una suerte de programa o de planteos con las necesidades más urgentes de ese colectivo, que nos consta que el gobierno que asume en el 2005 la lleva adelante. Pienso que sí, que puede volver a ocurrir.
¿En el año 2000 usted fue propuesta por empresarios para integrar el directorio de BPS, ¿por qué no ingresó en aquel momento?
Fui propuesta para encabezar una lista que representaba a lo que era en aquel momento las cámaras empresariales de la Concertación para el Crecimiento y tal vez un poco ampliada. Tenía que ir a una elección. Lo que pasó nunca se dijo ni se habló públicamente de esto. En realidad hubo un acuerdo entre las gremiales empresariales, el PIT-CNT y el sistema político y en una noche aprobaron una ley que dejó sin efecto aquellas elecciones que ya estaban en proceso de realización, incluso teníamos número de lista.
Pero bueno, cosas de la vida, quiso el destino que en el 2005 se conformase también un grupo con el que fuimos a elecciones y ganamos, solo que nuestro grupo, la Concertación, se dividió en dos listas, más la tercera que era la oficialista. En el 2006 pasamos a ocupar el cargo por elección directa de los empresarios.
¿Cómo ha sido su vida como empresaria?
Mis padres compraron un negocio cuando vinieron de España, de Galicia. Nos formamos en una empresa, trabajando desde chiquitos, y a los veintiuno compramos con mis hermanos menores el primer negocio de varios que vamos gestionando. Hasta ahora lo veníamos haciendo bien, vamos a ver este cisne negro cómo nos deja, porque esta situación es totalmente nueva. En 62 años que tenemos en la empresa nunca tuvimos un caso como éste, donde de un día para otro, en alguna de las empresas te quedas casi sin clientes.
Ha estado muy vinculada a la actividad de la panadería. ¿Cuánto hay de vocación en ese trabajo?
Cuando me preguntan qué soy, primero que nada digo “panadera”. Me encanta. Creo que es un oficio que tiene una nobleza, un encanto, hasta diría un romanticismo muy especial. Pero claro, detrás de todo eso lindo de hacer un buen pan, partiendo de harina, agua y levadura, hay mucho sacrificio. Es un negocio de prácticamente 24 horas porque se produce de noche para vender durante el día. Eso requiere mucho, mucho sacrificio y amor a lo que uno hace.
Ahora las panaderías de los barrios, sobre todo las artesanales, han ido perdiendo espacio frente a los supermercados. ¿Cómo ha visto esta situación?
Esto ha sido un proceso que comenzó en forma muy fuerte allá por el 2000. Día a día cerraban pequeños emprendimientos porque abrían grandes superficies. Hoy en día ya hay muchos menos comercios de cercanía, no solamente hay menos panadería. Ahora hay supermercados fraccionados, que es lo mismo que una gran superficie. El daño ya está hecho.
Los que hemos sobrevivido es porque hemos ido mutando. Por ejemplo, nosotros nos definimos como un comercio de alimentación, y si bien cada vez vendemos menos pan porque han cambiado los hábitos de consumo y porque la gente generalmente va a las grandes superficies, pasamos a ser una solución gastronómica elaborando comidas al mediodía y muchas somos panadería con rotisería. Pero a medida que nosotros cambiamos también se dan cuenta las grandes superficies y pasan a ocupar ese nicho.
Vimos que en los últimos meses las grandes superficies incorporaron todas rotiserías, con lo cual estamos otra vez en el desafío de qué creamos para poder sobrevivir.
Mencionaba que viene de una familia de inmigrantes gallegos. ¿Qué virtudes y qué legado ha dejado ese pueblo a Uruguay?
Uruguay le debe muchísimo a los gallegos a los italianos, armenios y otras corrientes migratorias. Pero con los otros migrantes nos ensañaron tanto, porque recuerdo de chica el haber sufrido algún tipo de chistes y bromas que no eran de muy buen gusto, que todavía a veces circulan.
¿Qué es lo que me dejaron? La honradez, el valor de la palabra, el trabajar, el valerse por uno mismo. Es una gente que, capaz que por estar en ese rinconcito de Europa allá arriba, más aislado que el resto, entre las montañas y el mar, sabe que no podían esperar nada de nadie. Y cuando la crisis fue enorme, no tuvieron miedo, los más valientes fueron los que emigraron. Normalmente cuando uno es temeroso se queda en la zona de confort. Ellos no, se aventuraron a cruzar un océano sin teléfono, sin nada, como era en aquella época, y vinieron acá a trabajar de sol a sombra.
De esos gallegos todavía algunos quedamos en el comercio, pero hoy en su mayoría son profesionales. Hicieron un salto fantástico, transformando lo que era poca instrucción pues venían del medio rural, legando a este país a muchos profesionales que se destacan. Todos los inmigrantes han enriquecido al Uruguay.
¿Cuáles es su mensaje para los uruguayos ante esta situación de emergencia sanitaria y crisis económica?
En el 2000 pensábamos que no íbamos a salir. Nos juntamos en forma espontánea, gente que tenía diferentes principios, y que ninguno renunciaba a ellos, pero que teníamos un fin común que era poder sacar adelante el país. Esta crisis es diferente y a veces algunos la están tomando un poquito en broma o pensando que no va a pasar nada porque nos vamos en cuarentena. Sabemos que en nuestro país gran parte de la masa de trabajadores son funcionarios, que pueden ir a la casa y a fin de mes tienen igual el sueldo o se manejan con el teletrabajo. Pero muchos otros no.
De todo esto vamos a salir fortalecidos. Seguramente valoremos más las relaciones interpersonales, el quedarnos en casa. En que es bueno y saludable tener estos espacios de familia. Confiemos en que nuestros ciudadanos cumplan con lo que se les pidió. Estemos adentro, aprendamos a convivir, a conocernos, incluso dentro de la familia. Vamos a salir adelante. Hay que estar juntos y tener fe, ser menos crítico y mucho más colaborativos. Somos gregarios y necesitamos colaborar entre otros para alcanzar objetivos nobles.