En lo que va del año la baja en la actividad industrial alcanza dimensiones sin antecedentes desde hace casi dos décadas, en tiempos en que la que marcaba la cancha era otro virus, en este caso de los vacunos, la aftosa.
En el primer trimestre del año la reducción en la faena fue del orden de un cuarto del total del mismo período del año pasado, y es a la vez claramente inferior al de la última década (ver gráfica). Este estado de cosas, la escasa faena, se siguió agravando en la primera mitad del corriente mes de abril, y apunta a que el ejercicio agrícola que cierra el próximo 30 de junio sea el más bajo de una larga serie de años.
En los últimos doce meses al 31 de marzo del corriente, la faena todavía supera las 2 millones de cabezas: 2,074 millones, pero todo augura que será un año de baja actividad, dado que las condiciones del contexto mundial, y en especial de varios de los mercados relevantes para nuestra carne, apuntan a empeorar su situación. Veíamos en una anterior contribución el grave panorama europeo, con la gente de los principales países enclaustrada en sus hogares y los puntos habituales de consumo de carne, como restoranes, hoteles, y bares, que permanecen cerrados sine die.
En el primer trimestre del año la reducción en la faena fue del orden de un cuarto del total del mismo período del año pasado, y es a la vez claramente inferior al de la última década
La población europea no tiene el hábito de cocinar tanta carne en el hogar como nosotros, sino que gran parte de su consumo se realiza en los comercios, fuera de casa, y hoy tienen prohibido salir. Los importadores y distribuidores europeos han acumulado grandes volúmenes de carne, en alta proporción de cortes de calidad, enfriados al vacío, que tienen límites temporales acotados de viabilidad para su venta.
La demanda europea, a pesar de que hace mucho que ha perdido la predominancia en cuanto a los volúmenes que compran, sigue siendo decisiva en la ecuación económica de nuestro complejo cárnico por los altos precios de muchos de los productos que adquieren, siempre dentro de las rígidas cuotas que nos han otorgado, luego de ingentes y prolongadas negociaciones.
No demasiado diferente es la situación de otros destinos importantes para nuestras colocaciones, como EEUU, Israel, y en cierta forma también Brasil y Chile, en los que la expansión de la epidemia sigue creciendo y condiciona la vida social.
Estas tendencias todavía no se reflejan integralmente en la información disponible, en la que la UE y los países del NAFTA aparecen creciendo respecto al año pasado, con precios superiores y montos más abultados. Pero en las últimas semanas los aspectos negativos se han ido agravando, afectando el comercio reciente y oscureciendo el panorama del futuro cercano. En el caso europeo, los exportadores de Uruguay denuncian planteos de reliquidación de negocios cerrados, tal como sucedió anteriormente con muchas empresas de China.
Precisamente, lo positivo del momento es la recuperación de la actividad productiva y comercial del gigante asiático, que ya vuelve por sus fueros, a ocupar su lugar hegemónico entre los mercados de destino de la carne uruguaya. De todos modos, todavía está lejos de alcanzar los volúmenes y precios con los que operó el año anterior, pero la tendencia es decididamente alcista y habrá de consolidar ese perfil en el mediano plazo, dada la escasez estructural de oferta que sufre por el consabido problema de la peste porcina.
Faena
La disminución de la extracción recayó mayoritariamente sobre los vientres, en particular sobre las vacas, que habían encabezado los registros de faena de los dos años anteriores.
En el primer trimestre, la baja en la faena ronda las 160 mil reses respecto al año anterior, cerca de un 26 % del total, pero en las vacas la caída es del orden del 35%. Las vaquillonas, a la vez, bajan un 9 %, con lo que los vientres totales (excluidas las terneras) caen casi 29 %, mientras los novillos bajan 21 %.
La disminución de la extracción recayó mayoritariamente sobre los vientres, en particular sobre las vacas, que habían encabezado los registros de faena de los dos años anteriores.
