El 24 de mayo de 2015, durante la Solemnidad de Pentecostés, el Papa Francisco presentó en Roma la encíclica Laudato Si, la segunda de su pontificado. 5 años se cumplen de aquel trascendental documento y es un buen momento para hacer un breve repaso de sus principales contenidos.
Las permanentes menciones al vocablo “ecología” han hecho pensar a muchos que se trata de un texto dedicado exclusivamente al asunto de la protección del ambiente sin colocar la centralidad en la persona humana, una especie de encíclica “verde”. Pero fuera de lecturas superficiales, se debe ubicar a la Laudato Si en la senda de las encíclicas sociales inaugurada en 1891 por la Rerum novarum de León XIII. Explícitamente lo indica el mismo Papa Francisco (punto 15). No se niega que desarrolla un planteo ecológico, pero es expuesto con una impronta social e íntimamente vinculado a la problemática humana. Es más, se plantea una crítica a la ecología tradicional que es definida como “superficial o aparente” (punto 59). Férreamente, se condena al igualitarismo animalista que se obsesiona por quitar distinción a la persona humana sobre el resto de los seres vivos y muestra ternura y compasión con los animales pero se mantiene indiferente ante la situación de los pobres (puntos 90 y 91). La ecología superficial no cuestiona la cultura del descarte y del consumismo. Al contrario, la ecología integral que propone Francisco afirma que todo verdadero planteo ecológico debe integrar la justicia social: “un verdadero planteo ecológico se convierte siempre en un planteo social, que debe integrar la justicia en las discusiones sobre el ambiente, para escuchar tanto el clamor de la tierra como el clamor de los pobres” (punto 49). La ecología integral se preocupa por el ambiente, pero además plantea preguntas por el sentido de la vida (punto 160).
A lo largo del texto, el Papa realiza profundas reflexiones sobre diversas problemáticas actuales. Bergoglio es un gran conocedor de “los signos de los tiempos”. Él mismo ha dicho que para discernirlos (discernir es un verbo muy caro a los jesuitas) hay que implementar el siguiente método: Hacer silencio y observar. Después, reflexionar y, por último, orar. Silencio, reflexión y oración, en definitiva. Los tiempos cambian y la actitud de los cristianos debe moverse continuamente según los signos de los tiempos, pero manteniendo firme la fe en Jesucristo (Homilía de la Misa en Casa Santa Marta, 23 de octubre de 2015)
Francisco manifiesta que nuestra “casa común” es el planeta tierra. Sin embargo, no es un ambiente abstracto el que se debe defender, sino que se trata de proteger los lugares en donde los principales protagonistas son las personas. Esto principio es reafirmado durante todo el texto. El mundo natural debe ser protegido sin olvidar que la persona humana debe estar en el centro de las preocupaciones y de las atenciones. Explícita y categóricamente se opone a igualar a todos los seres vivos en el mismo nivel y a negarle al ser humano su preeminencia (punto 90). El auténtico desarrollo supone un pleno respeto a la persona humana (punto 5). El Hombre es el centro de las preocupaciones relacionadas con el desarrollo sostenible (punto 167). La Creación tiene un sentido y allí radica la dignidad del hombre, hecho a imagen y semejanza de Dios. Cuando se habla de cuidar la Creación se trata de proteger la naturaleza y los seres humanos que la habitan (puntos 65-67). Asimismo, se recuerda que la naturaleza no es divina, sólo Dios lo es (punto 78).
Del mismo modo, se señala que el mal uso de los bienes dados por Dios ha dañado el agua y el aire, pero sobre todo ha generado la injusticia social que produjo pobreza: “entre los pobres más abandonados y maltratados, está nuestra oprimida y devastada tierra” (punto 2). Son los pobres los que más sufren el deterioro del ambiente (punto 48).
El Papa rescata la figura de San Francisco de Asís, de quien ha tomado su nombre como guía e inspiración de su pontificado. Lo define como el mejor ejemplo del cuidado del débil y de una ecología integral, que no consiste en la mera defensa de la naturaleza sino que incluye justicia social (punto 10).
