El sector cultural ha sido uno de los primeros sectores afectados por la pandemia y tal vez sea de los últimos que pueda abrir y recomenzar su actividad. Esta actividad se realizará en condiciones diferentes a las que estamos acostumbrados. Por tradición, este aglutina públicos heterogéneos.
La gente acude en masa a manifestaciones culturales, ya sea visitando museos, galerías de arte, ferias, espectáculos de gran afluencia de público, como conciertos, o representaciones teatrales o el cine. Vamos a tener las salas de cines y de teatro con butacas espaciadas. Los festivales -aunque sean al aire libre- serán con menor afluencia de público. En este momento las actividades en auditorios se ven como algo contrario a la salud, porque aglutinan gente. Pero no podemos olvidar el sector cultural, ya que detrás de este trabajan millones de personas que han visto interrumpido su trabajo y han dejado de generar ingresos debido a la pandemia del COVID- 19.
El sector cultural no es prioritario porque lo prioritario es la salud, pero también tiene prioridad esa economía que gira alrededor del sector cultural y que emplea a gente. Y esta gente tiene una economía familiar, que al descompensarse nos enfrenta a la dicotomía entre salud y economía.
La cultura es la forma de vida de una sociedad. Esta forma de vida está interiorizada en todas nuestra relaciones y no podemos dejarla a un lado porque alimenta nuestro espíritu y equilibra nuestra mente… hay que verla como un bien de primera necesidad.
La cultura es la forma de vida de una sociedad. Esta forma de vida está interiorizada en todas nuestra relaciones y no podemos dejarla a un lado porque alimenta nuestro espíritu y equilibra nuestra mente… hay que verla como un bien de primera necesidad.
El Estado debe ayudar a este sector igual que a muchos otros. Hay una multitud de oficios que giran alrededor del mundo de la cultura, cantidad de puestos de trabajo y de empresas de todo tipo. Y el protagonista, el artista, el artista plástico, el bailarín, el músico, el actor, el escritor, en este momento están en el paro…. porque su actividad artística está cercenada, obligada a un confinamiento. Los bailarines, además, tienen que prepararse físicamente y no pueden acudir a los centros de preparación. El artista, que es el protagonista, el número uno de este motor de arranque de la cultura, está en un paro, pero en un paro parcial porque su mente trabaja. El artista plástico, el músico, el cantante, el creador literario, todos estos artistas siguen mentalmente generando ideas y se van a producir explosiones de creatividad que surgen de situaciones extremas como la que estamos viviendo. Grandes movimientos artísticos a lo largo de la historia han surgido después de guerras o crisis culturales que han obligado a un planteamiento nuevo de las pautas culturales establecidas. Fluyen ideas nuevas que pueden posibilitar una forma diferente de ver el arte y de desarrollar ideas comprometidas con la situación del momento.
Ni que hablar que los artistas, por regla general y más en esta situación de pandemia, tienen que seguir haciendo otras actividades para subsistir. La docencia es un gran complemento para músicos, bailarines, cantantes y artistas plásticos quienes compaginan su actividad artística con este trabajo que les genera ingresos fijos para vivir el día a día. Pero actualmente está interrumpido, aunque las redes sociales han proporcionado una gran ayuda para la comunicación. Esa capacidad creativa les ha llevado a forjar sus propias redes sociales, organizando muestras colectivas o individuales, o participando en plataformas sociales para compartir experiencias y organizando talleres de experimentación o de docencia.
Graziella Basso, artista plástica, cuenta sobre su experiencia como invitada del taller virtual de José Pelayo. Él ya venía realizando este taller como actividad complementaria a su trabajo de artista, y actualmente se han añadido alumnos virtuales, algunos residentes en el extranjero. “Es una situación nueva crear con el maestro a distancia”, expresa Basso. “Son momentos de intercambios, comentarios de técnicas y compartiendo experiencias del trabajo realizado. Es muy enriquecedor”.
El sector cultural no es prioritario porque lo prioritario es la salud, pero también tiene prioridad esa economía que gira alrededor del sector cultural y que emplea a gente.
Los músicos dan conciertos por la web, los actores recitan poesía, los actores de teatro promueven representaciones teatrales, las galerías de arte exponen y comentan las exposiciones de sus artistas, los museos hacen recorridos virtuales por sus salas… estamos ante una diversidad y cantidad de programas que difícilmente podemos abarcar. Pero si se han creado, es porque la sociedad está demandando apoyo para no perder sus pautas culturales.
Se espera una vuelta a la normalidad pero a una normalidad nueva, con normas generales de cuidado, recuperando paulatinamente una actividad sin tanta afluencia de público, factor tan necesario para las representaciones culturales. Esta ausencia de público viene como norma, pero ayudado también por la ausencia del turismo globalizado que va a influir en el número de visitantes a los museos, las galerías, los festivales, las ferias de arte y los conciertos, entre otros.
Las ayudas al sector cultural en los principales países de la Unión Europea y en EE.UU. han sido muy numerosas, porque además de lo que este sector supone para la conservación del acervo cultural del país, también supone una economía alrededor de él nada despreciable para los países.
En Uruguay, la gente del teatro, la literatura y la música se han unido y han conseguido en el Parlamento beneficios para el desarrollo de su trabajo, cuando menos que los avalen de alguna forma. Quizás esto se debe a que su actividad implica espectáculos con afluencia de público, que producen un impacto visual de comunicación y generan beneficios para la economía del Estado. En cambio este no es el caso para la gente de la plástica; son actividades individuales normalmente, y el beneficio para el Estado es más lejano.
Aunque hay mucha historia de asociaciones y gremios de los plásticos, la realidad del artista uruguayo es la de un profesional no integrado dentro del estatuto del trabajador. No se beneficia de algunas prestaciones y en situaciones de pandemia no obtiene ayudas que podría recibir por cese de sus actividades profesionales, porque no está reconocido como trabajador en el mundo laboral. Es un grupo de personas que están muy desvalidas. Es un debe que sufren los plásticos desde hace muchos años y que todavía se mantiene. En palabras de Graziella Basso: “Los artistas plásticos son un grupo de creadores que siempre están dispuestos a donar obras para ayudar en momentos difíciles como los que estamos viviendo… Es muy difícil ser independiente. La venta de obras es muy complicada, hoy día más que nunca, cuando toda la economía es algo incierta. Muy pocos son esos privilegiados que han podido establecerse en el exterior y lograr un reconocimiento social y económico, y que de alguna manera son patrimonio y embajadores culturales de nuestro país”.
La cultura justifica su defensa por una demanda por parte de los ciudadanos y por una ayuda del Estado. La cultura tiene un indudable valor espiritual para los individuos y un valor económico para el Estado…. un valor económico e industrial global, por ello debe cuidar su restablecimiento.
Queda para otro escrito, el mundo de las empresas culturales.
*Catedrática de Sociología, doctora en Historia del Arte. Crítica de arte. Miembro de AICA Y ACCA.
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