Desde hace casi diez años Siria está sumida en una guerra civil. Esta ha implicado desplazamientos masivos de población, la aparición del Estado islámico y una guerra proxy entre países, a los que ahora se suma la amenaza del coronavirus. La destrucción causada por el conflicto ha afectado al sistema sanitario; según la Organización Mundial de la Salud, solo el 64% de los hospitales públicos están en pleno funcionamiento y existe una escasez considerable de personal capacitado. “La asistencia humanitaria nunca ha sido tan crítica para todo el país. Todos los sirios, y todos los que brindan asistencia, están en riesgo “, dijo Najat Rochdi, asesora humanitaria principal del enviado de la ONU en Siria, en una reunión el jueves del Grupo de Trabajo Humanitario del Grupo Internacional de Apoyo a Siria, según la agencia estatal de noticias de Turquía, Anadolu. “El país tiene 6 millones de sirios desplazados a nivel interno, incluido un millón de desplazados en el noroeste del país desde diciembre del año pasado y 1,8 millones de personas que están en los alrededores y en la capital, Damasco, que viven en condiciones que los hace vulnerables a las infecciones respiratorias”, sostuvo Rochdi. Pero el país no está unido políticamente y en regiones como la ciudad de Idlib, el último bastión rebelde que se mantiene gracias al apoyo de Turquía, la lucha contra el coronavirus se hace extremadamente difícil ya que esa ciudad solo tiene una maquina preparada para realizar las pruebas que detectan si las personas dan positivo a COVID-19. Actualmente, esta zona tiene una población de 3 millones de personas debido a los desplazamientos producto de la guerra. A su vez, tiene un sistema de hospitales colapsado por los heridos del conflicto y por otras atenciones médicas, haciendo imposible que se destinen los escasos recursos médicos en la lucha contra el virus que ha infectado a más de 2,5 millones de personas a nivel mundial.
El presidente de Siria, Bashar al-Assad, controla a nivel gubernamental las ciudades más grandes del país y ha impuesto una serie de medidas preventivas que van desde un toque de queda durante la noche y restringir los viajes entre provincias, hasta la clausura de centros educativos y la prohibición de reuniones en mezquitas, las cuales estarán cerradas hasta el 2 de mayo. Esta última medida se sentirá a partir de mañana, fecha en la que inicia el Ramadán, finalizando el 23 de mayo. Este mes, el noveno según el calendario musulmán, es considerado sagrado y está compuesto por masivas reuniones en mezquitas para rezar, algo que no será posible este año aunque el gobierno sirio anunció modificaciones en el toque de queda y permitirá que algunas tiendas y pequeños negocios abran sus puertas para satisfacer las necesidades acordes al Ramadán.
Según la agencia de noticias siria SANA, el ministro de Salud, Nizar Yazaji, anunció el martes pasado en conferencia de prensa que: “Todas las infecciones por coronavirus anunciadas se detectaron en Damasco y sus zonas rurales”. Siendo hasta ahora 42 casos, 6 de ellos se han recuperado y 3 personas han fallecido a causa del coronavirus. Las dos primeras muertes por COVID-19 en Siria han ocurrido en la capital del país, Damasco, mientras la tercera muerte fue en la ciudad de Al Hasakah, al noreste del país, habitada en su mayoría y gobernada por los kurdos. Algo que choca con las mediciones antes divulgadas por Yazaji, además también algunos líderes acusan más que a un error sino a una “intencionalidad política” en el manejo de la pandemia. Funcionarios kurdos en el noreste de Siria, así como funcionarios diplomáticos estadounidenses, acusan al gobierno de Bashar al-Assad y a su aliado Rusia de obstaculizar los envíos de materiales de prueba y suministros médicos a la región, que está bajo el control del demócrata sirio respaldado por Estados Unidos. El personal médico en la parte kurda de Siria ha tenido que recurrir al pragmatismo para lograr crear material de protección, el cual realizan en base a bolsas de basura, según la agencia catarí Al Jazeera. El territorio ha quedado aislado de la ayuda externa, incluidos los envíos de las Naciones Unidas que solían llegar desde Irak pero fueron vetados por el aliado del gobierno sirio, Rusia. La OMS ha dirigido la mayor parte de su ayuda contra el coronavirus a Siria a través del gobierno de Al Assad, obligando a la agencia de la ONU a trabajar con un sistema opaco que no ha extendido la ayuda a áreas no gubernamentales. Como ejemplo, todas las pruebas de COVID-19 se han hecho en Damasco mientras que en el noroeste no se ha realizado ninguna. Luego también está la cuestión de campos de refugiados y prisioneros, como por ejemplo el que está situado en Al Hol, donde hay más de 65.000 personas, en su mayoría esposas e hijos de combatientes del Estado Islámico (EI), quien controló la región hasta el año pasado. Además las Fuerzas Democráticas sirias (oposición a Al Assad), custodian a más de 10.000 soldados del EI que están prisioneros en distintos centros en la región.
América del Norte
Trump congela el financiamiento a la Organización Mundial de la Salud
Debido a discrepancias sobre el manejo de la pandemia de coronavirus por parte de la Organización Mundial de la Salud (OMS), el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, afirmó que detendrá el financiamiento al organismo mundial mientras su administración examina la respuesta de este a la crisis global. El gigante norteamericano es el donante más grande y contribuyó con más del 15% del presupuesto de la OMS, que es una agencia especializada de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y opera de manera independiente a nivel internacional. El secretario General de la ONU, Antonio Guterres, afirmó que “no era el momento” para reducir los recursos de esa agencia.
ASIA
Península de Corea: Elecciones en el sur y pruebas militares en el norte.
A pesar de tener más de 10.000 casos de coronavirus, el miércoles pasado Corea del Sur celebró elecciones parlamentarias en las cuales el oficialista Partido Democrático (centro izquierda) y su aliado, el partido de Ciudadanos Unidos, obtuvieron una aplastante victoria al conseguir 180 de 300 escaños en la Asamblea Nacional (Parlamento unicameral surcoreano). La participación fue más del 60%, la más alta desde las elecciones de 1992. A su vez, Thae Yong-Ho, exembajador adjunto norcoreano en Reino Unido, fue electo legislador por el partido opositor Futuro Unido, convirtiéndolo en el primer desertor en obtener un escaño en Corea del Sur. Por su parte, en el vecino país se realizaron el día anterior a las elecciones surcoreanas varios lanzamientos de misiles de corto alcance hacia la costa este. Acorde a fuentes militares surcoreanas, los proyectiles serían misiles crucero.
Internacional
Histórica caída de los precios del petróleo
A pesar del acuerdo logrado para reducir la producción entre miembros de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) y otras naciones, el lunes pasado se registraron precios negativos para el barril de West Texas Intermediate (WTI), llegando a cotizar -37.63 dólares. Esto se debe a la reducción de la demanda mundial de combustibles causado por la paralización de actividades a causa del coronavirus y también la falta de espacio para almacenar la producción, lo cual ha llevado a utilizar buques petroleros como depósitos flotantes. Debido a esto, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, afirmó el pasado lunes que su administración ha estado considerando la posibilidad de frenar los envíos de petróleo que llegan desde Arabia Saudita, como medida para proteger la maltratada industria energética nacional. Por su parte, según el columnista de Reuters, Clyde Russell, China está comprando grandes cantidades de crudo de barcos en Canadá, Brasil y Alaska, aprovechando los bajos precios, duplicando en 2020 su almacenamiento en comparación al año anterior.