“Las personas están llamadas a ser trabajadoras desde la Creación. Contundentemente, el Papa Francisco se aleja de la concepción asistencialista”
Además, se anticipa la iniciativa de Francisco -que se pensaba efectivizar este año en Asís, pero se frustró por la pandemia- de buscar otros modos de entender la economía (puntos 16 y 194), donde se dejen de lado las formas inmediatistas de entenderla (puntos 32 y 36) que solo buscan el lucro, independientemente del daño que puedan provocar esas actitudes. Se debe orientar el rumbo hacia una economía que debata el estilo de vida individualista y consumista (puntos 161 y 162). Se convoca a modificar cambios en los estilos de vida (punto 23) en los que impera la cultura del descarte (punto 22) y abunda el despilfarro (punto 27) y el consumismo extremo (punto 50).
Por otro lado, se denuncian las espurias propuestas de internacionalización de la Amazonia que atentan contra las soberanías nacionales de los países que la integran (punto 38) y la propagación del aborto, detrás del cual se observan fuertes presiones internacionales contra los países en desarrollo. Se utiliza el argumento del aumento de la población, para promover la legalización del aborto y no enfrentar el problema real de la pobreza: “En lugar de resolver los problemas de los pobres y de pensar en un mundo diferente, algunos atinan sólo a proponer una reducción de la natalidad” (punto 50). En el fondo, la exaltación de la libertad individual caracterizada como ilimitada y el relativismo son parte del mismo mal (punto 6). Los portadores de mayores riquezas quieren consumir y desechar ilimitadamente de los alimentos y, en la misma sintonía, la justificación del aborto se asienta sobre la idea del derecho a una libre disponibilidad sobre el cuerpo, incluso mediando otro ser. Esta maniobra de evitar las graves complicaciones y acudir a soluciones conformistas, facilistas y de resignación se verifica en el asunto del trabajo. Aquí se percibe claramente la finalidad social de la encíclica.
El Papa denuncia que se utiliza la excusa de los cambios tecnológicos para explicar la falta de trabajo y justificar el asistencialismo. El trabajo es fundamental para el desarrollo humano. Las personas están llamadas a ser trabajadoras desde la Creación. Contundentemente, el Papa Francisco se aleja de la concepción asistencialista: “Ayudar a los pobres con dinero debe ser siempre una solución provisoria para resolver urgencias. El gran objetivo debería ser siempre permitirles una vida digna a través del trabajo” (punto 128). La vinculación con la cuestión social se vuelve a apreciar cuando señala que Dios creó al mundo para todos y que de ese principio deriva que la propiedad privada está subordinada al destino universal de los bienes. La propiedad privada tiene una función social. No puede ser absoluta (punto 93).
También se propugna una nueva ética de las relaciones internacionales que se oponga a la inequidad que afecta a las naciones (punto 51). Esa situación injusta se comprueba en diferentes escenarios. La deuda externa de los países pobres se ha convertido en un instrumento de control, pero no ocurre lo mismo con la deuda ecológica: De diversas maneras, los pueblos en vías de desarrollo, donde se encuentran las más importantes reservas de la biosfera, siguen alimentando el desarrollo de los países más ricos a costa de su presente y de su futuro (punto 52).
Con firmeza, Francisco indica que la política no debe someterse a la economía y ésta no debe subordinarse al paradigma tecnócrata, que se traduce en el predominio de los grupos financieros y del mercado divinizado, sobre el interés del bien común (puntos 53, 54 y 189). La ciencia y la tecnología son hijos de la creatividad humana donada por Dios (punto 102), pero no desconoce sus potenciales peligros (puntos 104 y 105). También afirma que no son neutras (punto 107).
La encíclica es rica en aportes y abre debates en los que están puestos en disputa los más interesantes asuntos de la actualidad. En definitiva, la ecología integral propuesta por el Papa Francisco tiene como objetivo el desarrollo humano sostenible. Aspira a construir un orden social justo siguiendo la tradición de la Doctrina Social de la Iglesia de la que es un insigne continuador.