Asimilar la lucha contra la pandemia como una guerra ha servido para generar conciencia sobre la gravedad de la situación que enfrentamos todos los uruguayos, contribuyendo a alinear a la ciudadanía detrás de un objetivo y un destino común.
Pero si esta es una guerra, se trata de combatir en dos frentes al mismo tiempo. Visto de esta forma, el dilema entre proteger la salud de la población o la salud de la economía es una falsa dicotomía. Se trata de dos frentes, y no existe otra alternativa que enfrentarlos al mismo tiempo, por más esfuerzos que esto demande.
Todo parece indicar que nuestro país viene enfrentando en forma satisfactoria el frente sanitario. Las medidas sanitarias han permitido controlar el número de contagios, evitando así que se produzcan cuellos de botella en el sistema de salud. Las autoridades nacionales han logrado mantener la tranquilidad de la población mediante una acertada política de comunicaciones, lo que se ve reflejado en los altísimos niveles de popularidad del gobierno. El presidente Lacalle Pou ha demostrado poseer la calma y la firmeza necesarias para ejercer el liderazgo que requiere la situación de turbulencia que atraviesa nuestro país.
Pero con grandes sectores de la economía parados, la habilidad de mantener bajo control el frente sanitario dependerá de las posibilidades que el Estado y el sector privado tengan de movilizar un volumen muy significativo de recursos financieros. Al día de hoy es muy difícil dimensionar los recursos financieros que serán necesarios movilizar para superar esta pandemia. Pero a juzgar por las estimaciones de otros países en la región, va quedando claro que el desafío se mide en miles de millones de dólares.
A modo de ejemplo, el gobierno chileno anunció el domingo pasado un acuerdo con la banca pública y privada para facilitar el acceso a crédito de las empresas, para que estas puedan transitar la pandemia manteniendo al máximo posible los niveles de empleo y capacidad productiva de la economía. Con este fin, el gobierno capitalizó su Fondo de Garantías (FOGAPE) en USD 3.000 millones, lo que le permitirá garantizar nuevos créditos por hasta USD 24.000 millones, el equivalente a 8% del PBI del país. El presidente Piñera expresó contundentemente que el éxito del plan depende de la “activa y expedita participación de los bancos, para que estas líneas lleguen en forma efectiva, masiva y oportuna a las empresas que las necesitan”.
El mecanismo de crédito diseñado por el gobierno chileno permitirá asistir a empresas con ventas menores a USD 34 millones anuales por un monto equivalente a tres meses de ventas, pagadero con seis meses de gracia y cuotas de entre dos y cuatro años, a tasas de interés reales en torno a cero.
La garantía otorgada por el Estado chileno tiene como contrapartida que los bancos se comprometen a postergar cualquier amortización de créditos preexistentes por lo menos por seis meses, de modo que los fondos frescos sirvan para aliviar la situación de empresas y trabajadores, y no se destinen a cancelar deudas de otros acreedores.
De lo anterior resulta claro que para encarar el frente financiero es imprescindible combinar los recursos del Estado y del sistema bancario en su conjunto, no solo aquellos de la banca estatal. En esta dirección van también las recomendaciones del BID, que en un informe reciente recomienda a los supervisores bancarios que comuniquen a sus bancos supervisados que no deberían reducir las líneas de crédito. Asimismo recomienda que los supervisores adopten temporariamente una posición algo menos severa con respecto a las exigencias regulatorias. El objetivo es que el sistema bancario no solo mantenga, sino que aumente sus niveles de crédito. Para ello los bancos centrales también tienen que hacer su parte y ofrecer incentivos regulatorios para que esto no afecte negativamente los resultados o la posición patrimonial de los bancos.
La experiencia en el manejo de crisis financieras ha dejado demostrado que poner a disposición recursos en forma masiva y temprana puede resultar más eficaz y menos oneroso para la comunidad que una serie de medidas graduales que no logren revertir las expectativas de los agentes desde el vamos. Todo pareciera indicar que a este frente financiero se lo combate con la misma determinación y compromiso con que hoy nos enfrentamos al frente sanitario.