Hace 16 años comenzó siendo una mesa sobre dos caballetes, pero el esfuerzo de cada jornada más la creatividad lo convirtieron en un punto de referencia en Solís de Mataojo, un historia de trabajo en el Día de los Trabajadores.
Si uno escribe El Puestito de Marcelo en el buscador de la computadora o el celular, Google lo identifica inmediatamente y muestra su ubicación en la entrada de Solís de Mataojo, en Lavalleja.
Quienes circulan por la ruta 8 Km. 79 seguramente ya lo conocen como punto de referencia y parada casi obligada de turistas, camioneros y transportistas en general. Se trata de un negocio familiar allí instalado hace exactamente 16 años, en abril de 2004. Comenzó siendo una mesa apoyada sobre dos caballetes en la que Marcelo Suárez, su propietario, vendía algunos quesos, algunos bollones de dulce y un poco de manzanas. Su historia se resume en muchas horas de trabajo, creatividad y adaptación a las necesidades de cada momento.
“Comencé a trabajar en 1989 cuando tenía 15 años en un mercado de frutas y verduras en Solís de Mataojo; en 1996 pasé a trabajar en un puesto ambulante” que para funcionar “armábamos una carpa todos los días y vendíamos manzanas de la quinta de Domingo Basso. Ahí vendíamos frutas, quesos y dulces, fue mi segundo empleo”, contó Suárez a este semanario. “En mi segundo trabajo estuve 8 años, hasta el 2004, porque después de la crisis de 2002 el negocio anduvo mal y mi patrón se fundió”, añadió.
Ante la necesidad de trabajar “comencé por mi cuenta aquí donde estoy ahora”, dijo. “Empecé el 8 de abril de 2004 con una mesita chiquita armada sobre dos caballetes y tenía poca mercadería que eran 5 o 6 quesos, 10 o 15 bollones de dulce, algún cajón de papas y manzana. Muy poca cosa porque no tenía ni un peso”, recordó.
“Empecé a vender y sigo hasta el día de hoy, 16 años llevo aquí trabajando por mi cuenta y gracias a Dios ha sido un período de crecimiento. Ahora tengo 50 metros de frente, parte edificado y parte no, saco mercadería al frente y los rubros son muy variados. Ha sido un logro gracias a Dios, y la gente que conozco hace 20 años me lo dice y yo me doy cuenta que es un logro, algo muy bueno para mi familia”, valoró.
Al mirar el tiempo transcurrido y la experiencia como empleado primero y como titular después, siempre en el rubro comercio, Suárez expresa que está “muy conforme” con lo que ha evolucionado.
No fue fácil y hubo muchos desafíos que superar: “costó mucho al principio desde 2004 hasta 2007, costó porque yo debía plata y es bravo empezar a vender, tener que pagar lo que se debe y además comprar mercadería para vender porque hay que surtirse”.
Pero “a partir de 2007 o 2008 el país comenzó a recuperarse de la crisis y se empezó a vender muy bien y por eso pudimos crecer. Eso fue hasta 2015”, apuntó, y agregó que “fueron años muy fructíferos para nosotros, trabajamos muy bien y pudimos hacer una diferencia en el trabajo”.
Las jornadas de trabajo eran largas: “Mi señora y yo trabajábamos de lunes a lunes hasta 16 horas por día”. Se levantaban a las 4 o 5 de la mañana y seguían hasta altas horas de la noche. “Eran las 11 de la noche y estábamos trabajando, y así fue como se logró el crecimiento. El país había agarrado una racha muy buena pero desde el 2015 comenzó a frenarse y todo comenzó a decaer”, acotó.
Parte del éxito del negocio es creatividad y la adaptación a las circunstancias. Al comenzar con una mesa y unos pocos productos Suárez se dio cuenta que aquello no era atractivo para quienes circulaban por la ruta. “Me di cuenta que nadie se detenía, no me veían, y que tenía que llamar su atención. Así comencé a colocar para la venta ruedas de carretas, discos de arados con tres patas, sartenes, todas cosas para la gente que se va a acampar, ollas, calderas… Y fue un acierto porque la gente comenzó a detenerse, a comprar y a pedir otras cosas como parrillas o quemadores, y si no los tenía se los conseguía”.
La gente ha dejado de comprar y optó por la alimentación que es esencial
La época de mayores ventas de El Puestito de Marcelo es en la temporada turística. Todos los períodos de turismo se trabajó bien, “menos el de este año” debido a la pandemia del COVID-19.
“El turismo es la mejor zafra que tenemos, la mejor zafra del año, porque todo el mundo sale en turismo y como estamos en una ruta muy transitada, donde pasa mucha gente hacia Minas que es muy bonita y es muy visitada, la gente pasa por acá y para. Pero este año fue lamentable en todo el país”.
La crisis generada por la pandemia ha golpeado fuerte a Suárez y a su esposa. En comparación con enero o febrero “las ventas bajaron un 60 % o 70 %”, la caída ha sido “estrepitosa” porque aunque no haya cuarentena obligatoria “la gente está menos en la calle, circula menos”.