Esta composición de la faena tiene que ver con varios elementos, como los distintos destinos de la carne, el volumen de la faena (la extracción de novillos para cumplir con las cuotas de valor representa un porcentaje diferente de la faena total, dependiendo del volumen que esta adquiera), la dimensión de la oferta de hacienda, que depende en buena medida de la disponibilidad de forraje, del mercado de reposición, de las relaciones de precio entre las categorías, y en definitiva de la visión que los productores tengan del negocio en el futuro cercano.
Los precios de la carne y del ganado
Como vimos, el precio promedio de la carne exportada se mantiene en buenos niveles, superior incluso a los del año anterior. En este sentido, la participación de los negocios de valor pondera más alto por la baja en los volúmenes totales exportados. A medida que vayan aumentando las toneladas, esos negocios valiosos van bajando su ponderación al promediar con otros de menos precio y más volumen. Se irá viendo a medida que aumente la producción y se regularicen los embarques.
En este período de tantas convulsiones los precios de los ganados gordos se desplomaron, desde el pico de máxima que alcanzaron hacia noviembre y diciembre hasta el presente. En las últimas semanas, con todo, el mercado parece haberse estabilizado. No obstante, si estos precios de la actualidad se comparan con los de un año atrás, hay que hacer otras matizaciones.
En el cuadrito adjunto se muestran los precios de novillos y vacas al 1º de abril de 2019 y de 2020 y los máximos que se alcanzaron en noviembre del año pasado.
Se observa que, si bien en la actualidad hay una baja de cierta entidad en dólares respecto a un año atrás, el aumento del tipo de cambio en ese período compensa holgadamente la baja, aunque no alcanza a equiparar los más altos de fines de año.
En la medida que los frigoríficos coloquen la carne a los valores que se informan (siempre que los negocios se cumplan), y puedan comprar los ganados a los precios rebajados de la actualidad, empiezan a restaurar márgenes económicos que venían muy ajustados o negativos desde hace tiempo.
No obstante, la escasez de oferta de ganado y los negocios en mercados inestables, les impide capitalizar estos márgenes que muestra la pizarra y muchas plantas trabajan al mínimo o cierran sus puertas en momentos que deberían estar trabajando al máximo ritmo.
Si bien en la actualidad hay una baja de cierta entidad en dólares respecto a un año atrás, el aumento del tipo de cambio en ese período compensa holgadamente la baja, aunque no alcanza a equiparar los más altos de fines de año.
Las condiciones de inestabilidad están marcadas fundamentalmente por la cuestión sanitaria a lo largo de toda la cadena de comercialización. Las recientes medidas gremiales que redujeron drásticamente la actividad de los frigoríficos, al cerrar algunas plantas por varios días, se justificaron por parte de los sindicatos obreros en el temor al contagio del virus por la inevitable aglomeración de gente que conlleva la tarea.
El intríngulis de la situación es que, si no se encuentra una forma operativa, las empresas, ya castigadas, pueden quebrar, y en ese caso todo se agrava.
La consigna de la hora es que, sin descuidar los riesgos sanitarios, hay que atender a la salud financiera de las empresas de toda la cadena cárnica, para que cuando se termine esta pesadilla puedan arrancar con fuerza, aprovechando el lugar estratégico que ocupan en el mercado los proveedores de alimentos de calidad, sacando a la maltrecha economía del país del pozo en que está cayendo, tal como ocurrió en otras crisis.
Cae más la producción que la exportación
La baja en la faena en el primer trimestre fue del 26 % respecto al mismo período del año previo, aunque la caída de la producción fue algo menor, porque este año hay más novillos y menos vacas procesadas, y los novillos dan 50 kilos más de carne por res que las hembras.
La baja en los volúmenes exportados (peso embarque) fue menor, en el orden del 18 %, lo que puede explicarse por cambios en los productos, menor consumo interno o mayor importación, o por mayor extracción de carne depositada en cámaras frigoríficas. O, más probablemente, por una combinación de todos estos factores.