No hay que olvidarse de los trabajadores informales
Las economías emergentes sufren el doble impacto de una suba en los costos financieros provocados por la fuga hacia activos financieros seguros y una disminución del precio de los commodities. Esto reduce significativamente su margen de maniobra para hacer política fiscal. Pero el estímulo es absolutamente necesario, y las políticas deben diseñarse de manera inteligente. En América Latina en particular, los sectores informales serán especialmente afectados. Actividades como las ferias, el empleo doméstico y los trabajos ocasionales (¿incluso deliveries?) podrían paralizarse. Si bien esto no aparece en las mediciones oficiales del PIB, puede tener un impacto dramático en la pobreza y la desigualdad: a los argentinos esto nos recuerda a los efectos socioeconómicos devastadores de las restricciones a los retiros de efectivo a fines de 2001 (el “corralito”). Se deben tomar medidas como transferencias de dinero a trabajadores informales y desempleados, seguros de desempleo, o aún mejor, subsidios al empleo, lo que permitiría evitar los costos de rotación de personal y actuaría como un subsidio implícito a pymes intensivas en utilización de mano de obra. Los bancos deben contribuir refinanciando deudas (como ya lo están haciendo en Brasil), y se deben suspender o reprogramar pagos de impuestos a empresas. En última instancia, se deben estudiar subsidios a las tarifas de los servicios públicos, como forma de ayudar directamente a los trabajadores independientes o informales que viven en forma más precaria.
Eduardo Levy Yeyati, decano de la Escuela de Gobierno de la Universidad Torcuato Di Tella, en America´s Quarterly
BCE inyecta liquidez, pero eso no implica que los bancos presten
Además de los mercados, estamos monitoreando de cerca la situación de los bancos en Europa. Hemos tomado medidas para evitar que deban restringir demasiado los préstamos durante la crisis, pero la presión sobre los bancos se intensificará si la situación económica se deteriora. También estamos observando de cerca los fondos de inversión. El BCE puede proporcionar liquidez a los bancos, pero eso no significa necesariamente que los bancos prestarán los fondos a las empresas. Ahí es donde entra el gobierno, por ejemplo mediante la emisión de garantías de crédito, como el paquete de medidas adoptado por el gobierno alemán. La situación actual no se puede comparar con la crisis financiera de 2008, que se originó en el sistema financiero. Hoy estamos viendo un shock en la economía real que está afectando a muchos países al mismo tiempo y por eso es tan devastador para la economía global. Si queremos hacer una comparación, deberíamos mirar otras pandemias, como la fiebre española de 1918.
Isabel Schnabel, Miembro del Directorio del Banco Central Europeo, en entrevista con Die Zeit (Alemania)
En momentos de crisis, la intervención del Estado en la economía no puede limitarse a la política fiscal y monetaria
Para Barry Eichengreen, un destacado economista norteamericano especializado en la Gran Depresión, la economía de los Estados Unidos no ha experimentando en el pasado un shock como el actual. Esto incluye la crisis del 29, el 11/9 y la más reciente crisis del 2008. Eichengreen estima que el consumo privado caerá un 30% durante el segundo trimestre del 2020. La Gran Depresión tuvo efectos devastadores, pero se dieron durante un período extendido de tiempo. La tasa de desempleo creció a casi 25%, pero eso ocurrió al cabo de 4 años. Pero hoy escuchamos al secretario del Tesoro Steven Mnuchin decir que si el Estado no actúa decisivamente, la tasa de desempleo podría rápidamente llegar al 20%. La “gripe española” de 1918 también ofrece lecciones relevantes para Eichengreen, como por ejemplo la importancia de hacer una cuarentena generalizada. Ciudades como Saint Louis, que actuaron rápidamente, sufrieron mucho menor mortalidad que otras como Filadelfia, mucho más lentas en tomar medidas. Respecto al rescate a las aerolíneas anunciado por Trump, Eichengreen considera va en la dirección correcta, haciendo referencia al rol que la Reconstruction Finance Corporation (RFC) tuvo durante la Gran Depresión, asistiendo entre otras a las empresas de transporte ferroviario, que habían quedado seriamente dañadas. “Este me parece sería el modelo más adecuado para seguir hoy”, dice Eichengreen.
Extraído de columna de John Cassidy en New Yorker