La anterior es una pregunta pertinente en vista de resultados donde cabría esperar un aumento de la eficiencia reproductiva. Esto, en función de los estímulos de mercado recibidos por el sector criador. Se esperaba un aumento de eficiencia que no es tal y parece tener un techo estructural.
Basados en la evolución de los precios del ternero siguiendo los valores por ejemplo de Pantalla Uruguay desde el 2011 el criador recibe precios que parecen compensatorios. No solo eso, sino que de un tiempo a esta parte la ternera también ha superado con creces su precio histórico.
En este sentido cabe decir que la exportación en pie de terneros enteros (categoría mayoritaria) ha contribuido de manera fundamental en la dinámica de los precios relativos de la ganadería uruguaya.
La evolución del área sembrada con coberturas (instrumento idóneo del criador), mantiene una tendencia constante de equilibrio en torno a las 100.000 hectáreas. Quizás era razonable esperar mayor inversión del criador, pero los números son una buena expresión de que no es así.
La hipótesis que plantea este artículo es que el criador uruguayo percibe que la exigencia de una mayor apuesta a la mejora de la eficiencia reproductiva, lo coloca en situación incómoda, debido al entorno negativo en que desarrolla su actividad de riesgo. Factores climáticos, de política económica, fiscal y comercial, de costos, en definitiva de entorno país, plantean inseguridades que ponen freno a la inversión y a la profundización del esfuerzo productivo. Sin evaluar potencialidades de inversiones de mayor volumen (el riego, por ejemplo) parece haber renuencia del criador a casi cualquier inversión que se refleje en la ganadería nacional.
Un País en equilibrio con el país productivo
En este sentido, la primera causa que restringe la estabilidad de condiciones proclives a la inversión y el riesgo, es la falta de un país en equilibrio económico, financiero y social perdurable. El desequilibrio lleva a políticas que generan distribución de la riqueza mediante la política cambiaria (el camino sencillo), es decir mediante transferencias de un sector a otro. La política cambiaria es la más recurrida por los gobiernos pero no la única (como el subsidio del gasoil desde la producción al transporte colectivo de pasajeros). Esto a su vez genera un “efecto riqueza” en ciertos sectores que recurrentemente catapulta las importaciones y constriñe el esfuerzo exportador y el consumo del producto nacional, con su perjuicio a futuros ingresos y al empleo. En esta situación el productor menciona el “alto costo país” como freno infranqueable para la inversión productiva.
Como ejemplo paradigmático veamos que ni los precios de la década 2004-2014 contribuyeron a la confianza del productor. Recurrentemente se escucha en momentos de bonanza de producción y precios, que “estos valores se caen en cualquier momento”.
La frase “El Uruguay es el país del cuarto de hora” resuena con más frecuencia de la deseada y en verdad no hace más que caricaturizar una realidad debidamente fundamentada. Es decir que no solo el “efecto costo país” hace inviable la inversión ganadera volcada a la exportación sino que el productor percibe inestabilidades en el mediano y largo plazo que contribuyen casi siempre al incremento fuerte del riesgo.
Agregaremos que esta situación obligó (con racionalidad innegable) la búsqueda de mercados para el ternero en el exterior. Sin embargo no solo es una práctica distorsiva de la cadena cárnica en su conjunto, sino que termina “primarizando” a la economía nacional con la consiguiente pérdida de inversión a todo nivel de la cadena y del empleo.
Esperamos cambios positivos con una mirada a largo plazo del sector y principalmente del criador (aumento de eficiencia y retribución buena y permanente), como camino necesario para el bienestar de todos.
*Ingeniero Agrónomo