El papel del Estado como proveedor de última instancia
El Estado juega varios papeles en este momento. Primero, actúa como prestamista de última instancia para evitar que empresas y bancos caigan en bancarrota. También es un asegurador de última instancia para aquellos que pierden sus empleos o que directamente ya no pueden encontrarlos. Pero además de esto, el Estado ha debido encargarse de algo que no hace habitualmente: proveer a la población de bienes que son raramente demandados. Este es el caso de las máscaras, los respiradores, etc. necesarios para hacer frente a una epidemia. La realidad es que en un contexto de libre mercado, nadie está dispuesto a invertir en este tipo de bienes. Lo mismo ocurre con el mercado eléctrico, en el cual es relativamente sencillo encontrar inversores privados que inviertan en generación para proveer una demanda estable (NdR: y en el extremo asegurada como ha sido el caso uruguayo), pero muy diferente es el caso de la capacidad de generación disponible para cubrir los picos de demanda. Estas plantas no pueden ser rentables, ya que no pueden ser reembolsadas con tan bajo nivel de utilización. Inevitablemente, es el Estado el que debe realizar esta inversión que no resulta rentable para el sector privado. Visto de esta manera, el Estado actúa como una póliza de seguro ante las fallas del mercado de bienes.
Jean Tirole, premio Nobel de Economía (2014) en entrevista a Paris Match
Los acreedores privados deberán hacer su parte para salir de la crisis
Sería una tragedia y una farsa que el aumento del apoyo financiero global a los países en desarrollo terminara beneficiando a sus acreedores en lugar de sus ciudadanos. Como reconoce el Institute for International Finance (que representa a acreedores privados de los mercados emergentes), el sector privado tiene que asumir una parte de la carga. Sería inaceptable que todo el dinero que fluye de los organismos multilaterales para ayudar a los países más pobres no se use para implementar medidas sanitarias o de reducción de la pobreza, sino para pagar a acreedores privados, especialmente acreedores como los grandes bancos estadounidenses que siguen pagando dividendos en un tiempo de crisis. Los ministros y directores de bancos centrales que se reúnen esta semana deben unir su autoridad a la del FMI y a la del Banco Mundial para movilizar al sector privado en torno a un plan voluntario para resolver estas deudas.
Gordon Brown (ex PM británico) y Lawrence Summers (ex Secretario del Tesoro de EE.UU.), en Project Syndicate
¿De vuelta a los ´80? Recomiendan moratoria de deuda para emergentes
Los países emergentes y en desarrollo no solo están al borde de una crisis humanitaria, sino también de la crisis financiera más grave desde (al menos) los años treinta. En las últimas semanas el capital huyó en manada de la mayoría de estas economías, y una ola de nuevos defaults soberanos parece inevitable. (…) Llevamos tiempo con la necesidad urgente de dictar una moratoria temporal sobre los cronogramas de devolución de deudas de todos los deudores soberanos emergentes o en desarrollo, exceptuados los de mejor calificación crediticia. Las razones para suspender los pagos de deuda de países en problemas son muy parecidas a las que se aplican a hogares, pequeñas empresas y municipios. Los líderes de las economías más grandes deben entender que un regreso a la «normalidad» en este mundo globalizado no será posible mientras la pandemia siga su marcha letal. Sería una ingenuidad de parte de los acreedores (institucionales y privados) esperar que los países desvíen recursos de la lucha contra la COVID-19 para pagar deudas. Recomendamos una moratoria temporal inmediata de la deuda externa soberana de todos los países que no tengan calificación crediticia «AAA».
Economistas Carmen Reinhart y Kenneth Rogoff en columna de Project Syndicate