Una frase hecha con la cual Uruguay parece identificarse es que el año empieza con la llegada del último ciclista, sin embargo, debido a la situación nacional y mundial generada por la pandemia del coronavirus COVID-19 muchos han repetido hasta el aburrimiento que esta vez el año no comenzará porque no habrá un último ciclista.
Alguna vez ambas frases fueron novedosas cuando alguien las dijo por primera vez, pero ahora se han convertido en una pesadez, además de una grosera falsedad.
La afirmación supone que entre el descanso del verano más el Carnaval y luego el feriado de Semana Santa, el país no asume su actividad de forma seria y definitiva, y que durante tres o cuatro meses los uruguayos vivimos una suerte de letargo adormecedor de largo descanso en el que nadie quiere hacer nada, y si debe hacerlo que sea lo menos posible.
Esa desagradable imagen con la que algunos se sienten identificados ha pasado los límites de nuestras fronteras y el mundo seguramente ha tomado nota. Por ejemplo, un reciente artículo publicado por la agencia Efe refiere a ella en su título “El año no empezó aún en Uruguay… ni lo hará porque no habrá último ciclista”, con el consecuente desprestigio para la imagen del país.
Pero la realidad es que mientras la prensa internacional se suma a lo que muchos aquí repiten tontamente, el Uruguay real demuestra con hechos que sin importar la época del año, el clima o las inclemencias del tiempo, el país sigue funcionando y generando riquezas que serán las que nos mantendrán en funcionamiento, especialmente en estos días de pandemia en que todo se mueve más lento.
Más allá de las dificultades de público conocimiento el país ha mantenido su producción agropecuaria: los remates ganaderos se han adaptado y ayudados por la tecnología han ideado nuevas formas de mantener la actividad.
Los frigoríficos no han dejado de trabajar: en lo que va del año llevan 452.571 vacunos, 178.385 ovinos y 4.853.386 pollos faenados.
Los tambos han ordeñado como es habitual y la remisión de febrero (último dato de Inale) es de 128 millones de litros.
En la agricultura, los cultivos no tampoco se han detenido a pesar de la emergencia sanitaria o la falta de lluvias que ha caracterizado estos últimos meses.
Desde hace algunas semanas se lleva a cabo la cosecha de arroz y precisamente por estos días comienza lo grueso de la soja.
Todo eso sin mencionar las frutas y verduras que abastecen todo el año y se encuentran en abundancia en supermercados, puestos y ferias vecinales.
Un dato relevante es que los principales productos exportados durante el primer trimestre del año son agropecuarios: carne, madera, lácteos, cereales y soja, en ese orden.
Entre enero y febrero, la carne exportada generó ingresos por US$ 453.044.742; la madera US$ U$S 267.176.240; en tercer lugar están los lácteos, con exportaciones por US$ 144.314.782; cuarto, los cereales, US$ 106.128.313; y quinto la soja, US$ 72.871.065.
Lejos del ciclismo y mucho antes que el más veloz empiece a pedalear, el verdadero Uruguay hace rato que no ha dejado de producir y exportar.