La semana pasada se firmó el acuerdo entre el Mercosur y la Unión Europea, que abre perspectivas de nuevos mercados y mejores condiciones para nuestros productos. Pero también nos enfrenta a un desafío competitivo, y nuestras empresas deberán prepararse para ese escenario. Empresas europeas podrán exportar más libremente al Mercosur, lo que constituye una amenaza para empresas uruguayas que tienen a la región como destino de sus exportaciones. También vamos a estar compitiendo con nuestros socios del Mercosur para colocar productos en Europa. Debemos preparar desde ya a nuestras empresas y trabajadores para este escenario más competitivo.
Las exportaciones tienen un rol fundamental como motor de la economía. Es la única actividad generadora de divisas, las que luego utilizamos para pagar las importaciones de bienes y servicios y el servicio de la deuda externa. Si no somos competitivos en la exportación, se erosiona la capacidad de generar divisas. En el corto plazo Uruguay puede amortiguar el golpe endeudándose, pero a medida que la deuda se acumula, los acreedores empiezan a dudar de nuestra capacidad de hacer frente a la misma. En algún momento esas dudas se traducen en la ausencia de demanda por bonos de Uruguay y para entonces ya no queda más opción que realizar un ajuste.
Pero aquí el objetivo es centrarse en el proceso de decisiones del empresario exportador y generador de divisas, intentando comprender el problema que enfrenta. Para ello es necesario identificar las variables que controla y aquellas que le vienen dadas tanto por el contexto internacional como por los costos que le impone el estado a través de impuestos, marco regulatorio y tarifas públicas.
Uruguay es un tomador de precios, lo que implica que el empresario tiene poco margen para incidir en el precio de venta de su producto. Como consecuencia, los empresarios uruguayos deben competir con productividad y costos adecuados.
Al analizar el costo de los factores de producción, se observa un importante desfasaje entre los precios de venta y los costos. En el gráfico se presenta la evolución del precio internacional del arroz, la carne y la soja en dólares en los últimos diez años. Mientras que la carne subió un 71%, la soja y el arroz disminuyeron 4% y 39% respectivamente. Por otra parte, durante el mismo período los salarios del sector privado se duplicaron, lo que nos sirve como indicador del aumento en los costos domésticos.
Pero los trabajadores también tienen poco margen de ahorro, a juzgar por el aumento del endeudamiento de las familias, único rubro de crédito bancario que crece en la economía. El problema fundamental parecería entonces no estar en los salarios, dejando como única alternativa al aumento del peso del estado, lo que se evidencia en la creciente transferencia de recursos del sector privado al sector público. Esa transferencia de recursos se da a través de una mayor carga impositiva al sector privado y un mayor endeudamiento externo, ya que este último genera intereses que deberán pagarse en el largo plazo con divisas que solo surgirán de las exportaciones.
Los costos de energía eléctrica y combustibles constituyen otro factor de desventaja para la producción. Este es un tema que necesariamente habrá que repensar, ya que los descubrimientos de gas natural en Argentina permiten anticipar una sensible baja en sus costos de generación eléctrica. Cabe agregar que los fertilizantes se producen con gas natural, por lo que nuestros vecinos también tendrán oportunidad de generar una industria petroquímica que les permita una ventaja de costos adicional. La política energética de Uruguay priorizó en los últimos años la producción de energías renovables, pero llegó la hora de que la prioridad sea la baja en la tarifa. Hoy Europa ni siquiera cumple el objetivo del 20% establecido por ella misma, mientras que Uruguay lo cumple desde que el Presidente Terra nos dejó la represa que hoy lleva su nombre. Alemania produce mayormente con carbón y Francia con energía nuclear, y sus sectores industriales no permiten a la Unión Europea cambios bruscos en la matriz en pos de una cocarda del organismo internacional de turno.
El Estado también incide indirectamente en la ecuación de costos a través del deterioro de la seguridad pública, en este caso no por acción sino por inacción. Frente a la situación actual, el ciudadano tiene pocas alternativas para protegerse, pero el empresario, en la medida que su rentabilidad lo permita, busca darle seguridad a sus empleados y su producción, para lo cual debe pagar por seguridad privada en un intento de evitar pérdidas de vida y materiales. El Estado debe y puede mediante políticas alterar el balance entre trabajadores civiles, personal de seguridad civil, policial y militar que nos protege de los delincuentes. Esta es un área donde necesitamos un Estado activo y eficiente.
Resumiendo, el único factor que garantizará genuinamente la sostenibilidad de nuestra deuda es un sector exportador competitivo y dinámico que pueda asegurar una consistente generación de divisas. Sin ello, el ajuste a las cuentas públicas llegará de todas maneras, solo que en lugar de ser el resultado de un plan consensuado y dirigido por el sistema político, vendrá determinado por la ley de gravedad económica. Y en economía hay algunas leyes que se comportan como las leyes de Newton. Al final el tipo de cambio ajusta todo, pero no es deseable ni conveniente esperar pasivamente a este desenlace.
El único factor que garantizará genuinamente la sostenibilidad de nuestra deuda es un sector exportador competitivo y dinámico que pueda asegurar una consistente generación de divisas