El teletrabajo -trabajo a distancia o trabajo por Internet- existe desde hace por lo menos dos décadas. Pero esta cuarentena, llevó a su difusión masiva entre quienes trabajan conectados a la red. Luego de que muchos pasaran de trabajar en su oficina, a trabajar en sus hogares, cabe preguntarse a la salida de la cuarentena, si esta modalidad de trabajo llegó para quedarse, o si será desechada una vez pasada la crisis.
Por qué sí
Ante todo, es obvio que el teletrabajo no es para todo el mundo. Un patrullero, un portero o un cajero, no pueden teletrabajar. Pero hay muchas profesiones en las que sí se puede, y conviene. ¿Por qué? Porque brinda una mayor flexibilidad de horarios y una gran libertad de movimientos. Ello permite conciliar mejor el trabajo profesional con la vida de familia, aunque exige sin duda, una mayor responsabilidad de parte del empleado, y un lugar donde se pueda concentrar para hacer su tarea. Los ahorros de tiempo y dinero en transporte para los empleados, y los ahorros en infraestructura para los empleadores, también pueden señalarse como consecuencias positivas del teletrabajo. Algunos estudios demuestran que la productividad, puede incrementarse en un 13 % en quienes trabajan desde sus casas, con respecto a quienes trabajan en sus oficinas.
La reducción de la presión, la seguridad y confortabilidad del ambiente hogareño contribuye a reducir el estrés de los teletrabajadores, además de facilitar el “presentismo”, pues a quien trabaja desde casa, no le afectan ni las inclemencias del tiempo, ni los embotellamientos, ni los accidentes, ni la inseguridad. También hay menor exposición a contagios de enfermedades.
Esta modalidad de trabajo facilita la integración al mercado laboral de personas con discapacidad física, así como la de profesionales de primer nivel que viven en otras ciudades o países. Permite además, priorizar el trabajo por objetivos, enfocado en la gestión del tiempo, lo cual implica un fuerte cambio de mentalidad.
Por qué no
Por supuesto que el teletrabajo también tiene sus inconvenientes. El hombre es un ser social y hay ámbitos de trabajo en los que el intercambio, las sinergias y los aprendizajes in situ entre los empleados, son la clave del éxito. Esto ayuda además a que los empleados “se pongan la camiseta” de la empresa o la organización para la cual trabajan, lo cual es más difícil de conseguir trabajando desde el hogar. En ocasiones, el costo de supervisión del trabajo, llega a superar el ingreso que generan los teletrabajadores. Y la supervisión a distancia, puede erosionar el sentido de jerarquía en la empresa.
También es obvio que, con niños en casa, teletrabajar no es tan sencillo. Sobre todo cuando las viviendas son pequeñas. Del otro lado, personas que viven solas pueden sentirse deprimidas si no socializan durante largos períodos de tiempo.
Además, las inversiones que a veces deben hacerse en programas y capacitación de personal para trabajar a distancia, pueden ser un obstáculo, así como la pérdida de confidencialidad y una mayor exposición a los ciberataques de quienes trabajan desde sus computadoras personales.
Entonces… ¿sí o no?
Depende. ¿De qué? Del tipo de trabajo. De las características de la empresa. De las circunstancias personales de los empleados. Hoy, algunas empresas u organizaciones se estarán preguntando por qué no mantener total o parcialmente el teletrabajo en el tiempo pos-pandemia, y otras estarán deseando terminar con él de una vez. Muchos empleados estarán ansiosos por volver a sus oficinas, y a otros, les bastaría con que comenzaran las clases de sus hijos.
En todo caso, parece importante evaluar las ventajas y desventajas de esta herramienta en cada circunstancia, en cada rubro, en cada ámbito laboral. Es una herramienta tan flexible, que se puede adaptar de mil formas distintas: algunos podrán trasladar parte de la jornada laboral al hogar, requiriendo durante menos horas la presencia física del empleado; otros, podrán establecer días de trabajo presencial en la semana o el mes, combinándolo con el teletrabajo, y otros abandonar esta práctica para siempre. En cualquier caso, parece de la mayor importancia no desaprovechar la oportunidad que nos ha brindado el COVID-19 para evaluar, en base a las lecciones aprendidas, la pertinencia de implementar -o no-, en forma total o parcial, esta modalidad de trabajo que muchos debieron adoptar obligados por las circunstancias.
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