¿Por qué siendo Uruguay un país agropecuario las frutas y verduras que se producen para atender el mercado interno suelen tener precios tan altos?, y ¿por qué a pesar de lo que se paga por ellos, los granjeros suelen tener dificultades económicas que los obliga al cierre de sus chacras? Según el último Censo Agropecuario, el sector granjero pierde un productor por día pero no muchos reparan en ese punto porque no se pierde volumen de producción sino que se concentra en empresas cada vez más grandes.
El vicepresidente de la Comisión Nacional de Fomento Rural (CNFR), representante de ésta institución en la Junta Nacional de la Granja (Junagra) y productor familiar en la zona de Melilla, Mario Buzzalino, dijo que la diferencia entre lo que cobra el productor y lo que paga el consumidor final, es “enorme”.
El Mercado Modelo “es un gran comercializador central de la hortifruticultura del país donde se vende más de 200.000 toneladas por año que equivalen al 60 % de la producción” nacional. El 40 % restante “se vende por fuera y de forma directa por los productores a los puestos o a las ferias. Pero el Mercado Modelo determina los precios por la oferta y la demanda”, explicó.
Los supermercados “también toman ese precio de referencia aunque las grandes superficies negocian a su gusto y modo, y después hacen lo que quieren”, expresó. Pero no solo las grandes superficies, también los puestos ubicados en la calle e incluso las ferias que fueron creadas para que el productor pudiera vender directamente su producción, pero eso se ha ido desvirtuando.
“Yo sigo permanentemente algunos puestos en la calle, con referencia geográfica clara y concreta, me fijo en los precios, y hay una diferencia en muchos casos de 10 a 1 de lo que paga el consumidor y lo que recibe el productor por el mismo producto, la misma calidad y la misma época, todo producción nacional. Del doble a diez es la diferencia de lo que recibe el productor y lo que paga el consumidor”, insistió.
Esa situación tiene “dos lecturas que son bien jorobadas. Una es que al consumidor lo están estafando y la otra que inhibe el consumo y esa consecuencia también la paga el productor”, advirtió.
Hay puesteros que compran a un tercero y otros lo hacen directamente en el Mercado Modelo con lo cual evitan el costo del intermediario, “pero no hay ninguna diferencia” entre uno y otro al momento de poner el precio al consumidor.
“¡Y ni te digo los grandes supermercados que aún con la referencia del Mercado (Modelo) determinan las calidades y los precios a sus proveedores, que a veces son productores, y terminan cobrando (al público) lo que quieren!”, enfatizó.
Buzzalino dijo que no le consta que haya controles de precios o sobre la ganancia y consideró que “es impracticable que el Estado se pare junto al puesto y pregunte a cuánto compró y a cuánto vendió”. Sin embargo “tenemos la ley de usura que maneja los costos del dinero, el Banco Central fija lo que se puede ganar al hacer un préstamo, pero nadie fiscaliza lo que se quiere ganar con las frutas y hortalizas”.
“Es obvio que el que vende tiene que ganar, es un negocio. Todos tenemos derecho a ganar, el que tiene un comercio paga impuestos muy importantes, eso también hay que decirlo, pero ¿quién tiene derecho a ganar 5 veces más cuando el productor pone el trabajo y el riesgo”, en cambio “el revendedor aparece en la última fase cuando el producto está pronto” para ser comercializado?, se preguntó.
“Mi inversión de productor demora 6 meses en la horticultura, años de fruticultura, y el otro circuito es mucho más breve y gana 5 veces más. Son cosas sobre las que tenemos que hablar y tomar medidas” para su corrección.
El consumidor es el aliado estratégico del productor
Pero las soluciones no son simples ni están a la vista. Al ser preguntado Buzzalino recordó que “un ministro” que no identificó le dijo al respecto: “decime cómo se hace y lo hacemos”.
No hay soluciones fáciles, pero “lo importante es informar al consumidor” que es “el aliado estratégico de los productores porque va a ser él quien en conocimiento de lo que se le quiere cobrar va a decidir si compra o no”. “La intermediación hace lo que quiere y eso le pega al productor y le pega al consumidor”, por eso “somos socios, sin ninguna duda”.
Para que esa sociedad tenga efecto la información es fundamental. “Me parece que la campaña publicitaria que se ha hecho en cuanto al consumo de la fruta de estación, también mejora esa relación de precios”.
La campaña informa sobre cuáles son los productos que están en estación y por eso se accede a ellos a un costo menor y con todas la potencialidades, y así como se le informa sobre eso, también se debería hacer con los riesgos de comprar mercadería de contrabando. “El contrabando es el enemigo brutal de los productores de horticultura”, además de ser un riesgo sanitario.
El productor no tiene acceso a la banca formal
El productor frutihortícola también tiene costos que atender, y muchos de ellos son en dólares. “Es caro el gasoil y es cara la energía eléctrica, los agroquímicos que han mejorado la salubridad de la producción”, “los invernáculos tienen costos altísimos; y la inversión en riego es permanente”. Además es un sector “de alto requerimiento de mano de obra, y a eso se suma la “logística, fletes, cámaras de frío”.
Son todos costos para la chacra y hay muchos productores hortifrutícolas que no tienen acceso a créditos bancarios por lo que deben acudir al financiamiento de sus proveedores. Buzzalino explicó que después de la crisis de 2002 el sector se quedó sin acceso a los créditos bancarios, “la financiación viene por el lado de los proveedores que tampoco es barata pero está a mano”, pero “el dólar es el que manda al momento de pagar”.
“Por ejemplo, se compran los agroquímicos y a la mayor parte de los productores le financia el comercio que se los suministra, y al momento de cosechar se paga”. Eso es así desde la crisis porque “el grado de exigencia del Banco República para darte un crédito, es sumamente feroz”. El banco “como cualquier negocio trató de eliminar riesgos”, y eliminó “clientes de más riesgo, y en ese sentido la mayoría de los productores, por carencia de capital, de respaldo, o por experiencias anteriores, no calificamos para el Banco República. Las grandes empresas tienen otra lógica”.
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