Pero eso “no me pasa sólo a mí, hablé con gente conocida que tienen comercio en distintos puntos, desde Montevideo hasta Melo, y muchos tuvieron que cerrar, están en el seguro de paro, otros han despedido al personal porque la ven muy fea para el futuro y antes de seguir con el gasto de funcionamiento y personal cierran las puertas y esperan a ver qué pasará más adelante”.
Ahora las ventas se centran en lo esencial. Nuestros rubros de ventas “son muchos: alimentos como quesos, dulces, galletería, bebidas, todo eso se vende, pero también tenemos alfombras, cueros, ruedas”, de esto último “no se vende nada” porque “la gente optó solo por la alimentación que es lo esencial para todos”.
Al conversar con los clientes, Suárez ve que “la gente se está cuidando porque no se sabe qué pasará en el futuro, hay una situación de alarma, de tener muchos cuidados con los gastos”.
El 80 % de las ventas de El Puestito de Marcelo corresponden a personas que circulan por la ruta, el otro 20 % a clientes locales. Al verse reducida la movilidad las ventas se resintieron. “Me quedan los clientes de la zona y los camioneros que siguen trabajando”, precisó.
Contó que por la puerta del comercio pasan camiones con arroz o soja, cargas de grano que salen de Rocha o Treinta y Tres. “Los camioneros compran comida, pan, salamines, quesos, agua, refrescos, hielo, yerba o verduras. Lo esencial para el alimento del día a día porque el camionero no puede acumular un surtido en su vehículo, cada día compra lo que necesita para comer”.
Para el negocio es una suerte que el trabajo de los transportistas de carga no haya parado. “La cosecha de arroz comenzaba justo cuando se dio el COVID-19 y el arroz no podía parar porque ¿qué se hace con la cosecha?”, se preguntó.
Adaptándose a los tiempo de pandemia
Cuando Marcelo Suárez se instaló en 2004 tuvo que adaptarse para que los eventuales clientes notaran su presencia y se sintieran atraídos a comprar la mercadería que ofrecía en un negocio precario y nuevo. Ahora que tiene un local reconocido la pandemia ha reducido sus ventas y eso también lo obligó a nuevas adaptaciones.
“Un ejemplo concreto es el de la bondiola. Hasta hace poco la vendíamos en piezas de 300 o 500 grs. cada una. Es un producto que cuando hay movimiento se vende bien, pero al comenzar la pandemia dejó de venderse a la misma velocidad y una bondiola de 300 gr. en una semana ya se queda dura y pierdo la mercadería. Para evitar esa pérdida nos adaptamos y pasamos a venderla de 1 Kg y 2 Kg para que el volumen sea grande y demore más en endurecerse. Se lo explicamos al cliente y lo entendió. La vendemos al mismo precio, la cortamos y el cliente se lleva el trozo que necesita, así el cliente lleva el mismo producto pero fraccionado y yo me aseguro el buen estado por más tiempo. Ese fue el primer desafío que tuvimos y nos dimos cuenta que se debía cambiar la forma de elaboración” para evitar que se estropeara.
“Soy optimista”
Consultado sobre las expectativas con que ve lo que queda del año, Suárez dijo que la situación no va a cambiar. “De aquí a fin de año veo que va a seguir la misma situación de mucha incertidumbre. Nadie sabe qué pasará con el COVID-19, nadie sabe qué va a pasar con la economía, con el dólar, con las empresas cuando se reactiven, nadie sabe cuándo se va a reactivar, nadie sabe cuántas empresas van a quedar vivas”, por todo eso veo un “futuro incierto”, dijo.
Sin embargo agregó que es “optimista” y que “a pesar de esa incertidumbre, creo que al final se va a reactivar todo el país”. Ya ha habido señales de esa reactivación y con la construcción retomando el trabajo “hubo una recuperación y ese bajón en el trabajo que llegó a ser de hasta el 70 %” se ha achicado y puede achicarse aún más “porque hay más gente en la calle”.
Esta sin duda es “la situación más difícil” que muchos comerciantes han pasado, y consideró que “lo fundamental es mantener los clientes”.
Los impuestos son los que más afectan
El costo que más afecta a los comerciantes “son los costos fijos” como “la luz comercial, el agua comercial, el BPS, la DGI. No se sabe qué va a pasar con los impuestos aunque ahora se han retrasado los pagos, pero cuando arranca el día 1 desde ese momento uno está pensando en tener el dinero para el pago de la luz, el agua, el BPS y la DGI”, expresó el comerciante.
“El rubro impuesto es el que más afecta, son costos fijos que cuando uno crece están bien, pero cuando surge un problema como este que estamos viviendo y que es nuevo, o si hay temporal que nosotros no abrimos en caso de temporal, los impuestos siguen corriendo”, concluyó.
“La honradez del trabajo y la recuperación nacional”
Así titulamos nuestra portada en este número de La Mañana Especial Día de los Trabajadores. La pérdida de empleos que arrastra nuestro país en los últimos años y se agrava notoriamente con la paralización provocada por la crisis sanitaria, es una de las principales preocupaciones de los uruguayos. Recomponer ese tejido social y económico demanda un enorme esfuerzo común entre los distintos actores.
¡Feliz día de los Trabajadores!